Menos maquinitas... y más biblioteca
Que los videojuegos son cultura es algo que mucha gente ya no duda, aunque sigue habiendo quien se espanta sólo con oír la mención. Supongo que, en parte, debido a esos prejuicios que siguen pintando a los videojuegos como un juguete, un inútil invento que absorbe a los niños. Sin embargo, también hay gente en la industria que reniega de que al videojuego se le considere arte y cultura, porque cree que eso lo aleja de su razón de ser: el entretenimiento. Si un videojuego no es divertido, por muy artístico que sea, no es un buen videojuego. Y no les falta razón. Sin embargo, todo lo que hoy día consideramos arte y cultura tiene un origen prosaico: resguardarnos del clima, compartir información, servir de lucimiento a reyes y adorno de paredes... Grandes artistas, desde Da Vinci a Velázquez o Mozart, no eran más que asalariados que cumplían encargos de los poderosos. ¿Alguien duda de que esos encargos son arte y de que su legado es cultura? Quizá haya que darle unos años más al videojuego para que nadie dude de su importancia como vehículo de transmisión cultural y de su innegable faceta artística, pero que la Biblioteca Nacional vaya a conservar el videojuego español para preservar su legado da una pista de que ya estamos en el buen camino.
La cultura son todas las facetas que dan forma a una sociedad, y hace tiempo que el videojuego tiene tanta importancia en la creación de cultura como la música, la arquitectura, el cine o la televisión. Además, se entrecruza con todas ellas y se retroalimentan entre sí. Un mero producto de entretenimiento, sin más valor, se consume y se olvida. Un producto cultural perdura, porque se integra en el ADN de la sociedad. Que nos emocione poder jugar con un videojuego de "Campeones" 30 años después de ver la serie, que Residentevil2 sea considerado como uno de los mejores juegos de 2019, que el remake de Crashbandicoot se vendiera como churros durante meses o la pasión levantada por la restauración de Zelda:link'sawakening son una buena prueba de que el videojuego va más allá de simplemente entretener. Es cultura y, en algunos casos, de la de más alto nivel.