El lado oscuro de la globalización
La mundialización de la industria en las dos últimas décadas ha supuesto muchos beneficios, pero también desgracias como el cierre progresivo de las divisiones de muchos países, España incluida.
En las páginas de la revista, nos hemos hinchado durante años a hablar de las bondades de la globalización, un fenómeno homogeneizador que, en general, ha contribuido a que el sector de los videojuegos sea mucho mejor hoy que en los 80 o los 90. No hay que olvidar que, por entonces, Europa llevaba un retraso considerable respecto al mercado norteamericano y, especialmente, el japonés. No era raro que las consolas se estrenaran aquí varios años después que en el país del sol naciente o, peor, que muchos juegos ni siquiera llegaran a lanzarse, en especial los de ADN particularmente nipón. Como muestra, las primeras entregas de Final Fantasy o Dragon Quest, como grandes referentes que eran del J-RPG. Hoy, eso sería inconcebible, y se puede observar en el éxito de sagas como Persona o Yakuza, que jamás imaginamos que veríamos localizadas no ya simplemente al inglés, sino también al castellano.
Ahora bien, de un tiempo a esta parte, en ese marco de globalización, muchas compañías parecen haber llegado a la conclusión de que no es necesario tener una gran estructura en cada país medianamente importante, si todas las funciones de venta y marketing las puede centralizar en un único país por continente, como puedan ser Estados Unidos en América, Japón en Asia o Reino Unido en Europa. Eso explica que, sólo en este primer cuatrimestre de 2023, hayamos visto cómo 2K Games y Ubisoft han cerrado sus divisiones españolas de la noche a la mañana, sin mayor explicación que supuestos planes de reestructuración debidos no tanto a pérdidas como al ansia por seguir ganando más. Sí, puede tener su sentido empresarial, pero, al final, va a repercutir en la calidad del marketing y en la de los juegos.
No lo decimos por decir, y tampoco por despecho. Lo sentimos por los responsables de marketing y comunicación que han perdido su empleo y, especialmente, por el perjuicio que supondrá más pronto que tarde para los medios de comunicación y los usuarios. Como ejemplo, está el caso de Level-5, que, durante un tiempo, prescindió de sus oficinas occidentales. Fruto de ello, nunca hemos llegado a ver por estos lares un juego con tanto potencial como Yo-kai Watch 4. ¿Y quién creéis que peleará por la traducción al castellano de las voces del futuro Bioshock, si alguien en Estados Unidos decide que ya nos pueden dar morcilla a los españolitos? Y, desde luego, si una compañia deja de tener sede aquí, no esperéis que volvamos a ver ya iniciativas como las muchas que hizo 2K España para NBA 2K, como los comentarios en nuestro idioma, las portadas con jugadores patrios o la inclusión de la selección española.
Otra muestra de lo que queremos decir. En el reportaje de PS5 que hicimos el mes pasado, incluimos una entrevista con alguien de Sony. En cambio, en el de Xbox Series X-S de este número, no lo hemos podido lograr, pese a que lo solicitamos. La diferencia es que Sony posee un equipo propio en España, mientras que Microsoft cedió la comunicación hace años a una agencia que, pese a su voluntad y amabilidad, no siempre tiene la capacidad de cumplir las peticiones que se le realizan.