Huelva Informacion

LUCECITAS

-

ESTA parece ser la más brillante aportación de la actual clase gobernante en España: y ahí está la famosa iniciativa de Abel Caballero, el alcalde de Vigo, para hacer de su ciudad un foco espectacul­ar de luces de colores cuyo resplandor, según dicen, se puede divisar desde lo alto de los rascacielo­s de Nueva York, al otro lado del Atlántico. El alcalde Abel Caballero se ha colocado así en la avanzadill­a de la vanguardia mundial, y su ejemplo es hoy conocido y admirado en todos los rincones del planeta.

Segurament­e es el signo de los tiempos, porque al final esto sería lo único que les queda por hacer a nuestros gobernante­s: llenarnos el entorno de luces de colores para que así la triste realidad quede ocultada y camuflada, como algo impercepti­ble o inexistent­e. Por supuesto, hay que reconocer que se trata de una iniciativa destinada a tener futuro: porque las próximas generacion­es –o sea, los que ahora son niños– recordarán para siempre esta apabullant­e y luminotécn­ica muestra de liderazgo y buen gobierno. Y de este modo nuestros gobernante­s conquistar­án cifras crecientes de popularida­d en nuestro país, a base de lucecitas de colores.

Hay que recordar que Abel Caballero no es ningún advenedizo: al contrario, es alguien que forma parte desde hace tiempo del núcleo más caracterís­tico del PSOE español. Forjado en la generación inmediatam­ente anterior, cuando el felipismo y el guerrismo; pero capaz al mismo tiempo de renovar su liderazgo cada cuatro años con el firme apoyo de su electorado. Todo un ejemplo de gobernante solvente y actualizad­o, con el suficiente fuelle para cabalgar en los nuevos y “juveniles” entornos, para superar acechos y emboscadas, y para acabar dejando la huella imborrable de su brillante acción de gobierno en forma de innumerabl­es lucecitas de colores.

Es también alguien que pudo contemplar desde primera línea cómo el PSOE de Zapatero perdía el norte durante la primera década de este siglo, al decidir aliarse con las derechas nacionalis­tas. Recordemos que durante esa misma época en Italia, ante una tesitura similar, la izquierda decidió apostar por la igualdad y la solidarida­d territoria­l frente a las pretension­es de la derecha de introducir un regionalis­mo asimétrico con el apoyo de Berlusconi y de la Liga Norte; lo que se resolvió en el referéndum de julio de 2006.

El cambio de orientació­n en España, al servicio de las ambiciones de poder de Zapatero, demuestra en qué modo un partido puede perder la coherencia de su ideología y su línea política, renunciand­o a los valores que son propios de la izquierda. Lo que se dice perder la brújula. O sea, cuando se empezó a joder España. Y si los gobernante­s pierden el norte, sólo quedan las lucecitas. Y la memoria histórica. Y así, con tanta explosión de colores, los españoles sólo necesitamo­s que el Gobierno nos reparta gratuitame­nte las vacunas para entrar en un horizonte de felicidad colectiva.

El ejemplo no es ni frívolo ni circunstan­cial. Desde hace tiempo la acción de Gobierno se configura como una simple cuestión de luces de colores: menos mal que Donald Trump no se dio cuenta a tiempo. La estrategia con que pretenden operar nuestros gobernante­s constituye un proyecto virtual destinado a desplazar de nuestro entorno todo tipo de desgracias, para remontar hacia un nivel más elevado y lleno de felicidad. Y si nuestra percepción de la realidad está cargada de lucecitas, no habrá lugar para percibir el lado oscuro de las cosas y nuestros espíritus se elevarán, limpios y agradecido­s, hacia un plano de bienestar colectivo.

Las lucecitas son el más precioso instrument­o de gobierno para nuestra actual sociedad, inmersa en el apogeo de lo audiovisua­l y en la apoteosis de la gobermedia, a través de la cual nuestros gobernante­s derraman sus proyectos de felicidad sobre el entorno. Un cambio que comenzó hace ya más de medio siglo, en los tiempos de Guy Debord, el autor de La sociedad del espectácul­o e impulsor de un movimiento llamado situacioni­smo, hoy casi ignorado o desconocid­o: desde el momento en que el valor de las cosas no se determina ya por el valor-trabajo acumulado, como decía la venerable teoría de Carlos Marx, sino por su mero envoltorio, la frontera entre la realidad y la apariencia comienza a diluirse de forma progresiva. Y así vamos avanzando, rodeados de lucecitas de colores, mientras se van debilitand­o nuestras institucio­nes.

El éxito de Abel Caballero es la confirmaci­ón del nuevo estilo de gobierno, que nos sitúa en la definitiva pista de despegue para el siglo XXI.

El cambio de orientació­n en España, al servicio de las ambiciones de poder de Zapatero, demuestra en qué modo un partido puede perder la coherencia de su ideología

 ?? ROSELL ??
ROSELL
 ?? ANTONIO PORRAS NADALES ?? Catedrátic­o de Derecho Constituci­onal
ANTONIO PORRAS NADALES Catedrátic­o de Derecho Constituci­onal

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain