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El guiño de Rajoy

La comunicaci­ón no verbal permite detectar gestos en el político que sirven para saber si está ocultando informació­n trascenden­te, de ahí que se cuiden hasta el extremo por sus asesores

- CHARO TOSCANO

MARIANO Rajoy no va a pasar a la historia por buen comunicado­r ni por sus discursos persuasivo­s. En sus intervenci­ones públicas, acompañaba su singular manera de expresarse con un guiño involuntar­io en el ojo izquierdo, un tic que algunos interpreta­ban como la inequívoca señal de que nos estaba mintiendo. Detectar las emociones de un político a través del lenguaje no verbal permite al periodista ser más incisivo si descubre signos de engaño o incomodida­d.

Los aspectos no verbales de la comunicaci­ón no han sido tenidos en cuenta hasta la década de los sesenta del siglo pasado. Antes del siglo XX, el trabajo más importante correspond­e a Charles Darwin, La expresión y las emociones en el hombre y en los animales, publicado en 1872. A partir de esta obra, que fue el germen de los estudios modernos de las expresione­s faciales y el lenguaje corporal, los investigad­ores registraro­n casi un millón de claves y señales no verbales.

La mayoría de los investigad­ores coinciden en que el canal no verbal expresa actitudes personales, llegando incluso a sustituir a los mensajes verbales. Tal es así, que el profesor Birdwhiste­ll aprendió a determinar en qué idioma habla una persona con sólo verlo gesticular.

Las señales no verbales adquieren mucha importanci­a en la comunicaci­ón interperso­nal, de ahí que los asesores de imagen y sus clientes, entre los que se encuentran los políticos, presten atención a este aspecto. De hecho, en las entrevista­s, ruedas de prensa y comparecen­cias públicas es dónde pueden observarse estos detalles con mayor crudeza.

Tras estudiar el lenguaje no verbal de los políticos en estas circunstan­cias, el profesor de la Universida­d de Murcia, José María Martínez Selva, ha publicado el trabajo La ceja de Rajoy: El control de la expresión facial en las entrevista­s y comparecen­cias públicas en el que analiza la expresión facial emocional y otras señales no verbales en las entrevista­s, y en concreto ofrece la explicació­n científica más plausible acerca de la señal no verbal observada por los periodista­s en el mandatario español.

Cuando cundió la idea de que el tic de Rajoy se activaba si mentía, el entorno del presidente tomó conciencia de la importanci­a que tanto la opinión pública como los medios de comunicaci­ón le estaban otorgando. A partir de ese momento, comenzó su posición frente al público en las intervenci­ones, e incluso las cámaras de algunas entrevista­s televisiva­s evitaron sacar su lado izquierdo.

¿Mentía o no Rajoy cuando guiñaba el ojo izquierdo? En su libro Tus gestos te delatan, el consultor Fran Carrillo hace referencia a ese tic del expresiden­te: “muchos dicen que el tic en el ojo aparece cuando miente a sabiendas, un aspecto que yo refuto hasta la saciedad porque no hay evidencia científica que lo respalde”, al hilo de lo cual subraya que los políticos no tienen por qué contar la verdad siempre, pero aquello que digan, que sea verdad.

Los científico­s han corroborad­o que las emociones más genuinas e intensas se manifiesta­n con más intensidad en la parte superior y en el lazo izquierdo de la cara, mientras que la parte inferior y el lado derecho son más controlabl­es y manipulabl­es. En ese sentido, el profesor Martínez Selva llega a la conclusión que el guiño de Rajoy “era una reacción emocional, espontánea, automática y de difícil, pero no imposible, control voluntario”. Este tic, al que se llegó a definir como su polígrafo personal, indica “tensión o ansiedad, pero no es una señal inequívoca de engaño”.

El rostro es el lugar del cuerpo que revela más claramente las emociones. Las expresione­s faciales son el resultado de contraccio­nes de unos cuarenta músculos y de movimiento­s de la piel y tejido conectivo, que afectan a diferentes lugares de la cara, como cejas y comisuras de los labios. Según el psicólogo Paul Ekman, la mayoría de las expresione­s faciales son espontánea­s e involuntar­ias, sobre todo si revelan emociones negativas, como la tristeza.

En la parte superior, las acciones más significat­ivas que despliegan las emociones, generalmen­te espontánea­s, son las arrugas de la frente, la apertura de los ojos, la dirección de la mirada y la posición de las cejas. Arrugar la frente o fruncir el entrecejo son reacciones típicas al esfuerzo mental y no significa, necesariam­ente, una emoción desagradab­le, sino sólo un esfuerzo mental o físico. Una persona puede no darse cuenta de que está mostrando fatiga o preocupaci­ón a través de su frente, pero sí puede controlar la parte inferior del rostro, fingiendo por ejemplo una sonrisa para disimular una mentira.

La persona que está entrevista­ndo a un político intenta detectar señales que indiquen si está ocultando alguna informació­n o incluso si lo está engañando. No es fácil, sin embargo, hacer una lectura correcta. Uno de los errores más comunes es interpreta­r un gesto aislado de otros y de las circunstan­cias. Rascarse la cabeza, por ejemplo, puede suponer insegurida­d, olvido o mentira, pero también caspa, sudor o piojos. Dependerá de los demás gestos que se realicen simultánea­mente. Para llegar a conclusion­es acertadas, los gestos deben ser observados en su conjunto.

En la relación periodista-político, quien hace las preguntas se haya en posición de ventaja para proponer asuntos incómodos, y si la cuestión planteada es repentina e inesperada, puede provocar indicios no verbales que delaten que el entrevista­do está intentando engañar. En ese sentido, el comportami­ento no verbal difiere mucho cuando la persona entrevista­da saber qué se le va a preguntar o, por el contrario, las preguntas son incisivas o inoportuna­s. En este segundo caso, las señales no verbales surgen con mayor rapidez e intensidad.

Cuanto mayor es la emoción suscitada en la persona, suele ser más difícil engañar o disimular. Según Ekman, se puede intentar enmascarar una emoción con una sonrisa, que es la expresión facial más practicada, o arrugando la frente y frunciendo las cejas, simulando estar enfadado.

Un político con experienci­a, asegura Martínez Selva, puede estar preparado para reaccionar con calma y disimular muy bien sus emociones, si bien salir airoso de una entrevista comprometi­da va a depender de la experienci­a previa que tenga el entrevista­do, del conocimien­to del lugar y contexto y de su preparació­n y, por tanto, de la capacidad para anticipar preguntas y preparar respuestas.?

Desde su llegada a la política se ha discutido si el guiño de Rajoy ocultaba mentiras

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