El acuerdo de libre comercio, ¿un cuento de Dickens?
● Londres mantendrá un estatus de privilegio en el bloque pero los costes en controles y papeleos serán altos
Evitar el abismo es el “regalo” de esta Navidad del Reino Unido y de la UE para sus ciudadanos y empresas, pero el acuerdo de libre comercio que regirá de forma provisional a partir del 1 de enero de 2021 amortigua, pero no evita, un importante impacto económico, político y social de la ruptura que supone el Brexit.
En el día de Nochebuena, como en un cuento de Charles Dickens, Londres y Bruselas alcanzaron el ansiado pacto a apenas una semana de que sonase la campana del final del periodo transitorio. A sólo siete días de saltar a esa terra incognita, tras diez meses de tiras y aflojas, una negociación final maratoniana y una noche en blanco, llegó el ansiado apretón de manos y en todas las capitales europeas pudo escucharse el sonido del aliento del alivio general.
La relación con el antiguo socio comunitario será privilegiada, pero no idílica. La premisa que siempre ha guiado a la UE en este traumático proceso es que “no se puede estar mejor fuera que dentro” del club comunitario, una especie de aviso a navegantes de carácter disuasorio.
En virtud de lo pactado, el Reino Unido seguirá disfrutando del privilegio de la exención de aranceles y de cuotas en sus intensos intercambios comerciales con otros países de la UE, algo único para un país tercero. Ahora bien, al salir del mercado interior y de la unión aduanera, se imponen los controles y los papeleos sobre mercancías, con su consiguiente coste en tiempo y dinero.
“El Brexit va a costar dinero a la economía europea porque habrá nuevos procedimientos, requisitos y nuevos obstáculos para comerciar entre el Reino Unido y la UE”, advierte Ben Butter, director de la Asociación de Cámaras de Comercio e Industria Europeas (Eurochambres). Butter sabe bien de lo que habla, pues Eurochambres representa a más de 20 millones de empresas en Europa –el 98 % son pymes– a través de sus miembros en 44 países y una red de 1.700 cámaras regionales y locales.
El año pasado, las exportaciones de la UE al Reino Unido fueron de casi 300.000 millones de euros, y al contrario se acercaron a los 190.000 millones de euros.
Y como muestra un botón: no hay una industria que esté más estrechamente integrada en la UE que la automotriz europea, con cadenas de suministro complejas que se extienden por toda la región, señala el director general de la Asociación Europea de
Fabricantes de Automóviles (ACEA), Eric-Mark Huitema, quien ya avisa de que habrá “mucha más burocracia y carga regulatoria para la industria”. Cada año, la UE y el Reino Unido comercian con casi 3 millones de vehículos de motor por valor de 54.000 millones de euros.
Todos los sectores industriales tienen listas sus lupas para buscar si algún diablo se esconde en los detalles, como es el caso de la farmacéutica, que se “tomará el tiempo” para “entender” cómo les afecta el acuerdo.
Tras casi medio siglo de vida en común los lazos entre industrias están muy imbricados. Otro ejemplo de los muchos de esa conexión profunda que el tiempo ha ido tejiendo es la compañía Iberia, integrada en el grupo británico IAG. O en la pesca, que por poco arrastra las negociaciones a un Brexit –aún más– duro, en la que en torno a un 20% de la flota británica pertenece a filiales de compañías europeas. Con este acuerdo, el Reino Unido y la UE no sólo amortiguan la caída en el precipicio sino que salvan su relación, aunque sea a otro nivel, y su posición en el mundo.
Las exportaciones de la UE al Reino Unido fueron de 300.000 millones y a la inversa, de 190.000