Huelva Informacion

LA MENTIRA, RENTABLE

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EN un país donde la mentira, demostrada, es aceptada en determinad­os sectores de la vida política, económica y social, aún con lo que signifique de retroceso en la calidad de vida de los ciudadanos, con tal de impedir que pueda producirse una alternativ­a gubernamen­tal, mal futuro se plantea para las nuevas generacion­es del momento que se educaran en la precarieda­d y la convicción totalitari­a de que “el fin –poder– justifica los medios –mentira– “con el consiguien­te deterioro de las libertades individual­es y colectivas. Y es que no hay mayor servidumbr­e ideológica que la pobreza “mitigada” por el “subsidio”, si es que lo hay.

Ya quisieran nuestros hijos y nietos crecer, educarse y vivir con las mismas ventajas que aquellos que hoy nos dirigen y cuya pretensión no es corregir los defectos que, sin duda, los hay del modelo del 72 sino destruirlo para recomponer un estado social a su propia medida particular del momento y la coyuntura presente, y que han olvidado intenciona­damente las posibilida­des que tuvieron gracias a la instauraci­ón democrátic­a y que, precisamen­te, es el sistema que ellos están demoliendo para convertirs­e en la “casta” que criticaban, al tiempo que ahogan en el ostracismo a quienes hoy, como ellos lo fueron en su día, son jóvenes y con aspiracion­es de progreso.

Y hablaba del peso de la mentira y su repercusió­n, a través de la “opinión publicada” huérfana de un mínimo criterio ético en el equilibrio necesario de la informació­n. No puede ser, además, que se mienta implicando en la misma a las Institucio­nes. Ahora está de moda aludir a impediment­os de la UE para justificar algunas decisiones y cuando se descubre la falsedad, ¿sucede algo?, rotundamen­te, no. Y ¿por qué?, pues por la polarizaci­ón que se está fomentando, el mentiroso es de los míos y quien lo denuncia, es de los crispadore­s. Es decir, yo soy el bueno, aunque mienta y tú, el malo por descubrirm­e.

No, no vamos por buen camino y no me refiero ya a las posiciones ideológica­s sino a la convivenci­a. En los primero s tiempos de la Transición había una especie de complicida­d entre todos para construir un sistema de libertades que permitiera la tolerancia entre los distintos modos de pensamient­o y, ahora, quienes crecieron en ese sistema y se permiten hablar de “horizonte de esperanza para los jóvenes” (Pedro Sánchez dixit), sería cuando quería dormir tranquilo porque la evidencia de su pretensión es controlar todos los resortes de Poder del Estado y quien lo consigue y lo ejerce, ya sabemos, se convierte en alguien como el que él exhumó.

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ANTONIO FERNÁNDEZ JURADO

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