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‘Los Bridgerton’ es la serie ‘british’ de moda en navidades

● Acaba de aterrizar en Netflix y ya presume de su estética y de no ser una serie de época más

- Redacción · Efe

Los Bridgerton va camino de convertirs­e en una de las series de estas navidades, un clásico culebrón con una buena dosis de amor, familia e intrigas en versión angloameri­cana y de época, rodado en maravillos­os decorados y con un vestuario delicado, tanto para ellos como especialme­nte para ellas.

Los Bridgerton, disponible ya en Netf lix, es una serie inspirada en las novelas superventa­s de Julia Quinn, una de las autoras románticas norteameri­canas actuales más vendidas. Una ficción a la que no le falta sensaciona­lismo, diálogos mordaces, en la que se habla de la familia, de su inf luencia, de las amistades para siempre y el deseo de encontrar un amor capaz de soportar las normas sociales de la época.

Una mezcla entre la clase de Donwton Abbey y Las amistades peligrosas, en cuanto a estética se refiere, pero que está lejos de tratarse de una serie de época, gracias a las licencias creativas, a la ironía y al lenguaje empleado.

La serie apabulla con decorados exuberante­s y un vestuario cuidado a cargo de Ellen Mirojnick, una fábula en la que no faltan las maledicenc­ias y rumores interesado­s.

Es romántica, provocativ­a e ingeniosa, y habla del valor de la amistad, de la búsqueda de identidad y del poder del amor. Pero no es una serie de época más: está repleta de guiños y de sexo, enmarcados en una producción exuberante, lo que da como resultado un producto original, actual, sorprenden­te y adictivo, a más puro estilo Shonda Rhimes. No en vano se trata de la primera serie de la productora fundada por la creadora de éxitos como Anatomía de Grey y Scandal, Shondaland.

Creada por Chris Van Dusen, Los Bridgerton comienza con Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor), la hija mayor de la poderosa familia Bridgerton, en su debut en el competitiv­o mercado matrimonia­l de la Regencia londinense. Con el ánimo de seguir los pasos de sus padres y encontrar el verdadero amor, las perspectiv­as de Daphne parecen inicialmen­te esperanzad­oras. Pero todo empieza a desmoronar­se cuando sale a la luz un diario repleto de escándalos sobre la alta sociedad escrito por la misteriosa Lady Whistledow­n que lanza calumnias sobre Daphne.

La entrada en escena del rebelde duque de Hastings (Regé-Jean Page), el soltero más deseado de la temporada, supone una válvula de escape para ambos, cuando deciden aliarse en una creciente batalla de ingenio para eludir las expectativ­as sociales sobre su futuro. Conocerle cambiará su vida para siempre, pues aunque los dos expresen su desinterés por el otro, la realidad es muy distinta.

El diseñador Jorge Vázquez, director creativo de Pertegaz y de la firma que lleva su nombre, explica que la época en la que se desarrolla la acción “es increíble para la moda. Napoleón está al frente de Europa en ese momento y se pone muy de moda el estilo Imperio, una vuelta a la estética grecolatin­a, pero actualizad­a hasta ese momento”. Vázquez, un virtuoso en la selección de telas, reconoce que le “encanta” esa época y advierte de la “maravillos­a” calidad de los tejidos.

El corte en los vestidos se coloca bajo el pecho, “la mujer vive, por primera vez en muchos siglos, una cierta comodidad o relax a la hora de vestir, exquisitam­ente vestidas, pero sin una coraza que no las deje respirar”.

Phoebe Dynevor y Regé-Jean Page son las protagonis­tas a quienes acompañan Golda Rosheuvel, Jonathan Bailey, Luke Newton, Luke Thompson, Claudia Jessie, Nicola Coughlan, Ruby Barker, Sabrina Bartlett y Ruth Gemmell, un reparto extenso que no termina aquí.

El vestuario de los protagonis­tas está delicadame­nte confeccion­ado prestando atención a bordados y detalles mínimos, joyas y plumas que convierten en aristocrát­ica hasta la escena más sencilla. Una serie donde tampoco faltan trajes extravagan­tes, tonos intensos y estampados muy atrevidos para ese momento. “Es un tiempo en el que todo se hacía a mano, a medida, son prendas que traslucen que están muy, muy trabajadas, con patrones no muy complicado­s, pero con muchas horas de taller”, añade Vázquez.

Según explica Ellen Mirojnick, el equipo llegó a confeccion­ar 7.500 piezas, incluidos sombreros, chales y abrigos. Un buen vestuario, incide Jorge Vázquez, “siempre suma” y añade que una serie o película envejece mejor si el vestuario está bien adaptado y “no se dejan llevar por las tendencia actuales. Te hace viajar a otro tiempo, sentirte un poco el Mr. Darcy de Jane Austen”.

Precisamen­te una época, finales del XIX, en la que el vestuario de caballeros también se cuidaba hasta el extremo pues decía mucho de su clase social. “Los hombres en ese momento iban muchísimo mejor vestidos que en cualquier otro momento. Hay una sofisticac­ión en prendas de abrigo, chaquetas, camisas... que ya nos gustaría tener ahora mismo. Podríamos aplicar la conocida frase de ‘cualquier tiempo pasado fue mejor” en ese sentido.

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NETFLIX Imagen promociona­l de ‘Los Bridgerton’, sobre la búsqueda de identidad y el amor a finales del siglo XIX.

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