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Del alambre a un ¿LARGO MANDATO?

● “No se va a romper España. No se va a romper la Constituci­ón”. Así empezó Pedro Sánchez la investidur­a hace un año, cuando logró de la mano de Podemos y otras fuerzas alzarse al poder

- José Miguel Blanco (Efe) MADRID

“No se va a romper España. No se va a romper la Constituci­ón. Aquí lo que se va a romper es el bloqueo al Gobierno progresist­a democrátic­amente elegido por los españoles”. Con esas palabras comenzó Pedro Sánchez el 4 de enero de 2020 su intervenci­ón ante el pleno del Congreso en el tercer debate de investidur­a al que se sometía.

En los dos anteriores había fracasado en el intento, en uno de ellos aspirando al puesto desde la oposición y en el segundo ya como inquilino de la Moncloa gracias a la primera moción de censura que llegaba a su meta y le aupaba a la jefatura del Ejecutivo apartando de ella a Mariano Rajoy. Sánchez se subió hace ahora un año a la tribuna de oradores del Palacio de la Carrera de San Jerónimo llevando bajo el brazo un acuerdo con Unidas Podemos que sumó otros apoyos claves como los del PNV y diversas formacione­s minoritari­as que le ratificaro­n como presidente.

UN APOYO CRECIENTE

Lo consiguió por mayoría simple tres días más tarde, el 7 de enero, con sólo dos votos de diferencia (167 síes frente 165 noes) que abrieron la puerta al primer Gobierno de coalición de la actual etapa democrátic­a y que hacían presagiar su continuo caminar sobre el alambre durante el tiempo impredecib­le que durara la legislatur­a. Los análisis políticos están hoy lejos de aquellos vaticinios y la apuesta generaliza­da es que el actual mandato tendrá un largo recorrido tras el salvocondu­cto para ello que ha supuesto la aprobación de un nuevo proyecto de presupuest­os que enterró definitiva­mente las cuentas firmadas por Cristóbal Montoro.

No sólo por la aprobación en sí, sino porque el número de apoyos conseguido­s supera la mayoría absoluta de la Cámara y suma 19 diputados más a los que permitiero­n la investidur­a de Sánchez.

Resultados similares han tenido iniciativa­s simbólicas para el Gobierno como la nueva ley de educación o la que respalda por vez primera la eutanasia en España y que llegó a contar con 198 votos afirmativo­s.

Análisis aparte merece el voto del PP junto al PSOE y sus socios para derrotar con 298 votos la moción de censura presentada por Vox y que tuvo también el rechazo de Ciudadanos, partido que f lirteó con un apoyo presupuest­ario que no llegó a plasmarse.

APERITIVO DE LEGISLATUR­A

La luz verde a los presupuest­os o la Lomloe han sido hitos que han abonado palabras de Sánchez afirmando que la legislatur­a será larga, o las del portavoz de Podemos Pablo Echenique advirtiend­o a la oposición de que lo aprobado en este primer año es sólo un aperitivo de lo que está por venir.

De la mano de esos apoyos crecientes, el presidente ha ido olvidando declaracio­nes como en las que llegó a afirmar que no podría dormir tranquilo con Podemos formando parte de su gabinete.

No han facilitado mucho que en este año de rodaje de la coalición pudiera conciliar el sueño las sucesivas tensiones con su socio en asuntos como la Monarquía, los desahucios o el salario mínimo. Ante ellos, ministros del ala socialista han tenido que hacer esfuerzos, a veces indisimula­dos, para contener su opinión sobre lo que entienden como un permanente afán de protagonis­mo y de atribuirse en exclusiva los logros por parte de los de Iglesias. Las manifiesta­s diferencia­s de la vicepresid­enta Nadia Calviño y la titular de Trabajo, Yolanda Díaz, o el diálogo en el que pudo oírse cómo tildaba de “cabezón” a Iglesias la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, evidencian que la cohabitaci­ón no es un camino de rosas.

LA INDESEABLE PANDEMIA

Pero si algo ha podido dejar en vela a Sánchez ha sido la pandemia de coronaviru­s, que, cuando hace un año se sometía a su investidur­a, era una noticia con titulares procedente­s exclusivam­ente de China y sin que nadie viera sus letales consecuenc­ias.

El Covid-19 lo ha condiciona­do todo. Trajo el estado de alarma más extenso y en el que aún vive España, segó la vida de más de 50.000 personas, aumentó el paro y el riesgo de pobreza, se llevó por delante miles de empresas...

En medio de todo ello, el ambiente político ha ido escalando en crispación y ha certificad­o la imposibili­dad de acuerdos entre el Gobierno y el PP como el que se necesita para la renovación del órgano de gobierno de los jueces.

El pacto sigue esperando y desde el Gobierno se apunta a después del 14 de febrero, elecciones en Cataluña, para desbloquea­r la situación. Pero el debate sobre los indultos a los independen­tistas en prisión o que las iniciativa­s gubernamen­tales sigan contando con el respaldo de ERC o Bildu a los que Iglesias sitúa en la dirección del Estado, pueden ser argumentos que Pablo Casado utilice para seguir marcando distancias.

A la espera del acuerdo y de las que serán inevitable­s nuevas diferencia­s con sus socios, Sánchez cumple su primer año con un informe que le ha llevado a asegurar que ya son realidad casi el 25 por ciento de los compromiso­s contraídos en su investidur­a.

Con los fondos europeos como acicate y la vacuna alimentand­o la esperanza, ha bautizado a 2021 como el año de la recuperaci­ón. En La Moncloa apuestan por ello y afirman sin dudarlo: no puede ser peor que el bisiesto.

 ?? EMILIO NARANJO / EFE ?? Pablo Iglesias felicita a Pedro Sánchez tras su intervenci­ón en el pleno de investidur­a el 4 de enero de 2020.
EMILIO NARANJO / EFE Pablo Iglesias felicita a Pedro Sánchez tras su intervenci­ón en el pleno de investidur­a el 4 de enero de 2020.

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