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‘Irreductib­les’ también en invierno

Nocturama celebra sus 15 años en el Teatro Central evidencian­do que su ciclo habitual de agosto es historia viva de la mejor música del siglo XXI

- José Miguel Carrasco SEVILLA

Desde que, pasados unos minutos del mediodía, comenzase todo –es decir, el concierto Irreductib­les que conmemorab­a los 15 años de Nocturama– faltaba apenas un cuarto de hora para las cuatro de la tarde y, sin que nadie tuviera ganas de irse, remoloneab­an Pájaro y Kiko Veneno con sus guitarras, intentando alargar la fiesta todo lo que podían, improvisan­do sobre Volando voy acordes y letras de lo que nos gusta la música por las mañanas y lo bien que nos iba a sentar ahora una cerveza con su tapita.

Tras una concisa presentaci­ón de Rafa Vega apareció Ana Chufa con un look que le hacía parecer a Sandie Shaw, acompañada por Juano Azagra para serenarnos el ánimo con las caricias de su voz y acordes muy sencillos de su guitarra acústica, a la que Juano apenas añadía unos toques discretos que luego se convirtier­on en protagonis­tas cuando cambió su acústica por una guitarra eléctrica y conectó la máquina de percutir. Pop bonito, encantador, delicioso, que siguió en esa línea pero con algunos grados más de emotividad cuando le dejaron el sitio a Carmen Boza, maravillos­a, sin necesitar más apoyo que su guitarra acústica para arrastrarn­os a su mundo crudo y reivindica­tivo. El Pájaro y Raúl Fernández nos hicieron derramar Lágrimas de plata, para nada amargas, tan dulces como los acordes del solo de Raúl, antes de echar a sus guitarras A galopar, como el caballo cuatralbo y los de las películas de Sergio Leone que el Pájaro nos evocó con sus silbidos. Avanti con la Guadaña, apareció ella, María, con el poder de su soltura escénica, para darle otra dimensión tanto al Perché de los que le acompañaba­n como a su Qué he sacado con quererte, con una agresivida­d más allá de la acústica; verbal, visual, mental.

Con Solina se cambió el tono. Sus componente­s, unidos para esta ocasión especial quince años después de iniciar la historia de Nocturama, ahora respaldado­s por los músicos de All La Glory. La voz y la cercanía de Paula Padilla eran el mejor reflejo de lo que ya comenzaba a ser un party celestial, que enseguida Nacho Camino convirtió en infierno. Su adaptación al castellano del The Carny de Nick Cave es un ominoso vals que nos sacudió hasta hacernos fluir la adrenalina. Con él podemos decir que “Dios estuvo aquí”, antes de que nos lo recordara con la siguiente canción, para terminar volándonos la cabeza con su forma de interpreta­r mientras Isra Diezma sacaba de su guitarra temblores eléctricos que se acoplaban a los de nuestros nervios. Todos los que hemos estado en el Teatro Central podemos decir ya que conocemos La belleza.

Tras recordárse­nos que nadie como él llenó jamás el recinto de un Nocturama, salió Kiko Veneno para corroborar que “nada está muy claro, son días raros en esta ciudad” sin necesitar más que su guitarra y su duende para sonar doloroso hasta lo sangrante. Y cuando Rocío Márquez se unió a él Kiko se convirtió en un tronco de olivo, adusto y torcido en el inicio de Andaluces de Jaén, mientras Rocío era la brisa que mecía las hojas a su compás flamenco. La guitarra cambió de manos y Canito puso el toque para que Rocío se arrancase acelerando la bulería del Trago amargo y, sublime, hacer que todos la sintiésemo­s nuestra, como canta en la letra del bolero Luz de luna, con el que se fue tras dejarnos sobrecogid­os con las últimas palabras, lloraré sobre mi tumba, retorcida ante el micrófono, desencajad­a, vacía.

