Hobby Consolas

JUEGO Robocop

el buen ojo de ocean

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Afinales de los 80, Ocean producía videojuego­s basados en películas a velocidad de crucero. El caso de Robocop fue aún más especial, porque adquirió los derechos del filme antes de que se rodara siquiera. Sólo necesitó leer el guión original de Ed Neumeier para sacar la chequera a pasear.

Este "salto de fe", como lo definió el mánager de Ocean, Gary Bracey, acabó siendo una jugada maestra: la compañía inglesa no sólo ganó una auténtica millonada con las distintas adaptacion­es de la película de Paul Verhoeven para los ordenadore­s de 8 y 16 bits de la época, sino que, además, en calidad de dueña de los derechos del filme, licenció su uso a terceros, como fue el caso de Data East. La compañía japonesa, que ya había tenido tratos previos con los ingleses cuando éstos adaptaron a los ordenadore­s algunas de sus IP, como Dragonninj­a, firmó en 1988 esta inolvidabl­e placa recreativa, que arrasó en los salones y los bares de todo el planeta, y que acabaría inspirando, a su vez, a las conversion­es domésticas de Ocean, un año después.

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El material original con el que trabajaron Ocean y Data East estaba hecho a medida para un videojuego: un héroe mitad humano y mitad máquina, dispuesto a devolver la paz y la justicia a una Detroit tomada por el crimen. La película de Verhoeven ya tenía violencia para dar y tomar, pero Data East se desmelenó por su cuenta, añadiendo elementos que no estaban presentes en el filme, como drones de vigilancia en las últimas fases, enemigos humanos que volaban gracias a jetpacks e, incluso, modelos inéditos del mecha ED-209 al margen del original (¡había uno de color verde!), que ejercía de jefe en la primera fase de la recreativa. Por aquello de aportar algo más de variedad (y mantener una mayor fidelidad respecto a la película), Ocean introdujo en las versiones domésticas una fase en primera persona en la que debíamos disparar a un delincuent­e sin dañar a su rehén, y otra que consistía en hacer un

ocean se hizo con los derechos de robocop antes de que se rodara, tras leer el guión

retrato robot. No hay ni rastro de ninguna en la recreativa de Data East, y tiene cierta lógica. En los salones recreativo­s, lo que primaba era la acción pura y dura, la pirotecnia y el tiroteo a cara de perro, y el Robocop "made in Japan" se encargó de ofrecernos una buena ración de todo ello, a lo largo de una sucesión de niveles atestados de enemigos, en los que el cíborg sacaba a pasear el arma que guardaba en el muslo, propinaba puñetazos e, incluso, se marcaba unos saltos que jamás llegamos a ver en la gran pantalla.

La recreativa debutó en los salones en 1988, mientras que las versiones domésticas fueron aterrizand­o en las tiendas a lo largo de aquel año y el siguiente. Las entregas de Amiga y Atari ST, a cargo de la propia Ocean, fueron las que más se asemejaron gráficamen­te a la placa de Data East, aunque los ports para ordenadore­s de 8 bits también recibieron buenas críticas y unas ventas más que notables. Ocean era la dueña de todos los derechos, así que, además de cuidar el mercado de los ordenadore­s del viejo continente, se lanzó a producir adaptacion­es de RoboCop para las incipiente­s consolas de la época. La mediocre versión para NES fue desarrolla­da en Japón por Sakata SAS, pero la entrega para Game Boy fue otro cantar, gracias a la participac­ión del trío de genios que había firmado el Robocop de Spectrum: Mike Lamb (programaci­ón), Dawn Drake (gráficos) y Jonathan Dunn (música). Comerciali­zado en 1990, el Robocop de Game Boy es una maravilla que hay que reivindica­r, y la demostraci­ón de que los genios (como eran Lamb, Drake y Dunn) son capaces de sacar petróleo de cualquier sistema que tocan.

En los años posteriore­s, Ocean siguió exprimiend­o la licencia con el estreno de Robocop2 y 3 (este último fue un valiente intento por recrear un sólido entorno poligonal, a partir del motor 3D utilizado en F29retalia­tor), aunque sin el desparpajo que demostró Data East en 1991 con la secuela recreativa de Robocop, un auténtico despiporre para dos jugadores que, por desgracia, nunca fue adaptado a sistemas domésticos.

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Hay películas que nacieron para convertirs­e en videojuego­s: "Robocop" fue, sin duda, la propuesta más evidente de toda la década de los 80.
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