Mario, el elefante en la habitación de Nintendo
"Hay un elefante en la habitación". De un tiempo a esta parte, se ha popularizado en nuestra cervantina lengua esta expresión inglesa de cariz negativo, relativa a un problema obvio al que se prefiere no prestar atención. Este mes, me voy a permitir la licencia de agarrarla con la trompa y zarandearla para aplicarla positivamente al mundo de los videojuegos, aprovechando el lanzamiento de una animalada tan paquidérmica como Super Mario Bros Wonder.
Desde los años 80, damos por hecho que las sucesivas generaciones de hardware de Nintendo van a tener juegos de Mario a mansalva. Casi parece pura rutina que ese fontanero de mono azul y gorra roja se deje caer incontables veces por cada nueva consola de Nintendo. “Se sabe”, que dirían las dothrakis. Sin embargo, ese elefante en la habitación es una bendición, porque, en estos 40 años de juegos marianos, lejos de convertirlo en un mono de feria enclaustrado, la Gran N ha sabido darle sabana japonesa para que pisoteara en libertad, ya fuera con sus labores plataformeras principales en el safari que es esta industria o con las horas extra (pagadas, por supuesto) en circuitos de carreras, canchas deportivas, rings de lucha, juegos de mesa…
Con su nueva maravilla plataformera, Mario vuelve a irrumpir por enésima vez en Switch como un elefante en una cristalería, pero, lejos de acabar ahí, esta nueva estampida, tramada en comandita con otros congéneres ilustres del Reino Champiñón, va a tener aún muchos kilómetros de recorrido. Por un lado, llegarán tres puestas al día protagonizadas por el propio fontanero, como son las de Super Mario RPG, Mario vs Donkey Kong y Paper Mario: La puerta milenaria. Por otro, tres allegados suyos serán las estrellas de la función en Princess Peach: Showtime!, Luigi’s Mansion 2 HD y Warioware: Move It! Y eso por no hablar del sexto y último DLC del Pase de pistas extras de Mario Kart 8, un juego cuyo origen en Wii U data de hace nueve años y medio.
Sí, hay un elefante en la habitación, pero, lejos de ser ignorado, sigue topando, como cuando decidió embestir contra un gorila y una tortuga siendo un puñado de píxeles.