Huelva Informacion

Se busca familia en Villalueng­a

La francesa Laurette Ruiz Contreras lleva años intentando contactar con descendien­tes de su abuelo para componer sus orígenes

- Elisa Armario CÁDIZ

Laurette sueña con respirar los amaneceres que su abuelo vio un día en Villalueng­a del Rosario (Cádiz). Desde Lyon donde vive, esta mujer francesa, de origen español, apretuja mínimas fracciones de lo poco que ha oído a sus mayores para tratar de componer un puzzle. Es el de la historia de su familia, el de su propia historia, que algún día quiere contar a sus propios hijos y que hoy no puede porque falta una parte.

Laurette Ruiz Contreras, nacida y residente en Francia, lleva años con su particular odisea para buscar a descendien­tes de su abuelo Juan Ruiz del Río, que nació en Villalueng­a del Rosario un 10 de junio de 1913 y que huyó del pueblo tras el estallido de la Guerra Civil porque fue condenado a muerte. Juan Ruiz del Río, de ideas republican­as, se refugió en Tánger y de ahí, años después, se establecer­ía en un largo exilio en Francia, donde murió finalmente en 1996. Detrás dejó, en Villalueng­a, a sus padres y a dos hermanos, de los que muy poco supo el resto su vida.

Ahora la nieta de Juan Ruiz del Río, de mediana edad, que nunca ha pisado Villalueng­a del Rosario, trata de buscar desde Francia a descendien­tes de aquella familia que su abuelo dejó en Villalueng­a para recomponer sus orígenes españoles y poner palabras al largo silencio que, dice, arrastran los suyos desde hace tres generacion­es.

“Parte de mi familia debe seguir en España, quizá todavía haya en esa zona primos de mi padre (Juan Manuel Ruiz Contreras). Mi abuelo nunca habló de lo que le pasó en ese periodo de la historia de España. Guardó todo su vida un inmenso dolor por su tierra. Y nosotros también llevamos un inmenso sentimient­o de soledad, que se hace cada vez más difícil con los años. No quiero que esta parte de mis raíces se desvanezca a través de secretos o ignorancia­s. Necesito saber quién soy y sé que la sangre que corre por mis venas es la de este país que vibra en mí”, explica Laurette a Diario de Cádiz, desde su residencia francesa.

Así que esta mujer narra la larga lucha durante años de su propio padre, Juan Manuel Ruiz Contreras, que hace diez años se plantó, sin éxito, un 15 de agosto en Villalueng­a para intentar recomponer ese puzzle, y la suya propia por encontrar a parte de su familia gaditana.

“Tenemos una carencia i nmensa y más aún cuando veo las lágrimas de mi padre, que siempre entendió que detrás del silencio de mi abuelo estaba la atrocidad de los recuerdos, de una familia desapareci­da y destruida”, habla Laurette.

Y la historia de esta búsqueda de descendien­tes se topa con una respuesta del registro civil de Villalueng­a a una solicitud de partida de nacimiento de su abuelo fechada en 1990. El juzgado explicó entonces que no figuraba inscrito dicho nacimiento en este pueblo por destrucció­n del archivo en 1936. Antes, en 1958, el mismo juzgado de

Paz remitió una i nformación testifical en la que especifica­ba que Juan Ruiz del Río nació en Villalueng­a en 1913 y era hijo de Juan Ruiz Calle y María del Río Marín.

Laurette recrea para este periódico la vida de su abuelo con unos pocos retazos. Juan Ruiz del Río era hijo de labradores en su Villalueng­a natal. Y su vida se complicó cuando fue apresado durante la contienda civil. “Mi abuelo nos dio muy poca informació­n. Algunas veces evocaba pequeñas anécdotas de su vida en España, pero nunca quiso hablar de su sufrimient­o. Cuando se declaró la guerra, la familia quedó destrozada como muchas otras”, afirma.

El hombre, integrado en el bando republican­o, fue sentenciad­o a muerte y logró escapar, con la ayuda de alguien. Ya tenía novia, Teresa, que era natural de Estepona y organizó su huida juntos a Marruecos, en la bodega de un barco pesquero. En Tánger, ambos lograron reconducir sus destinos, casarse y trabajar Ruiz del Río hasta de taxista.

“En los años 60, el contexto político empezó a complicars­e en Marruecos y mis abuelos tuvieron que marcharse de nuevo. Él, siempre buscado y condenado, tuvo que exiliarse otra vez. Francia les dio la bienvenida”, apostilla Laurette, desde Lyon, quien necesita de un traductor digital para manejarse mejor en la lengua de sus mayores a la hora de componer este retrato de vida.

“Hasta los años 80 mi abuelo nunca regresó a España”, anota la nieta. Y fue en ese momento, cuando el matrimonio se decidió a pisar, por primera vez desde su exilio, tierras patrias para visitar a unos parientes de la esposa, aunque Ruiz del Río nunca llegó a estar en su pueblo.

Hace un par de años, Laurette vio el documental El silencio de los otros, de Almudena Carracedo y Robert Bahar y se desgarró por dentro. “Esta guerra asesina dejó familias destrozada­s, secretos ocultos, temores de hablar, descendien­tes con un peso del que no pueden separarse”, siente.

Así que se armó de valor para iniciar esta búsqueda de parte de su familia serrana “mientras mi padre siga vivo. Lo hago por él, por mí y por mis hijos para encontrar la paz que necesitamo­s. Nos sentimos huérfanos de esta parte de la familia española. Y quiero que el bucle que se inició hace 80 años se cierre”, confiesa Laurette, que aspira a poder pisar un día no muy lejano las calles de Villalueng­a del Rosario, por donde hace un siglo su abuelo correteaba de chaval.

“Y respirar el mismo aire que él. Y ver una mañana al despertar en Villalueng­a las mismas montañas que el vería”, concluye la nieta de Juan Ruiz del Río.

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Una imagen de Juan Ruiz del Río, con su mujer Teresa, matrimonio que se exilió y cuyos descendien­tes franceses buscan parientes en Villalueng­a del Rosario.
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. La francesa Laurette y su padre, en una imagen retrospect­iva.
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