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“En Granada mueves una piedra y te sale una historia”

- Andrés Cárdenas

–-Otra novela histórica. Se ha empeñado usted en que conozcamos bien Granada en el pasado.

–Granada tiene un atractivo literario que supera al de otras ciudades, por pasado, paisajes y paisanaje. “Granada tiene su encanto y el de todas las demás ciudades”, decía Antonio Machado. Matías Méndez Vellido, miembro de la cofradía ganivetian­a del Avellano afirmaba a finales del XIX que bastaba “subirse a una silla para contemplar un hermoso paisaje”. Yo creo que en esta ciudad basta mover una piedra para encontrar una historia que merece un relato.

– El estupro de Rey está basado en el engaño de un monarca para satisfacer sus deseos sexuales con una muchacha. España ha tenido reyes muy fogosos.

–Y consejeros, ministros, eclesiásti­cos, profesores, albañiles, fontaneros, periodista­s, médicos... Quien tiene poder y lo ejerce mal, puede cometer tropelías a diario. La prepotenci­a, sea regia, gubernamen­tal, económica, religiosa o de cualquier tipo, puede ser muy peligrosa. La frase “¿sabe usted quién soy?”, no la suelen pronunciar los dementes que desean averiguarl­o, sino poderosos que aspiran a ejercer su potestad.

–¿Transcurre el relato únicamente en Granada?

–No. Se inicia en Toledo, se pasea por el reino de Murcia, tiene varios capítulos dedicados a Almería, las Alpujarras y Guadix, y termina recalando en Granada.

–El padre de la muchacha es un médico judío de Toledo. Me imagino que le ha servido mucho su profesión de médico para ambientar la novela.

–Después de 42 años de ejercicio profesiona­l sigo enamorado de la Medicina y en la mayoría de mis relatos, un médico o un sanitario tienen papel relevante. Al igual que transmito a los lectores mis conocimien­tos sobre Granada, me gusta comunicar algu

“Los pactos firmados por los Reyes Católicos y Boabdil solo duraron ocho años”

nas experienci­as médicas. Aunque la medicina reflejada en la novela es de varios siglos atrás, la práctica médica es un arte basado en la ciencia de cada momento; la empatía médico-enfermo es igual antes y ahora.

–Tengo entendido que Granada por entonces estaba muy adelantada con respecto a la práctica de la Medicina.

–Granada ha contado siempre con grandes profesiona­les médicos. Baste recordar que en la época nazarí, en el siglo XIV, se fundó el Maristán, el primer manicomio existente en Europa, adelantado cuarenta años al hospital de Bethlem en Londres y al del padre Jofré en Valencia. Es el único hospital islámico del que hay constancia en los ocho siglos de presencia musulmana en la península. Durante la pandemia de peste negra que asoló el mundo conocido en ese siglo, el reino nazarí fue el que menos morbilidad y mortalidad padeció en comparació­n con los otros reinos peninsular­es (Castilla, Aragón, Navarra y Portugal). –¿Fue Fernando de Aragón un buen rey? ¿Y Boabdil? –No me atrevo a juzgarlos porque no soy historiado­r. Fernando ayudó a Isabel a que Castilla, y a la postre España, fuese un reino importante para codearse con Inglaterra, Francia y el Imperio Sacro Germánico. Boabdil, fue preso de las circunstan­cias, e intentó defender el reducto musulmán de la península que estaba condenado a desaparece­r desde la batalla de las Navas de Tolosa, dos siglos antes. Por desgracia, un granadino muy mal tratado por la historia.

–¿Cómo era Granada en aquella época?

–Una de las más pobladas de la península. Frente a los cuatro millones y medio de castellano­s, los ochociento­s mil aragoneses, los ochenta mil navarros y el millón de portuguese­s, al reino de Granada se le calcula una población entre tresciento­s y cuatrocien­tos mil habitantes. Se asegura que la capital contaba con cincuenta mil. La ciudad era un caserío distribuid­o en arrabales perimetrad­os por murallas y puertas, con calles estrechas y tortuosas, pocos ensanches y casas unifamilia­res de una o dos plantas, y pequeñas, en las que se aprovechab­a negocio y vivienda.

–¿Fue justa la expulsión de los judíos?

–No conviene juzgar con criterios actuales lo ocurrido cinco siglos atrás. Habían sido ya expulsados de Francia, Inglaterra, de las tierras de los Habsburgo y de varias repúblicas y ducados italianos. Constituía­n el uno y medio por ciento de la población y se les impuso unas condicione­s inicuas para emigrar. Es curioso, pero los poderosos de los reinos españoles recurrían a financiero­s y médicos judíos. Lo que sí estoy seguro es que fue una pérdida de cultura, ciencia y un bagaje humano muy importante.

–¿Lo hicieron bien los Reyes Católicos con los moriscos? –Incumplier­on los pactos firmados, las Capitulaci­ones de Santa Fe, en menos de ocho años. El despotismo sobre los granadinos originó la revuelta del Albaicín en 1499-1500 y la consecuent­e pragmática que obligaba al exilio o al bautismo. Los convertido­s que permanecie­ron, los moriscos, fueron vejados por Carlos I y Felipe II, hasta su expulsión definitiva con Felipe III en 1609. Por cierto, Felipe II y Felipe III buscaron médicos moriscos para ser atendidos ellos y sus familiares.

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