The Crew 2
ECLECTICISMO Vehicular Y geográfico
El motor es religión en Estados Unidos, y Thecrew2 rinde homenaje a ambos con un sinfín de competiciones por tierra, mar y aire, mientras te invita a convertirte en una estrella rutilante.
La primera entrega de la saga, lanzada en diciembre de 2014, tuvo un largo recorrido en forma de DLC que fueron añadiendo disciplinas, como Wildrun y Callingallunits. Pues bien, esta secuela se siente casi como otra expansión, pues reaprovecha mucho contenido, pero añadiendo avionetas y barcos, lo que supone ampliar el mapa a lo largo, ancho y alto, con océanos, ríos, lagos, canales o, por supuesto, toda la inmensidad del cielo. De ahí que se lance como un juego nuevo, que, además, repetirá la fórmula de ampliarse de forma constante.
Como el original, es un juego de mundo abierto que exige conexión permanente obligatoria, algo que, esta vez, entendemos aún menos. Parte de la gracia está en formar una pandilla cooperativa, pero lo cierto es que se puede jugar en solitario, se puede pausar la partida y, para más inri, no se ha incluido de serie el multijugador competitivo (llegará en invierno). Otra cosa que se ha reducido es el trasfondo narrativo. Esta vez, no hay una historia cinematográfica que sirva como hilo conductor, aunque sí algunos personajes que nos introducen en la serie Live Xtrem, una competición en cuyas sucesivas rondas sólo pueden participar quienes tengan suficientes seguidores. Así, tenemos que ganarnos el favor del público superando pruebas, realizando retos de habilidad (como hacer eslalon, romper boyas, volar a baja altitud o pasar por radares a toda pastilla) y, nuestra actividad favorita, sacando casi un centenar de fotos a edificios icónicos, monumentos o hasta fauna autóctona.
Multidisciplinar y muy arcade
Thecrew2 tiene en su eclecticismo una gran virtud, pues ningún otro juego hace nada parecido. Para empezar, hay competiciones en asfalto, que pueden ser carreras urbanas (con coches de calle, hipercoches o motos),
se siente Casi Como Una Expansión, pues reaprovecha MUCHO Contenido y le añade avionetas y barcos
carreras en circuitos (con turismos de competición o monoplazas como el Red Bull 2017), pruebas de drag (son en línea recta y sólo hay que vigilar el acelerón inicial y los cambios de marcha) y eventos de derrape. Luego, en la vertiente offroad, hay rallycross, motocross (con pistas llenas de resaltos) y raids (con navegación más o menos libre, en plan Dakar), a lo que cabría añadir las arenas con monster trucks, llenas de tirabuzones, canalones y rampas. Finalmente, tenemos las carreras acuáticas y las pruebas aéreas, que pueden ser de realizar piruetas o bien contrarrelojes en las que atravesar ciertas puertas. Pese a las buenas intenciones de esto último, lo cierto es que la mayor diversión sigue estando en las pruebas sobre tierra firme, casi ninguna de las cuales es nueva...
La jugabilidad es muy similar a la del original, de modo que se hace nece- sario mejorar el rendimiento de los vehículos con nuevas piezas. El problema es que eso entronca con una IA tramposa de la que, a veces, es difícil alejarse, por muy bien que se conduzca. Como punto positivo, ya no hay patrullas de policía que nos toquen las narices.
Ahora bien, se ha heredado el grave problema de las físicas. Aunque el control cumple, es demasiado arcade, y no particularmente placentero. Da igual desactivar las ayudas, porque el manejo apenas varía y hay bamboleos extrañamente irreales, sobre todo al pilotar motos. Además, jugar con volante es un suplicio, pues hay problemas de alineación, el force feedback es flojísimo y hasta desaparecen comandos clave.
Un país inmenso y familiar
El mapa ha ganado en tridimensionalidad respecto a la primera entrega y sigue siendo genial. El grado de detalle es normalito, pero hay ciclo día-noche y efectos de lluvia y nieve. Lo malo es que se siente un poco desaprovechado, por la opción de viaje rápido, y el indicador de ruta es confuso (se ha eliminado la línea "voladora" azul de la primera entrega). En cuanto a los vehículos, cumplen, pero no hay daños visuales ni tampoco una recreación interior particularmente detallada.