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Lágrimas de Liverpool en la Manchester catalana

El día del décimo aniversari­o del asesinato de John Lennon ETA mató en Sabadell a seis policías nacionales que iban a la Creu Alta

- Francisco Correal

Hoy se cumplen cuarenta años del asesinato de John Lennon. El décimo aniversari­o de aquel crimen contra uno de los iconos de la cultura universal pasó desapercib­ido en Sabadell. El día de la Inmaculada de 1990, hoy hace treinta años, dos integrante­s del comando Cataluña de ETA hicieron explotar un coche-bomba al paso de un furgón de la Policía Nacional provocando la muerte de seis agentes. El atentado tuvo lugar a cien metros de la comisaría de Sabadell y el convoy policial, formado por dos furgones, se dirigía a la Nova Creu Alta para prestar servicio en el partido Sabadell-Málaga de Segunda División. Los terrorista­s sabían que cada dos semanas los policías hacían el mismo recorrido. En Sabadell, la Manchester catalana como se conoció a la ciudad en el siglo XIX por el auge de su industria textil, apenas quedaron lágrimas para llorar por el recuerdo del músico de Liverpool asesinado por un enajenado junto a su casa de Nueva York. Algo sí hubo en común entre Lennon y los seis policías asesinados. El músico británico quería llegar pronto a casa para ver a su hijo Sean, que tenía cinco años, antes de que se durmiera. Nunca vio cumplido ese deseo. Lo mismo les ocurrió a los trece huérfanos que aquel 8 de diciembre de 1990, a año y medio de los Juegos Olímpicos de Barcelona, perdieron a sus padres.

Treinta años después, todavía resuenan las palabras pronunciad­as durante su homilía por Ricard Maria Carles, arzobispo de Barcelona: “¿No dice nada a vuestros corazones el que ayer a esta hora trece niños tenían padre y esta mañana de domingo esos trece niños ya no tienen padre y que la vida de estos niños ya no será nunca como lo ha sido hasta ahora?”, frase recogida en el libro Vidas Rotas de Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey.

Los dos etarras que participar­on en el atentado, Juan Carlos Monteagudo, ex miembro de Terra Lliure, y Juan Félix Erezuma Uriarte, no debieron verse interpelad­os por la pregunta del obispo barcelonés porque cinco meses después, el 29 de mayo de 1991, detonaron la carga explosiva de un coche-bomba junto a la casacuarte­l de Vic provocando la muerte de nueve personas, entre ellas cuatro niños. Uno de los dos guardias civiles asesinados en el atentado de Vic, Juan Chincoa, había nacido en Martín de la Jara, pueblo de la Sevilla jornalera, tenía 31 años, también perdió a su esposa, de 26 años, y dejaron huérfana a una niña que no había cumplido los dos años.

Los autores de los dos atentados de Sabadell y de Vic, los más cruentos cometidos en Cataluña desde el de Hipercor en Barcelona de 19 de junio de 1987 que se cobró 21 víctimas mortales, murieron un día después de la masacre de Vic en el municipio de Lliça de Munt en un enfrentami­ento con agentes de la Guardia Civil y fueron tratados como mártires por buena parte de la izquierda abertzale.

El trigésimo aniversari­o del atentado de Sabadell vino precedido por el apoyo de Bildu a los presupuest­os general del Estado. El día que se hizo público ese apoyo, Carlos Alsina entrevistó en Onda Cero a un supervivie­nte del atentado y a la viuda de uno de los policías asesinados. Ese mismo día, el presidente de Extremadur­a, Guillermo Álvarez Vara, mostró su desacuerdo con los socios que se había buscado el presidente del Gobierno, aunque después fue obligado a retractars­e de esas críticas.

Se entiende la reacción inicial del presidente extremeño. La mitad de los seis policías asesinados en Sabadell eran originario­s de Extremadur­a: Ramón Díaz García, 42 años, de Casillas de Coria (Cáceres); Eduardo Hidalgo Carzo, 43 años, de Badajoz; y Miguel Marcos Martínez, de Cilleros (Cáceres). Completaba­n la nómina de fallecidos Juan Gómez Salar, 36 años, natural de Barcelona; Francisco Pérez Pérez, 29 años, de Torre del Bierzo (León), que llevaba tres meses casado; y

Juan José Escudero Ruiz, 52 años, el más veterano, granadino de Gor, que era quien conducía el furgón policial, que llevaba 22 años de servicio en la comisaría de Sabadell.

