Recuperar su voz

Cuando falleció mi padre, hace ya años, entre los recuerdos personales que me quedé había una vieja fotografía de color sepia. Yo sabía que la guardó siempre como un tesoro. Y a fe que lo era. En el anverso, la imagen de un hombre y una mujer. En el reverso, escrita a mano, esta dedicatoria: “Al más noble y sano de mis amigos, con un fuerte abrazo de”, seguida de rúbrica y fechada el 8 de octubre de 1943. Este señor, oficial del ejército republicano y prisionero en un destacamento del llamado bando nacional, le dedica esa foto, una vez acabada la contienda, al que fue su carcelero, mi padre, durante el tiempo que estuvo en prisión. Es obvio que entre los dos, en aquellas circunstancias tan difíciles, surgió y se consolidó una verdadera amistad. Ambos eran víctimas de una situación ajena a ellos mismos. Por desgracia, quienes han regido los destinos de España siempre han ido en dirección contraria a la que hubiesen optado la inmensa mayoría de esa gente de bien. Tras la dictadura, en los inicios de una nueva singladura predemocrática, hubo un intento serio de aunar actitudes políticas y esfuerzo común conocido como Transición. Es más que evidente que dio sus frutos en todos los órdenes: político, social y económico. Se empezó a mirar hacia el futuro, tratando de olvidar el pasado, y se empezaron a poner las bases del llamado Estado del bienestar. 50 años después de aquel entendimiento entre las más diversas fuerzas políticas, en pro del bien común, que es para lo que son elegidos, no sólo abren una brecha cada vez más grande entre ellas, sino que intentan desprestigiar y, en su caso, socavar el último y más que beneficioso periodo de acercamiento político que hemos disfrutado. Fernando Mimbrero