La práctica nórdica para estar más sanos y felices
Bañarse en el mar helado para empezar bien el año se ha convertido en una tradición en muchos lugares de España y del mundo. Pero los escandinavos lo llevan practicando décadas: refuerza el sistema inmunitario, quema grasas y reduce la glucosa en sangre.
DE BARCELONA A TORONTO con parada en Nueva York: la tradición de empezar el año con un chapuzón en agua fría es conocida, y cada vez más practicada, en ciudades de todo el mundo. Pero más allá de la anécdota, hay una tendencia que apuesta por hacer inmersiones cortas en agua fría en plena naturaleza como fuente de salud y felicidad.
Sobre la grasa parda
Susanna Søberg es una científica danesa, doctorada en Ciencias Médicas y de la Salud por la Universidad de Copenhague, con una especialidad poco conocida: estudia la grasa parda y su comportamiento cuando nos sumergimos en agua fría. «La grasa parda es un conjunto de células de nuestro organismo que se activa cuando hacemos ejercicio y también cuando nuestro cuerpo siente frío», explica la experta. «Cuando hablamos de los beneficios de la inmersión en agua fría, uno de los factores que menos conocemos es el metabolismo, es decir, la quema de grasas que origina y que es fundamental para la salud». Søberg practica ella misma inmersiones en mares y lagos nórdicos y sus descubrimientos la han llevado a crear el método The Søeberg Principle, basado en la exposición deliberada y controlada al frío para acelerar el metabolismo. Con sus conclusiones ha publicado un libro superventas que se ha traducido a trece idiomas, Baños en aguas frías, editado en España por Alienta Editorial.
Niveles de glucosa y felicidad
Según publica la doctora en su libro, y de acuerdo con un estudio realizado en Dinamarca en mujeres de mediana edad que se bañaron en agua fría durante un año, se observó un aumento de la sensibilidad de las células a la insulina, lo que podría significar que el agua fría tiene efectos a largo plazo para equilibrar el nivel de glucosa en sangre. Pero bañarse regularmente en agua fría no solo mejora nuestro estado físico: un baño helado tiene el poder de relajarnos y calmarnos. Søberg también asegura que el agua tiene una energía positiva que nos conecta directamente con la naturaleza.
Qué hacer (y qué no)
El mensaje de la científica es claro: encuentra un lago, un río o un mar y lánzate a él. Eso sí, poco a poco, de manera pausada y lenta. Nunca hay que hacerlo de golpe. ¿Qué necesitas para llevarlo a cabo? Un gorro de silicona o de neopreno, gafas, tapones protectores para los oídos y un traje de baño, pero nada de ponerse un neopreno. Eso sí, la experta advierte que debes evitar esta práctica si sufres una enfermedad arterial, hipertensión o alteraciones graves de la frecuencia cardíaca. De unos años a esta parte, deportistas de élite como Cristiano Ronaldo y celebrities como Harry Styles han puesto de moda meterse en bañeras llenas de cubitos de hielo. Retos virales y vídeos en TikTok han visibilizado una práctica para la que no hay evidencia científica de beneficios. Muy al contrario, hay que tener cuidado con una de sus consecuencias: la lesión por frío no congelante. Es decir, daños en los nervios de pies y manos de forma permanente que causan hormigueos y falta de sensibilidad. Es importante consultar antes con tu médico en cualquier caso.
«La grasa parda es un conjunto de células de nuestro organismo que se activa cuando hacemos ejercicio y también cuando nuestro cuerpo siente frío»