Recuérdame
● A partir de una fotografía familiar en la playa de los años 40, Paco Roca entrega en ‘Regreso al Edén’, su nueva obra, todo un fresco de la posguerra española
La negritud más absoluta nos recibe en el prólogo de Regreso al Edén, el nuevo cómic de Paco Roca que publica la editorial Astiberri. De repente, un pequeñísimo brillo, una vida, la de una mujer, Antonia. Una puntada en ese enorme tapiz que conforma la memoria personal y colectiva. En esta historia un objeto tiene la mayor importancia. Una instantánea, amarillenta por el paso de los años, y que muestra a un grupo familiar que, sonriente, disfruta de un día en una playa valenciana en el año 1946.
¿Por qué esta fotografía fue tan importante en la vida de esta mujer, a la cual acompañó durante toda su existencia? Paco Roca nos va a hacer pasar a través de este momento detenido en el tiempo para llevarnos a una época ya lejana, los terribles años de la posguerra española. Una época en la que la mayor parte de la población soñaba ya no con una vida mejor, sino simplemente con poder llevarse un plato de comida a la boca todos los días. En esos años, los de la década de los 40, se centra la mayor parte de la narración del último trabajo del autor, en el que conoceremos a la joven Antonia, una muchacha que vive junto a sus padres, Vicente y Carmen, y sus cinco hermanos.
Poco a poco los iremos conociendo a todos, tanto a los que con el tiempo se marcharon, desapareciendo de la vida de la protagonista, como a los que compartieron con ella ese singular momento en la valenciana playa de Nazaret, y cada uno tendrá su momento, su porción de recuerdo. Pero Roca no se conforma con narrarnos las historias de estas personas, sino que con breves pinceladas nos sitúa perfectamente en una época dura, en la que la bota militar de la dictadura había acabado con las esperanzas e ilusiones de millones de españoles que, cabizbajos y obligadamente silenciosos, trataban de sobrevivir.
En aquellos años de plomo las mujeres llevaban las riendas de los hogares, y veremos cómo Carmen, la piadosa madre de la joven Antonia, no sólo organizaba todo lo referente al hogar, sino que de paso se encargaba, a su particular manera, de educar a su hija, a la que inculcó valores, creencias y supersticiones que la acompañarían el resto de su vida. Y hablando de mujeres, con la sutileza a la que nos tiene acostumbrados el autor, el lector será testigo también de una lacra social que por desgracia aún perdura en nuestros días: el maltrato a la mujer, que debía callar y obedecer a su marido si no quería recibir una paliza.
Pero el tema más importante que aborda este cómic es el de la memoria, el recuerdo, y cómo estos pueden ser acomodados, transformados en algo que tal vez no fueron, regresando a esos instantes ¿tal vez felices? una y otra vez a lo largo de nuestra existencia. Momentos que, como en los de la vieja fotografía, eran felices. O tal vez no tanto, quién sabe... Paco Roca vuelve a dar de pleno en la diana, y con esa aparente facilidad que le caracteriza como narrador, desgrana a través de saltos en el tiempo la historia de una mujer que es también, en gran medida, la historia de todo un país.
Y lo hace demostrando, para todos aquellos que aún nos se hayan percatado de ello, de las casi infinitas posibilidades del cómic como medio narrativo, experimentando con soluciones visuales que nos introducen en una historia que no por cotidiana es menos interesante. Y todo lo que hay tras esta foto lo es, damos fe. Como ya hizo en La casa, Roca regresa al mismo formato, el apaisado, al que saca todo su partido, llevándoselo a su terreno y convirtiéndola en una herramienta narrativa más. Con su estilo claro y totalmente reconocible, el autor se adentra en otros terrenos gráficos para narrarnos –tal como Carmen hizo con su hija– la expulsión de Adán y Eva de ese Edén con el que Antonia soñará durante toda su vida, un lugar feliz al que regresar y que tan solo existió en su memoria.
A estas alturas es innecesario remarcar que Paco Roca es el historietista español más internacional, poseedor de numerosos galardones por su obra, que ha sido traducida a innumerables lenguas. Y una vez más, emocionándonos con una historia muy personal, demuestra por qué.