Desafíos para acercar en 2021 las nuevas fronteras de la Medicina
● Los avances en terapia celular y secuenciación establecen retos incipientes
Este 2020 la investigación ha estado en gran parte centrada en la pandemia de la Covid-19. Pero la ciencia y la Medicina siguen avanzando en otros muchos campos. Por ello, ya con vistas al 2021, diferentes expertos han abordado los retos de las terapias avanzadas y la inteligencia artificial, que ya están cambiando la práctica clínica tal y como la conocemos. Todo ello en el marco de la Jornada Anticipando la Medicina del Futuro de la Fundación Instituto Roche.
En primer lugar, cabe recordar que las terapias avanzadas son medicamentos de uso humano que están basados en genes, células o tejidos, o una combinación de las mismas. Dependiendo de lo que se trate serán de terapia génica, que se centra en la inserción se secuencias de ácidos nucleicos en las células; terapia celular cuando se basa en células; o ingeniería de tejidos, cuando estos tejidos se modifican para regenerar o reemplazar tejidos humanos.
Pablo Lapunzina, del Instituto de Genética Médica y Molecular del IdiPaz y director científico del Ciberer, exponía que próximamente la sinergia entre ambas estrategias terapéuticas, la génica y la celular, permitirá el desarrollo de tratamientos personalizados, eficaces y seguros.
Para que esta realidad sea posible, el experto señalaba retos como la mejora en el conocimiento de los mecanismos de acción y la necesidad de optimizar la fabricación y el coste. Ejemplo de ello se está viviendo ya con las células CAR-T. Según afirmaba Felipe Prósper, director del Programa de Medicina Regenerativa del CIMA, en España ya se han tratado cerca de 200 pacientes, pero podrían beneficiarse de estas terapias en torno a 500 pacientes, incluso cerca de 1.000 si se incluyesen el mieloma. Más allá de los factores clínicos que condicionan este acceso, ampliar el número de pacientes “supone un coste para el sistema, que en estos momentos seguramente no estamos capacitados para abordar. Los aspectos económicos son muy complejos y no tienen una solución fácil”. Actualmente las terapias CAR–T están destinadas a tumores hematológicos, pero el reto será mayor cuando se plantee su utilización en tumores sólidos, algo para lo que aún queda tiempo. Los expertos matizan que, aunque empieza a haber resultados a este respecto, estos no son tan espectaculares y precisan aún de una mayor investigación.
La Medicina del futuro no solo mejora los tratamientos, sino también el diagnóstico, y en esta área es clave la irrupción de la inteligencia artificial. Actualmente esta tecnología está siendo aplicada en tareas sencillas, que permiten ahorrar tiempo y trabajo a los especialistas. Todo ello también gracias a la capacidad de generar más información con la secuenciación masiva o la monitorización de los pacientes a través de wearables. Esto supone a la vez que los médicos se encuentren con grandes cantidades de datos que es difícil traducir en información útil, y por ello los algoritmos de la inteligencia artificial se han posicionado como la solución más prometedora. Gracias a los mismos, ha sido posible diseñar sistemas de ayuda en la toma de decisión no solo a nivel clínico, sino también para mejorar la gestión del sistema sanitario. En un futuro próximo, la inteligencia artificial será aplicada a tareas más complejas, como detectar la predisposición para desarrollar enfermedades o la predicción de respuestas individuales a los tratamientos. Todo ello conllevará también mejorar la seguridad de los datos y la información que se ofrece al paciente.
Por último, la jornada también abordaba los retos del exposoma, una nueva aproximación que va a ser clave para identificar y medir aquellos factores no genéticos que representan factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades complejas. Por ejemplo, los contaminantes ambientales, los determinantes socioeconómicos, el entorno urbano, los agentes infecciosos o el de estilo de vida. A este respecto surgen retos como la obtención, integración y análisis de estos datos en la práctica clínica, así como la necesidad de metodologías para tratar su enorme complejidad.
El uso de CAR-T en patologías de la sangre no asegura aún su éxito en tumores sólidos