PÉREZ OROZCO

PARA los jóvenes espectadores andaluces que no podían sintonizar la Segunda Cadena porque el UHF no llegaba aún a medio mapa el principal programa que sentíamos que nos estábamos perdiendo a lo grande era Revista de Cine, que presentaba de forma serena Alfonso Eduardo (sin los apellidos Pérez Orozco). En Revista de cine, que se producía en blanco y negro cuando a marchas forzadas TVE se incorporaba al color, se ofrecía (y sí en color) el resumen de la ceremonia de los Óscar. Era el gran momento del año. Tener por entonces el UHF era un rango superior al de disponer ahora de las más selectas plataformas de pago. Con la Segunda Cadena se podía entonces por fin elegir en el televisor, sin mando a distancia, lo que era un logro en los años de la Transición.

El recientemente fallecido Alfonso Eduardo, nombre también fajado en tardes amenas de Radio Nacional, viajaba a Hollywood lo que le convertía en estrella porque era de los pocos periodistas españoles que las veía de cerca. En aquel Revista de cine aparecía Alfonso Sánchez, crítico sabio donde los hubiera y que por su sonsonete gangoso era imitado por los humoristas cuando había pocos personajes que imitar (impensable a mediados de los 70 parodiar a los dirigentes del país). Revista de cine era una ventana al extranjero más espectacular, así que cuando se pudo sintonizar por aquí con el dichoso UHF aunque el programa fuera en blanco y negro nos parecía que era de colorines.

Al fallecido periodista de Montellano, creador de la fresca Radio Vida sevillana, también hay que anotarle un pionero late show, Nocturno en Canal Sur (el primero fue JM, Juanjo Menéndez en A-3), poco antes de que Pepe Navarro retorciera la fórmula con el Mississippi. Alfonso Eduardo, micrófono de pie en la mesa, se inspiraba en sus visionados estadounidenses. Los espectadores hubiéramos necesitado años antes un Johnny Carson, para formarnos en el paladar de una noche elegantemente canalla que sólo tuvimos con Quintero.