Extremeños, andaluces, murcianos, manchegos contribuye­ron en diferentes oficios a que Sabadell creciera como una amalgama social y demográfic­a. Con más de 200.000 habitantes, en Andalucía sería la quinta capital más poblada. Como otros extremeños, los tres policías asesinados habían encontrado en Cataluña su tierra de arraigo. El mismo itinerario migratorio de la familia del novelista Javier Cercas, cacereño de Ibahernand­o, que el año pasado ganó el premio Planeta y volvió a sus orígenes extremeños en la novela El monarca de las sombras. Aunque nacidos en Cornellá de Llobregat, José y David Muñoz Calvo, componente­s del dúo Estopa, son hijos de extremeños de Zarza Capilla (Badajoz) que regentaban el bar La Española frente a la comisaría de esa población barcelones­a.

A las once y cuarto de la noche del 8 de diciembre de 1980 declararon muerto a John Lennon por los disparos de Mark Chapman, el guarda jurado obsesionad­o con los Beatles y El guardián entre el centeno, la novela de J. D. Salinger. El atentado de Sabadell tuvo lugar poco antes de las cinco de la tarde. El partido empezaría poco después y sorprenden­temente se disputó. Ganó el Sabadell con un solitario gol de Barberá. La victoria más amarga. El médico del Málaga contó que el furgón objeto del atentado iba a ser inicialmen­te el que acompañarí­a al equipo, pero se retrasó en su salida… y nunca llegó.

Los que participar­on en aquel partido de fútbol nunca olvidarán tan trágicos prolegómen­os. Al Málaga lo entrenaba el marroquí Ahmed ben Barek, ídolo malacitano. El equipo lo formaban jugadores de la cantera mezclados con retales de veteranía como el sevillista Antonio Álvarez o el gaditano Chano. En la media jugaba Makanaky, que ese verano había disputado el Mundial de Italia con Camerún. Y dos hijos pródigos de la tierra que habían vuelto: el portero Fernando Peralta, que regresó cuando el ruso Dassaev lo relegó a la suplencia en el Sevilla; y Esteban Vigo, que había coincidido con Maradona en el Barça.

Igual que Lennon, como él Ramón, Juan José, Juan, Eduardo, Miguel y Francisco tampoco pudieron ver a sus hijos dormidos. Por los años de servicio eran muy queridos en Sabadell, la patria chica del cantante Sergio Dalma, el actor Albert Pla, el diseñador Antonio Miró, el nadador David Meca o el torero Finito de Córdoba. Cinco meses después, los mismos asesinos que dejaron ese reguero de huérfanos acabaron con medio jardín de infancia en la casa-cuartel de Vic. La masacre pudo ser mayor, pero la mayoría de los guardias civiles estaban de servicio en la cobertura de una carrera comarcal para homenajear al ciclista Melchor Mauri, hijo de Vic, que había ganado la Vuelta Ciclista a España.

Quince años después del atentado, el 8 de diciembre de 2005, se les tributó a los seis policías de un homenaje en la plaza Ernest Lluch de esa localidad, con el nombre del exministro socialista asesinado una década después en el garaje de su casa de Barcelona. Todavía no regía la bula infame suscrita por Carod-Rovira en Perpiñán con los etarras para que no atentaran en Cataluña. El día del homenaje se cumplían 25 años del asesinato de John Lennon, que da nombre a una avenida en la populosa ciudad de Sabadell donde juega el equipo arlequinad­o.

Hubo un homenaje póstumo a los policías en la plaza Ernest Lluch, víctima también de ETA

Los agentes iban de servicio al partido de fútbol entre el Sabadell y el Málaga

 ?? EFE ?? Homenaje en la plaza Ernest Lluch, de Sabadell, a los policías asesinados, el 9 de diciembre de 2015.
EFE Homenaje en la plaza Ernest Lluch, de Sabadell, a los policías asesinados, el 9 de diciembre de 2015.

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