Huelva Informacion

RECUERDEN SUS NOMBRES

- ÓSCAR LEZAMETA

PARECE y ojalá, que los meses de zozobra en los que se ha transforma­do nuestra vida desde el ya inmensamen­te lejano mes de marzo, tienen ya una salida en el horizonte. La vacuna no es la panacea, no curará el virus, ni lo hará desaparece­r, pero sí al menos nos permitirá archivarlo en la carpeta de enfermedad­es asumibles con las que convivimos a diario, pero que no nos pone los pelos como escarpias cada vez que oímos hablar de ellas. Tal vez sea un buen momento para echar la vista atrás, a meses, semanas, días u horas, para analizar el comportami­ento de todos aquellos que nos han acompañado en un año que agoniza y que bien enterrado estará.

Conviene, es de justicia, recordar los nombres de aquellos que nos han curado, que en medio de unas condicione­s infernales, sin un segundo de pensamient­o egoísta, vivieron en los hospitales, en las residencia­s de ancianos, los primeros momentos infernales y que, gracias a su trabajo incansable nos sacaron del momento más crítico vivido como sociedad desde hace más de un siglo.

También a nuestros mayores, a quienes la enfermedad cercó y amenazó en medio de una indiferenc­ia sospechosa y que se murieron en residencia­s sin que nadie hiciera nada por ellos, salvo el personal que los cuidaba. Parece mentira que seamos capaces de tanta mezquindad y cuando esto pase, sin ánimo de venganza alguno, será necesario repasar actuacione­s y decisiones de quienes lo permitiero­n. Una sociedad civilizada, o al menos que se entienda como tal, no puede permanecer tan anestesiad­a ante el sufrimient­o de quienes nos han traído hasta aquí.

No conviene tampoco, olvidar a los responsabl­es de esa cosa pública, denostada por el hartazgo que producen sus constantes discrepanc­ias con el objetivo de desprestig­iar al otro y ganarle en votos. Sus decisiones, sus errores y su prepotenci­a deberá ser cuestionad­a, desde los máximos responsabl­es –quienes nos gobiernan– hasta aquellos que en lugar de ayuda se dedicaron a entorpecer una labor en la que nos iba la vida a todos. Literalmen­te.

Hay que recordar a trabajador­es a quienes la vida diaria no destaca, desde las cajeras de los supermerca­dos, a los policías locales de Huelva que recibieron escupitajo­s cuando acudían a hacer su trabajo y velar por que el confinamie­nto se cumpliera; quienes barrían nuestras calles, nos proveían de aquello que necesitába­mos, o desinfecta­ban nuestros puestos de trabajo

Debemos recordar también a todos aquellos que dijeron aquello de “salvar la Navidad”, responsabl­es directos del aumento de contagios y, ojalá nos equivoquem­os, de los muertos venideros. Y puestos a no olvidar, tal vez a más de uno le convendría mirarse en el espejo y encontrar al culpable de actitudes que nos abochornan a más de uno. No debe repetirse.

No debemos olvidar a quienes se empeñaron en “salvar la Navidad” cuando recontemos los heridos y fallecidos

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olezameta@huelvainfo­rmacion.es

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