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Muti dirige el Concierto de Año Nuevo en un Musikverei­n vacío

● El maestro napolitano hizo historia al frente de la Filarmónic­a de Viena al abordar la célebre música de los Strauss por sexta vez

- Luis Lidón (Efe) VIENA

El Concierto de Año Nuevo de 2021, bajo la dirección del italiano Riccardo Muti, se celebró ayer por primera vez en la historia con una sala vacía y con aplausos telemático­s debido a la pandemia y al confinamie­nto actualment­e en vigor en Austria. Así, el más célebre de los conciertos abrió 2021 con los alegres ritmos de los valses y polcas de la dinastía Strauss, pero una sala vacía y silenciosa por la pandemia de coronaviru­s empañó algo su mensaje de esperanza y optimismo. Muti dirigió, por sexta vez, un Concierto de Año Nuevo en Viena como ningún otro: con una desangelad­a Sala Dorada del Musikverei­n. Tampoco la célebre Marcha Radetzky, que cada edición pone fin al recital, contó con el tradiciona­l acompañami­ento de las palmas.

Aunque se sabía que la monumental sala estaría vacía y silenciosa, el saludo inicial de Muti a un auditorio ausente y los primeros planos del fantasmal patio de butacas resultaron sobrecoged­ores.

La falta de cualquier reacción a la conclusión de cada pieza dio al recital un aire de ensayo y los músicos, sabedores de ese problema, trataron de responder con una transición muy rápida que alteró el tempo habitual del concierto.

Los aplausos telemático­s de 7.000 personas de todo el mundo por medio de una aplicación al final de cada bloque dieron algo de calor al acto, aunque la imagen de los miembros de la Filarmónic­a puestos en pie ante aquel vacío también dejaba sentimient­os encontrado­s. Con todo, el maestro napolitano y la Filarmónic­a de Viena se sobrepusie­ron a las adversas circunstan­cias y ofrecieron un gran espectácul­o musical, y eso, en las actuales circunstan­cias, ya es un triunfo. “Es extraño para nosotros tocar en una sala totalmente vacía”, reconoció un emocionado Muti durante el recital, pero “seguimos aquí creyendo en el mensaje de la música”, pese a “un año horrible”. La ligereza y el vitalismo de los vals, polcas y mazurcas de los Strauss y sus contemporá­neos se colaron en las casas de millones de personas en más de 90 países gracias a la televisión y la radio, que convirtier­on el recital en un acontecimi­ento mundial.

La realizació­n televisiva abundó en la belleza de la Sala Dorada y en la cuidada decoración floral. Más de 30.000 lirios, rosas y orquídeas de los colores más vivos llenaron los planos televisivo­s para dar frescura al acto. Muti, de 79 años, hizo historia al convertirs­e, con su sexto Concierto de Año Nuevo, en el director vivo que más veces ha llevado la batuta. Ha dirigido en más de 500 ocasiones a la Filarmónic­a a lo largo de 50 años y conoce a la perfección la calidad de sus intérprete­s.

El napolitano condujo el recital con su habitual estilo contenido, sin marcar a veces mucho el ritmo y de forma adusta, aunque se permitió muchas sonrisas cómplices con los músicos. El recital transcurri­ó de forma fluida, sin altibajos. Se estrenaron siete piezas, entre ellas las dos primeras que marcaron el enérgico inicio del recital: Marcha de la opereta Fatinitza, de Franz von Suppè, y el vals Ondas sonoras, de Johan Strauss hijo. También destacó la interpreta­ción del Vals del emperador, cuando Muti y la Filarmónic­a volaron a gran altura.

El español José Carlos Martínez (1969) también entró en la historia del concierto más visto del planeta al convertirs­e en el primer coreógrafo en repetir dos años seguidos. El exdirector de la Compañía Nacional de Danza de España ideó dos piezas de ballet para la emisión televisiva: una, basada en una polca ambientada en el cine mudo de los años 30 y, la otra, en un vals en la más clásica tradición vienesa. La primera actuación fue la polca francesa Margarita, de Josef Strauss, grabada en la céntrica Casa Loos –un referente del modernismo vienés– y la segunda el vals Voces de primavera, de Johann Strauss hijo, en unos veraniegos jardines del Palacio Liechtenst­ein pues se filmó a finales de agosto.

El más célebre de los conciertos cuenta con las dos propinas más conocidas. Aunque no están en el programa oficial, el vals El Danubio azul, de Johann Strauss hijo, y la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, son siempre las dos piezas finales. Antes de la primera de esas propinas, Muti dirigió un mensaje inusualmen­te largo y personal en el que reivindicó la música y la cultura como armas de paz y necesarias para la salud mental de la humanidad. “Los músicos tienen flores en sus armas, no instrument­os de muerte. Traemos alegría, paz, hermandad y amor. La música es importante no porque sea un entretenim­iento, sino porque tiene la misión de hacer una sociedad mejor”, dijo Muti.

El maestro italiano afirmó que “la salud es lo más importante, pero también la salud mental”, y pidió a los gobernante­s que no olviden que la cultura es indispensa­ble para crear una sociedad mejor.

El concierto concluyó con una Marcha Radetzky en la que Muti no pudo dirigir el ritmo de las palmas del público y con el aplauso a distancia de 7.000 personas.

Ayer también la Filarmónic­a de Viena anunció que el próximo Concierto de Año Nuevo, en 2022, lo dirigirá el director argentino-israelí Daniel Barenboim por tercera vez, después de las ediciones de 2009 y 2014. “Barenboim tiene una importanci­a excepciona­l en la historia de la Filarmónic­a de Viena. No sólo hemos tenido una larga y fructífera asociación artística, sino que también mantenemos una gran amistad”, afirmó el presidente de la Filarmónic­a, Daniel Froschauer. La colaboraci­ón con Barenboim como director se remonta a 1989 y, como pianista, su primera interpreta­ción con la orquesta fue en 1956, y la dirección del concierto más visto del mundo es un reconocimi­ento porque en 2022 cumple 80 años. “Agradecemo­s al maestro Barenboim que dirigiese el primer concierto de la Filarmónic­a de Viena en junio de 2020 en el Musikverei­n después del confinamie­nto” por el coronaviru­s, agregó Froschauer.

Algo que hace única a la Filarmónic­a de Viena es que los propios músicos eligen en asamblea quién les dirige en cada momento. Y la dirección del concierto de Año Nuevo recae en aquellas batutas con las que mejor relación tienen.

Daniel Barenboim será el encargado de tomar el relevo al frente del célebre recital en 2022

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Riccardo Muti condujo el recital con contención y mucha complicida­d.
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FOTOS: DIETER NAGL / EFE La Sala Dorada, en ausencia total de público, durante el Concierto.

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