Ori and the Will of the Wisps
Más allá del bosque, en busca del destino
Hace justo cinco años, Moon Studios nos maravilló con Ori andtheblindforest, uno de los metroidvanias más bellos y desafiantes de la historia. Ahora, con más presupuesto y un equipo mayor, vuelve a la carga con una secuela que, si bien no sorprende tanto, es un más y mejor en toda regla.
La historia arranca donde acabó la de la primera entrega, con Ku, una cría de búho, dando sus primeros aleteos, cuidada por Gumo, Naru y Ori. Sin embargo, Ori y Ku se verán afectados por una tormenta y acabarán perdidos en distintas partes del mundo de Niwen. Así, Ori deberá buscar a su amiga y, al mismo tiempo, indagar en el pasado de un mundo que se halla sumido en el caos por la Podredumbre, una enfermedad que ha envenenado las aguas y ha cubierto la tierra de espinas.
Saltando sin parar
La filosofía es la misma que la de su predecesor. Se trata de un metroidvania bidimensional de dificultad considerable, pero que fomenta el ensayo y error. Para evitar frustraciones, se ha modificado el sistema de guardado y, ahora, hay puntos de control automáticos con frecuencia, de modo que, si morimos, reaparecemos en un sitio cercano. Durante el transcurso de la aventura, vamos obteniendo progresivamente una docena de poderes que nos hacen cada vez más poderosos y nos dan acceso a áreas antes inaccesibles. Cada región cuenta con unas mecánicas jugables muy específicas y muy bien dosificadas para que, constantemente, estemos jugando a algo distinto. Además, la variedad de entornos es mucho mayor, pues, aparte del bosque, una ciénaga o un manantial, hay también una montaña helada, un desierto o una cueva subterránea.
El plataformeo sigue siendo el principal ingrediente. Cuando empezamos, apenas podemos dar un salto simple, pero, poco a poco, obtenemos habilidades que permiten fluir por los entornos. Hay musgo azul al que engancharse, ruecas que nos hacen salir despedidos a toda velocidad, burbujas de lodo sobre las que rebotar, vados de agua en los que bucear, ladrillos que se desvanecen al pisarlos… Como en el original, Ori puede proyectarse por el aire, enganchándose a los proyectiles o lanzando una especie de cable. Además, hay novedades, como una pluma que le permite aprovechar las corrientes de aire o la capacidad de salir escopeteado tras cavar o bucear. Hay alguna pequeña sección de sigilo y también algún puzle esporádico. No habría estado de más incluir algún enigma adicional que nos hiciera darle al coco, pero, a menudo, el plataformeo está planteado casi como si fuera un pequeño y satisfactorio puzle.
A varear y asaetear monstruos
El aspecto que más ha cambiado en esta secuela es, sin duda, el combate, que, en el juego de 2015, era algo cir
el COMBATE es el Aspecto que MÁS ha CAMBIADO en esta Secuela, que ha introducido ARMAS y jefes
cunstancial. Esta vez, disponemos de armas físicas y a distancia, como una espada, un arco o una lanza, que, combinadas con los saltos, permiten encadenar combos de forma muy fluida. Eso sí, el arco es demasiado poderoso y, contra la mayoría de jefes, acabaréis limitándoos a disparar sin ton ni son, pues permite mantener las distancias y, a la vez, hacer mucha pupa.
Precisamente, los jefes, al menos tal y como los entendemos en la mayoría de los juegos, hacen su debut en esta entrega. En general, cada región está presidida por una criatura gigantesca que nos aprieta las tuercas, como un lobo, un escarabajo, una araña, un gusano o un pajarraco. Contra la mayoría, combatimos cuerpo a cuerpo, pero también hay varios que sólo sirven para introducir frenéticas secciones de huir hacia adelante mientras todo se derrumba a nuestro alrededor.
En total, completar la aventura nos puede llevar en torno a doce horas, una cifra más que aceptable para un juego de este estilo, que, además, ha salido a un precio reducido de 30 euros. Ahora bien, Moon Studios ha aumentado la dimensión de la experiencia introduciendo tareas extra, como coleccionables en forma de células de vida y de energía, y fragmentos, que son habilidades secundarias de estilo rolero
es de LOS Mejores Metroidvanias que HEMOS jugado nunca: una pequeña joya que OS Maravillará
que podemos equipar y que nos facilitan las cosas, como un salto triple, la capacidad de atraer orbes... Algunas, además, se pueden mejorar pagando a un comerciante con los orbes dorados que obtenemos al explorar los escenarios y derrotar a los enemigos. Por si fuera poco, podemos desviarnos de la misión principal para acometer un buen número de tareas secundarias. Por un lado, hay diversos personajes secundarios que nos hacen pequeños encargos y, por otro, dos tipos de eventos que promueven la rejugabilidad: las carreras espirituales (recorridos plataformeros a contrarreloj, en los que nos enfrentamos a los fantasmas de otros jugadores) y los santuarios (donde hay que derrotar a oleadas de enemigos).
la definición de la belleza
Si Oriandtheblindforest ya era precioso, esta secuela lo es aún más. Moon Studios ha vuelto a pintar un lienzo que es un deleite para la vista en todos los sentidos. El color y el buen gusto lo impregnan todo, desde el principio hasta el final. Los personajes tienen un encanto especial, y es increíble cómo, por ejemplo, con la simple animación del parpadeo de unos ojos, se consigue transmitir tanta ternura y compasión por una criatura desvalida.
En cuanto a los escenarios, vuelven a brillar con luz propia los entornos naturales, mucho más variados, y su excelente diseño está siempre puesto al servicio de la jugabilidad. De nuevo, llama la atención cómo el protagonista se siente como un ser diminuto en una inmensidad paisajística que cuenta con detalles cuidados tanto en sus fondos como en primerísimo plano. Y, para rematar, está la banda sonora de Gareth Coker. Como la del juego original, ofrece un tono trascendental, con melodías orquestales y coros de voces ancestrales que ponen el vello de punta.
Si compráis la edición física, os recomendamos que descarguéis los parches disponibles, para evitaros sufrimientos con algunos problemas de optimización. No obstante, incluso con el parche, sigue habiendo algún que otro fallo, como que, de cuando en cuando, el sistema de guardado falle, que la pantalla se quede congelada (como si el mando no respondiera) o que la pantalla de carga inicial hasta que aparece el logo dure una eternidad.
Hechas esas precisiones, sólo podemos decir que Oriandthewillofthe Wisps es, sin duda, uno de los mejores metroidvanias que hemos jugado nunca. La emotiva historia (Ku os hará morir de amor), los bellos gráficos, la melancólica banda sonora, las desafiantes plataformas o los renovados combates hacen de esta secuela un más y mejor en toda regla. De nuevo, Moon Studios se ha sacado de la chistera una pequeña joya que os maravillará.