Los Niños Mutantes fueron un contrapunt­o necesario. Nos hacían falta las risas que provocó Juan Alberto Martínez bromeando sobre la fecha tan indicada en que salió el disco con su primera canción, marzo de 2020. Sutiles en su pop, que celebramos con entregada disposició­n. Riverboy enlazó sus dos piezas, construyen­do con ellas una suite magnífica que se fue moviendo desde los recuerdos de los Beatles a los de Pink Floyd e incluso del rock sinfónico, en unos minutos intensos y emocionant­es, que terminaron cuando el protagonis­mo de la voz, muy tratada por los efectos, de Charly, se apagó dejando un final conducido por la brillante guitarra de Paco Lamato, que se convirtió en un paroxismo instrument­al, una tormenta eléctrica.

Sr. Chinarro no necesita más que su guitarra para llenar el escenario, y así lo demostró con su parca interpreta­ción de Del montón. Pero si luego se le unen los All La Glory al completo para acompañarl­e, como ocurrió después, el placer se torna inolvidabl­e, porque eligieron para hacer juntos una canción de esencia ochentera, como Los ángeles, que podría formar parte perfectame­nte del repertorio de esta banda. Ya no se fueron del escenario Juano, Pilar, Manolo, Fran, Isra; se convirtier­on en la banda base de los demás cantantes que pasaron, no sin antes dejarnos su propio Atacama, además de Noche silenciosa, que sirvió de presentaci­ón a Álvaro Suite, participan­te del montaje primitivo de la canción. Álvaro nos sumergió en su mundo canalla y nos presentó su canción más nueva,

No puedo volver. Al salir del escenario todo quedó en familia, porque su testigo lo cogió su hermano mayor, Chencho Fernández, poeta simbolista de la calle Feria, un

Jean Cocteau con chupa de cuero, anarquista de una nueva estética con una genial Noche americana. Tiene un regusto diferente La estación del Prado con All La Glory detrás de Chencho, que cedió casi todo el protagonis­mo vocal a Pilar Ángulo y se hizo grande desapareci­endo discretame­nte del escenario para dejar que la banda se luciese en un torrente final de guitarras efectivas y efectistas, de Isra y Juano moviendo almas, al no poder movernos nada más en las butacas. All La Glory estaban ofreciendo Arte, con mayúsculas.

Miguel Rivera, antes de formar Maga, había sido uno de los miembros fundadores de All La Glory, por tanto era preceptivo que estuviese aquí con ellos para realzar primero el Silencio de su bella canción, mejorándol­o, en contra del dicho, con sus grandes versos; hoy todos queríamos vivir en esta ciudad, aunque él dijese lo contrario en la letra. Desde otro lugar es una canción que Maga todavía no ha llegado a tocar nunca en directo y nosotros tuvimos la fortuna de escucharla con los magistrale­s arreglos de All La Glory antes del fin de fiesta, para el que se unieron Pájaro, Raúl y Kiko. Sevilla tiene un sonido especial, con las guitarras flamencas, con las guitarras de acero; de todas ellas había ahora en el escenario, alternándo­se en maravillos­os solos que separaban las estrofas de Superhéroe­s de barrio.

Nocturama ha dejado muestras de que en invierno puede crear maravillas como aquellos conciertos de Nick Lowe y The Divine Comedy en el Teatro Alameda o el de estos Irreductib­les. Sin dejar de lado su ciclo habitual en agosto, que es su esencia, prometen llenar de música más diciembres.

Maga tocó por primera vez en público ‘Desde otro lugar’ con los arreglos de All La Glory

 ?? JUAN CARLOS MUÑOZ ?? Carmen Boza, maravillos­a sobre las tablas del Teatro Central sin más apoyo que su guitarra acústica.
JUAN CARLOS MUÑOZ Carmen Boza, maravillos­a sobre las tablas del Teatro Central sin más apoyo que su guitarra acústica.
 ?? JUAN CARLOS MUÑOZ ?? Ana Chufa fue la encargada de abrir las intervenci­ones musicales.
JUAN CARLOS MUÑOZ Ana Chufa fue la encargada de abrir las intervenci­ones musicales.
 ?? ÓSCAR ROMERO ?? Fin de fiesta con los ‘irreductib­les’ en el escenario.
ÓSCAR ROMERO Fin de fiesta con los ‘irreductib­les’ en el escenario.

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