Larga vida a la reina
Cuatro letras de un intenso azul formando la palabra "Sega" se dibujaron en la pantalla del televisor cuando encendí por primera vez una consola. Nervios y emoción irracionales me invadieron en ese ritual que suponía poner el interruptor en posición ON. Pero aquellas letras no me eran del todo desconocidas. Ya las había visto impresas en muchas máquinas arcade, primer contacto de un servidor con esto de los videojuegos. Altered
Beast, Dynamitedux o Hang-on son algunos de los arcades con los que me quedé "ojiplático". Si, además, tuviste la suerte de jugar en alguno de los muebles "deluxe", como las impresionantes cabinas de Afterburner o Outrun, te habrás sentido tocado por los dioses. El logo de Sega dio paso a un sinfín de extraños y carismáticos personajes, que empezaron a desfilar por el salón transportándome a través de la pantalla a mundos increíbles, llenos de magia, peligros y retos. Entonces, yo también me sentí tocado por algún dios desconocido. Sega, la reina de los salones recreativos, puso toda su experiencia, magia y amor por los videojuegos al servicio de una consola y conquistó los hogares de miles de jugones ganándose el trono de nuestro corazón. El éxito no siempre acompañó a Sega. Adelantada a su tiempo en ocasiones, venerada y odiada a partes iguales, su pasado, no exento de errores y malas decisiones, hizo que la reina abdicara antes de tiempo. Tal vez perdieras la guerra de las consolas, reina, pero te ganaste el corazón y el respeto de generaciones de jugones que, 60 años después, te recuerdan con cariño. Feliz aniversario, Sega.