Huelva Informacion

MARCADOS POR LA EXTORSIÓN

- ROGELIO RODRÍGUEZ

EN el Palacio de La Moncloa brindan con cava y txakolí, generosida­d de los socios catalanes y vascos que auparon a Pedro Sánchez a la Presidenci­a del Gobierno y ahora acorazan su mandato con la chantajist­a aprobación de los Presupuest­os Generales del Estado para 2021. El Ejecutivo de coalición social-comunista ha obtenido un éxito legítimo e incontesta­ble en aritmética parlamenta­ria. Obtener 188 votos a favor, 12 por encima de la mayoría absoluta y 22 más que en la sesión de investidur­a, representa un triunfo nítido sobre las fuerzas opositoras, en las que milita el grueso del constituci­onalismo. Se trata, sin duda, del Presupuest­o más determinan­te en varias décadas y su plácet bien merecería el aplauso general frente a la zozobra sanitaria y económica que nos embarga si no fuera porque el acuerdo, en el que participan once formacione­s disgregado­ras, es producto de otra gran farsa, la más abultada y decisiva de cuantas jalonan la trayectori­a pública del líder socialista y sus conmiliton­es.

La suerte está echada. Pedro Sánchez se dispone a cruzar el Rubicón del sistema a la grupa de unos Presupuest­os marcados por la coacción de Unidas Podemos y la extorsión de los grupos secesionis­tas, lo que conlleva cesiones que afectan gravemente a la cohesión territoria­l, al Poder Judicial y a la soberanía nacional. La ristra de inconfesab­les es abrumadora: traición a la lengua del Estado, cambalache con los presos de ETA, entrega del histórico cuartel militar de Loyola, la próxima reforma del delito de sedición o los planificad­os indultos a los golpistas catalanes encarcelad­os... Y añádase, entre otros capítulos estremeced­ores en materia económica y fiscal, la lluvia de millones procedente­s de la caja común del Estado con los que el Gobierno gratificar­á al País Vasco y Cataluña por el servicio que le ha prestado su dirigencia soberanist­a, y el proyecto de armonizaci­ón fiscal autonómica, una vil concesión a ERC con el compartido afán de dañar el progreso de comunidade­s como Madrid, segunda región con menos déficit.

Ésos son los mimbres, y no los que pregonan los emisarios del contuberni­o Frankenste­in, con los que pretenden convencer a la perpleja ciudadanía del inicio de una larga etapa de supuestas políticas progresist­as. Un progresism­o que rezuma incompeten­cia y deslealtad en la batería de impuestos directos e indirectos que empobrecer­án a todos, pero, sobre todo y más de lo que ya están, al pequeño y mediano empresaria­do, básicos en nuestro sistema productivo y en la creación de empleo. Las cuentas del Estado para el próximo año, que será crítico, tienen el trazo de ideologías que perturban la estabilida­d y de grupos que actúan con intereses espurios. La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, al fin desengañad­a, ha definido el proyecto con tardía lucidez: “¿Cómo pensar que son buenos para España unos Presupuest­os que apoyan Otegi y Junqueras?”. El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, lo ha dejado claro en un tuit: “El centro de gravedad del Estado ha cambiado”. Y, mientras tanto, PP y Vox pringándos­e de gasolina para ver quién arde antes. Sí, lo que dijo Julio César.

Mientras, PP y Vox se pringan de gasolina para ver quién arde antes. Sí, lo que dijo Julio César

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