Dead Cells
La cara más didáctica de la muerte
Imaginad cómo sería introducir los elementos típicos de los roguelikes en un exigente metroidvania. Vale, ahora, dejad de lado la imaginación y fijaos en Deadcells, un título al que sus creadores, Motion Twin, definen como un intenso "roguevania".
Tras acumular un gran número de horas en sus mazmorras, al que hay que añadir otro mucho (pero que mucho) mayor de muertes, no podemos estar más de acuerdo en esta manera de autodefinirse. Y no sólo porque mezcle ideas que ya hemos visto en otros títulos, sino porque consigue darles una vuelta de tuerca tan magistral que logra que todo se sienta nuevo y, a la vez, nos sea inevitable evocar a sagas como Castlevania, Metroid o, incluso, Darksouls. De las dos primeras, toma los clásicos niveles en 2D repletos de enemigos y que esconden zonas a las que sólo podemos ac- ceder cuando desbloqueamos una habilidad concreta. Notamos la influencia de la obra de Hidetaka Miyazaki en el profundo sistema de combate, con grandes diferencias entre armas, y en una dificultad no apta para cobardes.
Una muerte (casi) permanente
Huir o atacar, avanzar hacia arriba o hacia abajo, elegir portar un arco o un escudo... En Deadcells, la toma de decisiones por parte del jugador es constante, aunque ninguna cuestión se resuelve desde un menú o tras un diálogo de su simple historia. Todas están integradas en el desarrollo para que las tomemos de forma casi inconsciente mientras avanzamos. Y de ellas depende la mayor disyuntiva de todas: continuar con vida... o morir. Y hacerlo sabiendo que siempre regresamos al inicio del juego, sin importar cuánto hayamos progresado. Durante las primeras partidas, este sistema puede resultar injusto, aunque, más adelante, descubrimos que es la razón de ser de Deadcells. Al perecer, perdemos casi todas las armas y objetos acumulados, y, además, descubrimos que los escenarios han cambiado proceduralmente, lo que resulta desalentador. Sin embargo, hay varios elementos que
el Miedo a Morir y a perder los objetos obtenidos Marca el ritmo, ya que no hay puntos De guardado
permanecen en nuestro ADN: las habilidades rúnicas, difíciles de conseguir y que añaden acciones especiales, y las ventajas que adquirimos a través de las células acumuladas, y entre las que se encuentran viales de salud o la opción de iniciar la próxima partida con una de las armas que hayamos descubierto.
renacer con más fuerza
Si estas ventajas persistentes son importantes, nuestro aprendizaje lo es aún más: cada muerte es un paso más en el conocimiento sobre el mundo de Deadcells: las zonas sensibles a ocultar un valioso secreto, los patrones de ataque de cada enemigo, las combinaciones de armas más efectivas... Todo se va conjugando de forma progresiva para que, poco a poco, mejoremos en combate, alternando bloqueos y esquivas, rodando por el suelo, con ataques a distancia, con estocadas cuerpo a cuerpo y usando armas especiales, como torretas o granadas. Se trata de una "danza" tan bien coreografiada que permite combatir con ciertas garantías desde la primera partida, pero que exige un gran esfuerzo y conocimiento al jugador si pretende dominarla por completo, algo que, por otro lado, se vuelve esencial cuando toca enfrentarse a los durísimos jefes. Esta dificultad, por su parte, se mantiene también durante la exploración, pero el control es tan preciso, y el diseño de los escenarios tan inteligente, que en ningún momento da la sensación de ser injusta. Si caemos, será siempre por haber cometido un error, lo que hace que el proceso de avanzar, morir y volver a empezar sea siempre muy satisfactorio. Esta genial fórmula se ve respaldada por un excelente apartado visual, en el que destaca el diseño pixel art de personajes y escenarios, y al que sólo se le puede reprochar alguna ralentización puntual, al menos en la versión para Switch, que es la que hemos utilizado para realizar este análisis y que, por otro lado, cuenta con la impagable ventaja de su modo portátil, donde el juego es tremendamente disfrutable. Teníamos muchas esperanzas depositadas en Dealcells, y la obra de Motion Twin ha superado nuestras expectativas.