Uvas con Ana y lágrimas
La pareja de La 1 se revalorizó por sinceridad y Cristina Pedroche desveló en A-3 su ‘desvestido’ en los cuartos
El reto del chef Josie de homenajear a la moda con la más reducida extensión de tela sobre la anatomía de Cristina Pedroche volvió a ser una realidad, con toques de homenaje, en la Nochevieja que decía adiós a la pandemia. La presentadora, acompañada de Alberto Chicote, descubrió en el último minuto, en los cuartos, (para evitar el zapeo de tomarse las uvas en La 1 por superstición) su modelo del taller de Pedro del Hierro, dirigido por Nacho Aguayo, consistente en un vestido mini en forma de mascarilla blanca, de organza y cubierto por 16.300 cristales, con un tocado a juego con la vestimenta. Sobre la mínima ropa una cobertura maxi, un edredón voluptuoso de evocaciones sobre la pandemia en el que Josie, por contrapeso, solicitó el mayor número de metros de tela: un centenar, de seda reciclada blanca. Y de calzado, botas azules (aunque en la pantalla aparecían como verdes) también recubiertas de pedrería. Los cristales del tocado estaban formados por 2.021 piezas, número de esperanza tratándose del nuevo año.
Al lado de Cristina, con esmoquin como manda en el lado masculino la ocasión de las campanadas, Alberto Chicote, muy emocionado a lo largo de la retransmisión en Antena 3, con la Puerta del Sol prácticamente vacía. La pareja coincidió por motivos publicitarios con sus compañeros de La Sexta, Cristina Pardo (mejor maquillada que otros años y con un modelo más afortunado) y el dicharachero Iñaki López.
Desde la firma de Pedro del Hierro se justificaba el modelo de Pedroche como algo “divertido y brillante” para una noche de toque de queda, fría y de aire melancólico. Josie pedía “espectáculo”, en línea con otros años, y con exhibición de moda española. Si además el cuerpo de la vallecana lucía moreno y en su esplendor, sugiriendo todas las curvas, la propuesta no defrauda aunque es algo discutible.
Además del ‘desvestido acristalado’ de Cristina, la expectación de estas uvas camino hacia 2021 se encontraba en el otro balcón de la Puerta del Sol donde coincidían Anne Igartiburu y Ana Obregón, las damas de las campanadas de TVE (con inmediato recuerdo de ambas hacia Ramón García) que estaban llamadas a emocionar a la concurrencia más casera que nunca, deseando que este nuevo año se porte bastante mejor que su antecesor.
Alguien como Ana Obregón, que ha perdido prematuramente a su hijo Aless en esta pasada primavera, estaba autorizada para brindar su testimonio de pesar y solicitar toda la ayuda posible para la investigación de una enfermedad que sigue siendo feroz. Un dolor paralelo al que han vivido decenas de miles de familias españolas en este año de la pandemia. “Una patada en el culo a 2020”, deseaba Christian Gálvez en la competencia, en las ventosas uvas canarias de Telecinco.
Era inevitable que estas fueran las campanadas más tristes y pesarosas de la historia de la tele. No cabían los lugares comunes y la palabrería industrial de otros años. Sólo con empatizar un poco con los millones de espectadores ya era suficiente. A Chicote, por ejemplo, se le saltaban las lágrimas a pie de la Puerta del Sol vacía, para escuchar de cerca la actuación de Nacho Cano, y su versión de Un año más, que sólo sonaba de fondo en TVE y que se incorporó en traspiés a Antena 3 (la señal original, de un número con carácter publicitario, le correspondía a Telemadrid). Sobre la puesta en escena de la cadena pública se ha cuestionado la ornamentación de flores en el balcón para tapar la fachada del edificio de la comunidad madrileña, sobre se sobreimpresionaba la bandera española. Las flores ya estaban en una disposición similar en otros años, aunque algunos medios observan ahí una reacción para esquivar una decisión de la presidenta Díaz
Ayuso. La cadena pública, de todas formas, no quiso insistir en la explanada vacía y las imágenes virtuales no tuvieron protagonismo.
“Lo más importante en esta vida que dedicar tiempo y amor a las personas que quieres”, fue la reflexión en voz alta de Ana Obregón que puso un nudo en la garganta a millones de espectadores. Emoción añadida cuando evocó a Aless: “siempre mandaba un beso a mi hijo que me veía desde casa, ahora se lo mando al cielo”.
Como la soledad del carillón, los modelos de los presentadores han quedado un tanto en segundo plano. Igartiburu siempre fiel al rojo, lucía un modelo de lentejuelas de su diseñador fetiche, Lorenzo Caprile. Ana Obregón, con un maquillaje muy favorecedor dentro de la serenidad con que afrontaba este reencuentro con la audiencia, vestía un ampuloso modelo blanco en crepé de Alejandro de Miguel, con un broche en su cintura que simulaba un abrazo.
Mediaset, para Telecinco, Cuatro y sus canales temáticos, prefirió ir por su cuenta en esta noche, y en Gran Canaria se encontraba la literaria Sandra Barneda, que tras una capa negra descubrió a las 23.45 (nada que ver con el apurado ‘desvestido’ de Pedroche) un elegante vestido blanco diseñador por Juanjo Oliva, A su lado, Christian Gálvez, productor además de la retransmisión, que regresaba al primer plano. El set al aire libre montado para conectar con el reloj playero se vio expuesto a los rigores del suave invierno insular en una noche desangelada también por allá.
En Canal Sur Eva Ruiz vestía de negro con un diseño de Roberto Diz. La presencia de ella y de Modesto Barragán en la onubense Almonaster la Real (castigada por los incendios veraniegos) era para llevar de la mano, con el lema #Entretodos, a los homenajeados: en nombre de los mayores, Joaquina Infante, abuela de 85 años de Prado del Rey y residente en Dos Hermanas, asaltada a flores; y José Luis Callejas, médico granadino, en nombre del personal sanitario.
La autonómica invitaba al orgullo con un recorrido por monumentos de las capitales, vistas aéreas en las que pareció excesiva la inclusión tan solemne del palacio de San Telmo.
Los fuegos artificiales iluminaron el pueblo serrano elegido, mientras la pareja de La 1 se quedaba ensordecida por el castillo de cohetes montado en la Puerta del Sol. Un instante llevado con humor por una experta pareja revalorizada por la experiencia y el dolor vividos en el complicado año para una audiencia predestinada en la madrugada del día 1 a un maratón de sofá. Qué remedio.