El valor del trabajo
Hace poco, hablaba en un pódcast sobre el mercado de los videojuegos y sobre cómo muchos jóvenes desarrolladores que se están iniciando no piensan más que en hacer su juego e ignoran la mayoría de las leyes básicas del mercado. Entre esas leyes básicas, podemos encontrar una que dice que “el trabajo no crea valor”, y no hay nada más cierto. Vamos a partir de esta verdad universal para explicar algo que, a veces, nos encontramos en ciertos estudios y equipos (generalmente amateurs) de videojuegos.
Normalmente, muchos grupos y equipos de desarrolladores en su primer proyecto suelen tener entre tres y cinco miembros. Hasta que, de repente, nos encontramos equipos de ocho o diez miembros (hasta dieciocho he llegado a contar en alguna ocasión), casi todos ellos en videojuegos que, mínimo, llevan un año de desarrollo en su correspondiente máster o último año de grado universitario y que aún tienen por delante otros dos años, al menos (algo propiciado, seguramente, por la envergadura del equipo). Y, cuando ocurre eso, te preguntas: ¿cuánto creen que van a ganar? ¿Es posible que hayan pensado que van a amortizar todos los costes que un equipo de esas dimensiones acumula durante el desarrollo? Como digo, habitualmente son equipos que se han formado en universidades o centros de estudios donde les organizan en equipos grandes y, luego, por la inercia, cuando salen al mercado, su estructura es insostenible no sólo a medio-largo plazo, sino también a corto plazo.
Si estos equipos tuviesen que ponerle un precio a su juego, para recuperar lo trabajado en base a las unidades que esperan vender el cálculo daría que el juego tendría que costar alrededor de 199,99 euros. Y no dudo que eso es a lo que les gustaría venderlo, pero no creo que nadie lo comprase. La ley es así: por mucho tiempo, dinero y gente que se haya invertido, el precio será el que marque el mercado. Por eso, lo mejor es que tus primeros juegos los hagas con un equipo pequeño (dos o tres personas), controlando mucho los gastos y el tiempo que empleas. Ya tendrás tiempo de ir creciendo y subiendo los costes, si te va bien. Y, si no te va bien, al menos las pérdidas serán menores.