La Iglesia llama a renegar de la eutanasia
● Los obispos animarán a rechazarla “explícitamente” en el testamento vital porque “es un homicidio”
Los obispos españoles animarán a decir “explícitamente” en su testamento vital “que no se les practique la eutanasia” y han mostrado su rechazo a la ley que la regula pues, a su juicio, la eutanasia es “un homicidio”.
“Animaremos desde la práctica pastoral a que en el testamento vital se diga explícitamente que uno no quiere que se le practique la eutanasia, que quiere recibir cuidados paliativos y que tampoco quiere ensañamiento terapéutico”, declaró el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello. Asimismo, precisó, invitarán a los ciudadanos a “la objeción de conciencia”, tanto a los enfermos como al personal sanitario, pues la ley prevé esta posibilidad.
El también obispo auxiliar de Valladolid dijo que los prelados han recibido esta ley de eutanasia “con tristeza” porque supone traspasar “una línea roja” y “violar una convicción básica de la civilización occidental”. Además, los obispos afean que “muchos diputados” han celebrado su aprobación en el Congreso “como un hito, como una fiesta casi, cuando son realidades dramáticas”, y reprocharon al Gobierno “que se autodefine social”, que no haya desarrollado antes otras cuestiones como “la ley de dependencia, facilitar la conciliación laboral o los cuidados paliativos”.
“Sin resolver ninguna de estas cuestiones, ha considerado prioritario, como timbre de orgullo y de haber cumplido una misión histórica, aprobar esta vía de solución de los problemas. Nosotros estamos a favor de la buena muerte, pero pensamos que la buena muerte nunca es una muerte provocada, un homicidio, en definitiva”, subrayó Argüello.
Sobre si consideran la ley suficientemente garantista, el obispo subrayó que no se trata de que “sea suficiente o insuficiente” que la persona tenga que pedir hasta en cuatro ocasiones la eutanasia. A su juicio, aunque “se habla de libertad y autonomía”, se corre el riesgo de que la persona decida solicitarla por “presión del sistema social, sanitario o familiar”.
“Pensemos en otra cuestión de actualidad, el salario mínimo interprofesional, ¿podría una persona decir yo trabajo por menos del SMI? ¿Podría decir yo quiero ser esclavo de esta otra persona? Todos decimos, por sentido común, que hay cuestiones de la propia dignidad que no se someten sólo a la autodeterminación”, argumentó.