Francia aprieta la soga en las negociaciones por el ‘Brexit’
El país galo amenaza con el veto si hay un acuerdo que no le satisfaga Barnier se queda en Londres tras estar a punto de irse todo al traste
La UE y el Reino Unido se adentraron ayer en el punto crítico de las negociaciones posBrexit, en el que todo puede saltar por los aires o, como aún parece probable, alcanzar en pocos días un acuerdo, aunque sea de mínimos. Pese a que Londres emitió negras señales a lo largo del día, las conversaciones continúan y el negociador jefe comunitario, Michel Barnier, decidió anular su regreso a Bruselas y quedarse en la capital británica.
El portavoz del primer ministro británico, Boris Johnson, subrayó que el diálogo está en “un punto muy difícil” y que aún deben “superarse varios asuntos”, entre ellos el futuro de la pesca, pese a que “queda poco tiempo” para que termine el período de transición posBrexit, que expira el 31 de diciembre. “Lo cierto es que no podremos consensuar un acuerdo que no respete nuestros principios fundamentales de soberanía, pesca y control de las fronteras”, añadió.
En ese mismo tono pesimista se expresó el ministro británico de Empresas, Alok Sharma, quien en declaraciones a la cadena BBC reconoció que “ciertos asuntos complicados todavía deben resolverse” para cerrar un pacto.
El Reino Unido y la UE tratan de acercar posturas en áreas conflictivas como la gestión de las cuotas de pesca, las normas de competencia entre empresas y los mecanismos para resolver disputas.
Bruselas se prepara también para un fin de semana que se antoja decisivo, después de que países como Francia hayan lanzado advertencias públicas a Barnier para que no vaya más allá de las líneas negociadoras que le han fijado los Veintisiete. Para Londres, es precisamente París quien ahora está alejando la posibilidad de un acuerdo.
Sin embargo, no son pocos los analistas que en Gran Bretaña interpretan estos desplantes de última hora como una teatralización de las diferencias, pues el pacto resultante contendrá a buen seguro compromisos que no satisfarán a todo el mundo.
El jefe negociador europeo informa periódicamente a los embajadores de los estados de los avances a un pacto y se esperaba su ra lograr un acuerdo a pocos metros del precipicio, en concreto en un capítulo sensible para los galos como es la pesca. “Si hubiera un acuerdo que no fuera bueno según nuestro análisis y no se correspondiera con nuestros intereses, nos opondríamos”, explicó.
También Bélgica, Holanda o Dinamarca están entre los más interesados en mantener un acceso a las aguas británicas lo más similar posible al actual, un concepto al que se opone el Reino Unido.
Suceda lo que suceda, hay sectores que en el Reino Unido ya han mostrado su discrepancia total con el curso de los negociaciones, especialmente el financiero, como hizo ayer la responsable política de la City de Londres, Catherine McGuinness. El distrito financiero de la capital británica ve “irracional” y “decepcionante” que el Gobierno de Johnson haya antepuesto los intereses del pequeño sector pesquero a los del mucho más rentable de las finanzas en su negociación con la UE. “Es poner la política por delante del pragmatismo”, declaró McGuinness.