Horas bajas para el turismo rural
La Sierra de Cádiz se prepara para un puente sin visitantes con hoteles y restaurantes cerrados
Muchos son el relevo de las primeras familias que se atrevieron a abrir un negocio relacionado con el turismo en la Sierra de Cádiz cuando nadie daba dos duros por este destino rural. Y lo están pasando mal. Algunos se están comiendo los pocos ahorros que tienen tras un año imposible para sacar la cabeza por las restricciones de movilidad que acarrea el Covid19 y el exponencial aumento de contagios en este otoño. Otros han tenido que echar manos del banco con préstamos para poder ir tirando. Y los más han cerrado a cal y canto, de manera temporal, desde que se decretó hace un mes el cierre perimetral a pocos días del puente de Todos los Santos. De los siete hoteles con los que cuenta Grazalema, sólo uno permanece abierto para dar cobertura a trabajadores desplazados de fuera para realizar una actividad concreta. Tres de los bares que rodean a la plaza del Ayuntamiento de El Bosque tienen la persiana echada hasta nuevo aviso. Idéntica visión se repite en el tramo que va del Paseo a las calles Corredera y Boliche, en Arcos, con establecimientos hoteleros de mucho peso con las puertas cerradas. Una imagen muy alejada de lo que sería este otoño si el bicho no se hubiera cruzado en nuestras vidas ya que todos estos establecimientos estarían engrasando la maquinaria para abordar con llenos el próximo puente de la Constitución.
“En pueblos pequeños como El Bosque la hostelería vive de la gente de fuera. Y ahora es imposible. Estamos entre un 5% y un 10% de facturación gracias, sobre todo, a vecinos de aquí, que sé que vienen para echarnos una mano. Tengo trabajadores que llevan 20 años conmigo y no los puedo despedir.”, dice Antonio Horacio Calvillo, el dueño del restaurante y apartamentos Casa Calvillo, ubicado en la plaza bosqueña del Andén. Fue uno de los primeros negocios turísticos de la zona, con más de 50 años de historia.
“Vamos a ver el 10 de diciembre, después del puente, si se levanta el cierre perimetral o se da una solución a esto”, explica. Cogió hace 20 años las riendas de esta venta que está a la entrada de El Bosque. Lo hizo de la mano de su padre, que forma parte de una estirpe de emprendedores locales, que abrió en su época la primera piscina y la primera discoteca de la localidad. Calvillo, como muchos otros, está tirando de los ahorros y de aplazamientos para poder hacerse cargo de todos los costes que suponen el mantenimiento del local, seguros sociales, pago de autónomos, sueldos de la plantilla y pago a proveedores. “No hemos recibido ayudas. Si se tomó la decisión del cierre perimetral tenían que haber tenido en cuenta a los pueblos pequeños”, apostilla.