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CONSEJO DE EXPERTO

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

SOY muy bueno recibiendo regalos. Es mi especialid­ad. Hay quienes son extraordin­arios regalando, como mi mujer. El día de Reyes, por tanto, es más mi día. A estas alturas, los Reyes Magos se encargan ya de todo, y el arte de regalar lo analizarem­os en otra ocasión. Siendo mañana el día en que se reciben tantos regalos, déjenme que les dé algunos consejos de utilidad pública sobre el difícil arte de ser regalado.

Es absolutame­nte oportuno que el artículo salga hoy, día de la tensa víspera, porque el quid de las celebracio­nes está en anticipars­e. Lo hemos comprobado estos días: Nochebuena antes de Navidad, Nochevieja antes de Año Nuevo. En la misma línea, hoy, Noche de Reyes…

Se impone un sabio control de las expectativ­as. Si se pone usted a imaginar esos regalos que va a recibir seguro porque le hacen tanta ilusión que no los ha escrito en la carta de los Reyes Magos de lo evidentes que eran…, malo. Se lo digo ya. Huele a carbón, siquiera psicológic­o. La carta de los Reyes Magos, con su cartero real y toda la pesca, es parte de la tradición por algo. Sus Majestades son Magos, no nigromante­s ni adivinos ni hechiceros.

Déjese de imaginacio­nes, y tire de memoria. Sopese –aunque esta sociedad que nos engorda también sentimenta­lmente nos mi

me y nos mienta– lo poco que se merece usted. Sólo alcanza la maestría en recibir regalos quien sabe que no tiene el más mínimo derecho a recibirlos. Si recapacita, cuando lleguen mañana por la mañana, entenderá mucho mejor lo gratuito del suceso, que nace de la milagrosa bondad de quien los hace y no de su historial de méritos.

El secreto es el agradecimi­ento. Hágalo público.

No se ponga a comentar del color del jersey que otro le hubiese gustado un poco más, o el precio de nada (¡son regalos y los han traído los Reyes Magos!), o ni siquiera su inmediata utilidad. Los regalos no son gratis, y el trabajo del regalado consistirá en encontrarl­es su acomodo perfecto: en leerse los libros, en usar esa bata, en utilizar ese extraño gadget.

Todo eso se andará. Pero lo importante (tan importante como para que se empiece a practicar un día antes) es el toque maestro del arte de ser regalado, esto es, la ilusión de usted, su alborozo. Su entusiasmo es el complement­o imprescind­ible de cualquier regalo. Un artista del recibir lo sabe, y se convierte en un foco (subreptici­o) de felicidad contagiosa. Media fiesta de mañana depende su alegría.

Hasta para recibir regalos hay que saber. Nada es gratis y el trabajo del regalado consistirá en encontrarl­es su acomodo

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