El caso Benalla sume a Francia en la mayor crisis política de la era Macron
Un asesor de seguridad del presidente francés es detenido por hacerse pasar por policía y agredir a manifestantes en el Primero de Mayo
El caso Benalla, desatado por la agresión a manifestantes de un jefe de seguridad de la Presidencia francesa que se hizo pasar por policía, está provocando la mayor crisis política del mandato de Emmanuel Macron, ante las sospechas de que el Gobierno trató de silenciar los hechos.
Cada nueva información sobre el escándalo desangra un poco más a Macron y su Ejecutivo, que comienzan a verse acorralados por una oposición que ya pide dimisiones.
En el foco de las críticas está el ministro del Interior, Gérard Collomb, quien supo desde el día siguiente al suceso, acaecido durante las protestas del 1 de Mayo, que el encargado de la seguridad en los viajes de Macron, Alexandre Benalla, había golpeado a manifestantes mientras lucía distintivos y un casco policiales.
El Palacio del Elíseo informó de que va a despedir a Benalla. Para muchos, el anuncio llega tarde. La pregunta que flota en el aire es por qué las autoridades no pusieron en conocimiento de la justicia –como estipula el Código Penal– el presunto delito cometido por ese miembro del círculo más cercano al mandatario.
Después de que el diario Le Monde difundiese el miércoles el vídeo que ha destapado el escándalo, la Fiscalía abrió una investigación preliminar, por la que Benalla fue detenido y acusado de actos de violencia y usurpación de funciones.
Junto a él también ha sido arrestado Vincent Crase, respon- sable de la seguridad del partido de Macron que trabajaba para la Presidencia y que, al igual que Benalla, había sido autorizado para asistir a la manifestación como “observador”.
El caso salpica en primera persona al jefe de gabinete de Macron, Patrick Strzoda, quien declaró ante la Fiscalía y que fue el responsable de la sanción de 15 días sin empleo y sueldo con la que fue castigado Benalla cuando conoció los hechos.
Mientras, el Gobierno trata atropelladamente de enmendar todo aquello que no hizo mientras el asunto permaneció en la sombra. El Ministerio del Interior suspendió a tres policías que supuestamente filtraron a Benalla las imágenes de sus desmanes tomadas por unas cámaras de videovigilancia.
Pero eso no ha servido para explicar por qué Collomb no actuó con mayor contundencia desde el principio. El ministro, el más antiguo aliado de Macron y pieza clave en su triunfo electoral, comparecerá el martes ante el Senado para explicar su inacción.
La temperatura ha subido y varios grupos políticos, como los socialistas, reclaman su dimisión. Otros, como el izquierdista JeanLuc Mélénchon, llegaron a pedir una moción de censura contra el Gobierno al considerar que es el primer ministro, Edouard Philippe, el responsable último de esta situación. Además, los medios hablan de la extrema cercanía Benalla con Macron por la que gozaba de privilegios que obligan a cuestionarse sobre la verdadera naturaleza de su relación.