Reconquista fantasmal de Tsushima
Su historia principal es relativamente corta (poco más de veinte horas), pero Ghost of Tsushima es de esos juegos de mundo abierto que saben ofrecer un gran número de actividades secundarias y motivarte a completarlas todas y cada una de ellas.
Los relatos de Tsushima son misiones secundarias en las que debemos ayudar a los habitantes de la isla. Son opcionales, pero algunas de ellas tienen varios capítulos y profundizan en el pasado de los aliados de Jin, como el maestro arquero Ishikawa.
Los coleccionables son muy abundantes y dan recompensas: 80 estandartes shashimono, 50 artefactos mongoles, 49 santuarios de Inari, 40 documentos, 23 pilares del honor, 20 jaulas de grillos, 19 haikus, 18 manantiales, 16 puestos de bambú...
Los campamentos mongoles se cuentan por decenas. Liberarlos y derrotar a sus líderes permite obtener experiencia y desbloquear nuevas técnicas, así como nuevas posturas para la espada, con las que adaptarnos a los distintos tipos de enemigos.
En los relatos míticos, se cuentan leyendas del pasado y, si seguimos las pistas, podemos conseguir equipamiento y técnicas especiales. Como curiosidad, están introducidos por huecograbados en los que se narran extraños sucesos de otro tiempo.
Los ronin, es decir, samuráis errantes que no sirven a ningún señor feudal, también están representados en el juego. A lo largo del mapa, podemos toparnos con cinco de ellos, que nos pondrán las cosas difíciles retándonos a duelos a vida o muerte.
El equipamiento se puede personalizar estéticamente, pero lo verdaderamente importante es que hay forjas donde aplicarle mejoras. Así, hay que recoger provisiones y obtener materias primas como oro o hierro, que abundan en los campamentos.