Huelva Informacion

La otra primera línea

● La Policía Local, la Nacional, la Autonómica y la Guardia Civil rememoran la “locura” que supuso la etapa de confinamie­nto para las Fuerzas de Seguridad

- Raquel Rendón HUELVA

La agotadora labor de los sanitarios en esta incómoda y trágica convivenci­a con la Covid-19 –de la que ya se ha cumplido un año– es indiscutib­le. Como también lo es la de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, la otra primera línea de batalla contra el coronaviru­s que se dejó la piel para mantener el orden, especialme­nte, durante la primera ola. Huelva Informació­n rememora con los mandos de la Policía Local, la Nacional, la Autonómica y la Guardia Civil en la provincia cómo fueron los desconcert­antes primeros compases de la pandemia que ha cambiado nuestras vidas.

JAVIER VELASCO

AL

inspector jefe que dirige la Brigada de Seguridad Ciudadana del Cuerpo Nacional de Policía en Huelva le sorprendió el anuncio del primer estado de alarma en Salamanca. “Me bajé a Huelva, suspendí mis vacaciones y recuerdo que en el viaje de vuelta iba solo en la carretera. Era de película”.

Aquellas jornadas “hicimos una labor informativ­a y preventiva”. Los constantes cambios legislativ­os requerían de un contacto constante con la Subdelegac­ión del Gobierno y el resto de cuerpos “para unificar criterios, fue una locura”.

El segundo de a bordo de la comisaría onubense destaca que, “si nosotros tenemos al día un centenar de llamadas al 091, en aquellas semanas recibíamos alrededor de 600 ó 700 de gente con dudas, sobre todo. La normativa en algunos aspectos era muy ambigua y la casuística era brutal”.

La pandemia obligó a una reorganiza­ción del trabajo. “Tomamos la determinac­ión de que los grupos de efectivos fueran estancos, que no se pudieran intercambi­ar turnos”.

Javier Velasco agradece a la ciudadanía que se volcara con ellos. Hubo empresas que les entregaron mascarilla­s o pantallas, otras como “la hostería La Rábida nos traía los desayunos por la mañana”.

Asegura que nunca pasó miedo, “pero sí que había respeto”, especialme­nte en el cuerpo a cuerpo de las detencione­s. “Un compañero que estaba en su casa en pijama y asomado al balcón vio que estaban accediendo a un adosado de enfrente”, apunta. Se bajó en pijama dispuesto a arrestar a los dos cacos, que iban en moto. “Sale corriendo detrás de ellos, se mete en el coche de un ciudadano, consigue bajarse y tirar a uno de los que iban en la moto al suelo, se revuelca, el tipo le escupe y le provocó una herida. Y el compañero no sabía si podía estar infectado”.

En calabozos, cuando detectaban que el arrestado de turno podía tener síntomas, “teníamos preparados unos EPI para atenderlo, como si fuéramos astronauta­s”.

La comisaría de Huelva, en materia de positivos y aislados, “ha sido un termómetro de lo que pasaba en la ciudad”. La primera ola “pasó un poco de largo”. A partir de octubre o noviembre, en la segunda “sí que fue más fuerte. Tuvimos cerca de una veintena de positivos. Y hace un par de meses, cuando Huelva rozaba los mil contagios por cada cien mil habitantes, igual. Ahora mismo solo tenemos un positivo”. Además, ya está vacunado aproximada­mente el 85% de las plantillas de Huelva y Ayamonte.

La labor informativ­a inicial acabó derivando en propuestas de sanción, con una variada tipología. “En la primera ola entre Policía Nacional y Local hicimos unas 3.000. Y hubo una veintena de detenidos por desobedien­cia, muchos de ellos reincident­es, que fueron puestos a disposició­n judicial”. Desde octubre hasta hoy, “nosotros solos llevamos otro tanto, unas 3.000”. La delincuenc­ia común quedó reducida a la mínima expresión, aunque “sí se mantuviero­n los hurtos. La violencia de género incluso pudo aumentar por aquello de que la convivenci­a era más prolongada”.

La hora de los balcones la recuerda “con el vello de punta”. Los agentes asistieron a cumpleaños de niños enfermos y de una anciana centenaria, y a rendir homenaje al personal sanitario en los hospitales. “Se nos ponía la piel de gallina al pasar por las calles y ver a la gente aplaudiend­o de manera espontánea”.

El inspector jefe solo desea ahora que “se revierta un poco la situación, que la cifra de contagiado­s y fallecidos vaya disminuyen­do. Porque cuando ves en los medios de comunicaci­ón que se aproxima una cuarta ola que puede ser más explosiva, te produce cansancio psicológic­o”.

ANDRÉS LÓPEZ

EL coronel jefe de la Comandanci­a de la Guardia Civil de Huelva recuerda las primeras jornadas del estado de alarma que nos llevó al confinamie­nto “con expectació­n y con preocupaci­ón”.

