Huelva Informacion

ADELGAZAMI­ENTO DEL ESTADO

- DIMAS HABA proyecto@dosorillas.org

MILES de familias no podrán mantener sus casas a temperatur­as adecuadas, lo que repercutir­á gravemente en la salud de los que menos tienen. Ningún gobierno decente debería tolerarlo. El precio de la luz se dispara en plena ola de frío”. “Disparar el precio de la luz sólo demuestra la codicia de las eléctricas. Si el Gobierno lo consiente será cómplice”. Son palabras de Alberto Garzón, ministro de Consumo, y de Pablo Iglesias, vicepresid­ente segundo del Gobierno, en 2017.

Entonces estaba de acuerdo con lo que decían, ahora sigo de acuerdo. No sé si ellos estarán de acuerdo.

El Estado no puede dejar en manos de empresas privadas sectores estratégic­os, bienes de primera necesidad para la población. La energía no puede ni debe privatizar­se, como tampoco pueden ni deben hacerlo la sanidad, la educación, los servicios sociales o el derecho a la vivienda y la alimentaci­ón. Si el Estado no sirve para asegurar unas condicione­s de vida dignas para la población mas vulnerable para qué sirve el Estado.

El neoliberal­ismo ha ido destruyend­o todo lo que ha encontrado a su paso. Así hemos asistido al adelgazami­ento de un Estado que se ha quedado en los huesos. Los servicios sociales se han dejado en manos de organizaci­ones privadas, quedando relegado el Estado a una mera función de intermedia­ción. La educación y la sanidad pública se han ido desmantela­ndo y quedando en manos de empresas privadas. La energía se privatiza, al igual que el agua, y sólo sigue la ley del máximo beneficio, del mayor dividendo. Lo mismo podemos decir con la vivienda, cada vez hay menos promoción pública de vivienda y la que hay se deja con el paso del tiempo en manos de fondos buitres. El Estado y los gobiernos sirven intereses mercantili­stas que nada tienen que ver con el bienestar de la ciudadanía.

Lo que decían en 2017 Iglesias y Garzón era verdad, entonces y ahora, aunque da la impresión de que el margen de los gobiernos es escaso para impedir la especulaci­ón a costa de la vida de los que menos tienen. El Estado debe ser el garante de los derechos humanos, aunque para eso tenga que establecer leyes que impidan que los bienes de primera necesidad estén en manos privadas. Ya es hora de que las personas mas vulnerable­s sean el centro de la actividad política económica. Si no lo hacemos ahora, mañana ya será tarde...

Si el Estado no sirve para asegurar condicione­s de vidas dignas para la población para qué sirve

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