REPENSAR LA SEGURIDAD DE OCCIDENTE ( Y II)
SE hace preciso potenciar la solidaridad interna y externa, lo cual es lo mismo que invertir en el mejor de los futuros, diseñando escenarios acordes con el progreso y una cultura de seguridad y de defensa que confiera estabilidad a los procesos de cambio y de afianzamiento social, económico y político, dentro de la democracia y los derechos humanos. La prospectiva puede contribuir a la construcción de los escenarios deseados, de igual manera, a la de los no deseados, de forma decidida, para evitarlos. Como es lógico, habría que optar por los más apetecibles. Hay que definir y preparar el futuro y no dejar que este nos asalte, en una pesadilla de la que sería difícil escapar.
Los gobiernos, organismos, … han de poner de su parte y tener presentes el clamor de los ciudadanos y el sentido común, dentro del respeto interior y exterior, en el ámbito del derecho internacional humanitario. Hoy, cuando tanto se discute sobre el desarrollo de los pueblos, cobra un valor de primer orden la estabilidad de cada país en relación a su seguridad y su defensa. Es preciso que la libertad de las personas y las instituciones venga avalada por un marco de respeto total, dentro del Estado de Derecho, en el que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas se conviertan en garantes de derechos y libertades.
Los ciudadanos han de acceder a una formación en la que se asuma que la cultura de seguridad y de defensa es uno de los pilares de la independencia de un país, así como el respaldo de las prácticas democráticas, en un sentido muy amplio. Los países desarrollados tienen la obligación moral y material de ayudar al avance de los que se encuentran en un nivel socioeconómico y político precario, mejorable y perfectible. Las continuas crisis migratorias, por ejemplo, vienen a poner de relieve que es sensato apoyar a los pueblos más necesitados en sus propios enclaves. El concepto de fronteras extendidas o avanzadas no ha de confundirse con el antiguo sistema de dominio colonial, sino que supone trasladar los esfuerzos de cooperación y solidaridad con los países necesitados hacia sus propios espacios materiales. La evolución social, económica y política de pueblos y países puede determinar una reducción de tensiones en estos y de conf lictos proyectados hacia el exterior. Esto tal vez tendría una incidencia en el aminoramiento de guerras y en la disminución de movimientos migratorios incontrolados, a la vez que afianzaría la estabilidad y la seguridad, en general. Por añadidura, la defensa se podría centrar en riesgos y amenazas de otras estirpes y alcances.
Se trata de ayudarlos solidariamente, en el entendido que de esa manera también Occidente y los países desarrollados avanzarán adecuadamente, al verse aligeradas algunas tensiones graves.
Las instituciones científicas deben contribuir al desarrollo de los pueblos, a través de la puesta en práctica de líneas de trabajo e investigación adecuadas a tal propósito. La Academia Iberoamericana de La Rábida, con una implantación en Andalucía y el mundo, cuenta con científicos que pueden aportar mucho en este sentido. Si a ello se une su vocación de impulsar acciones investigadoras, culturales y solidarias, se halla en disposición de poner al día alternativas viables y democráticas y entre ellas las que pongan en valor la cultura de la seguridad y la defensa, de Occidente y de todos los pueblos comprometidos con el bien de la Humanidad.
Desde Andalucía se puede hacer mucho por diseñar e impulsar acciones investigadoras y culturales que redunden en la mejora de la seguridad y la defensa, a la par que de la cultura inherente a ellas. Los últimos acontecimientos en materia de inmigración, ejemplificados en las costas andaluzas, aunque también en diferentes lugares del mundo, dan a entender que los problemas emergentes en seguridad y defensa en zonas muy alejadas de Occidente tienen una repercusión elevada en los solares en que nos hallamos. Muchas de las personas migrantes huyen, sencillamente, de la guerra, las penurias, las persecuciones de distinto tipo y el hambre. De ahí que sea tan crucial trabajar para que, entre todos, se construya una situación acorde con el sentido común y el bien de los pueblos.
No estamos solos. En diferentes espacios y con distintas organizaciones, gubernamentales o no, supranacionales, etcétera, se vislumbra un panorama que puede concebirse como alentador, en tanto aunando esfuerzos es viable alcanzar destacados logros. Por ello resulta tan importante que todas las personas e instituciones entiendan que la cultura de seguridad y de defensa no es una alternativa de contundencias orientadas al sostenimiento de privilegios ni amenazas, sino todo lo contrario.