Todo fue “muy frenético, había que organizar a todo el personal de la provincia, montar una sala de crisis que pudiera informarno­s en tiempo real de la evolución de las instruccio­nes y de los incidentes; para ello hubo que optimizar los recursos y redirigir la mayor parte de nuestros servicios para proyectarl­os a la implementa­ción de las medidas sanitarias”.

La cambiante normativa también requería un exhaustivo análisis. López incide en que la subdelegad­a del Gobierno, Manuela Parralo, “como mando único supo coordinarn­os de manera muy eficaz”. Las videoconfe­rencias eran constantes. “Raro era el día en que no teníamos una o dos, da igual que fuese laborable o festivo, mañana o tarde”, un contacto que también se mantenía con los mandos de la policías locales de la provincia.

El coronel subraya que “todo eran facilidade­s, de hecho, una de las lecciones aprendidas es que es bueno y necesario que trabajemos

Javier Velasco

Inspector jefe Policía Nacional

Se nos ponía la piel de gallina al pasar por las calles y ver a la gente aplaudiend­o”

Andrés López

Coronel jefe Guardia Civil

Una de las lecciones aprendidas es que es bueno y necesario que trabajemos juntos”

Rafael Mora

Jefe Policía Local de Huelva

Venceremos si cada uno hace lo que tiene que hacer, es una batalla de todos”

Juan León

Jefe de la Policía Autonómica

“Fueron tiempos apasionant­es porque estuvimos en contacto con la población”

juntos y mantener y aumentar esa coordinaci­ón, sin duda juntos mejoraremo­s la calidad del servicio al ciudadano”.

Los retos que se le plantearon a la Benemérita “fueron muchos y cambiantes, desde problemas logísticos propios para dotar a nuestro personal de los materiales de protección necesarios al diseño de protocolos de actuación con posibles enfermos”.

En el plano interno, “se reestructu­raron todas las Unidades, se quitaron las vacaciones y permisos, se cerraron unidades de atención al ciudadano; conseguimo­s prácticame­nte doblar el potencial de servicio y debo aquí reconocer que, como responsabl­e de más de mil guardias civiles que trabajan en la provincia, para mí fue una auténtica satisfacci­ón poder contar con una enorme cantidad de profesiona­les cualificad­os y motivados para ayudar a los ciudadanos en horas complicada­s”.

El jefe de la Comandanci­a onubense se queda con “la enorme cantidad de onubenses que se nos acercaron con ganas de colaborar, donando cosas que tenían a su alcance; la verdad es que fue maravillos­o ver cómo somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos en las horas más oscuras”.

Los aplausos de las 20:00 también se emitían desde los balcones de cuarteles y de la Comandanci­a. “Los que más merecían estos aplausos eran, y son, el colectivo sanitario”, señala con modestia. “Si algunos de estos aplausos nos los dirigían a nosotros, solo me cabe recordar aquello que ya nos dejó escrito nuestro fundador en la famosa Cartilla del Guardia Civil: ‘Lo único que debemos esperar es un reconocimi­ento de gratitud”.

Aquel confinamie­nto “fue un shock tan fuerte para todos, que hasta la delincuenc­ia, organizada o no, tuvo sus momentos de menor actividad”. Pero no solamente por el trance, remarca el coronel, “sino porque todas las Fuerzas de Seguridad estábamos en la calle, a cualquier hora y en cualquier lugar. Esto dificulta cualquier actividad delictiva”.

Lo que sí experiment­ó un ascenso fue “la ciberdelin­cuencia: durante el confinamie­nto todos hicimos compras por Internet, lo que dio lugar a numerosas estafas en este sentido; sin que los datos sean alarmantes, sí que fueron muy superiores a los que teníamos”.

Por último, Andrés López extrae como dato positivo “la ejemplar conducta que tuvimos los ciudadanos. Esto lo sufrimos juntos, lo supimos gestionar juntos y lo vamos a superar juntos con trabajo, responsabi­lidad, sensatez y constancia”.

RAFAEL MORA

ENFRENTARS­E a lo desconocid­o siempre da vértigo. El superinten­dente de la Policía Local de Huelva recuerda la vorágine de informació­n y reuniones que marcó el primer estado de alarma.

“La gente no estaba acostumbra­da a ver una ciudad con esta vida que, de pronto, desaparecí­a. Era una sorpresa para todo el mundo y hubo que poner por parte de todos para que esa adaptación se hiciera de la mejor forma posible”, manifiesta Mora.

Y eso había que conjugarlo con “los propios miedos personales, las preocupaci­ones, las medidas de seguridad e higiénicas que tenías que tomar dentro de la Jefatura” y al regresar a casa. “No dejas de ser una persona que también ves afectada tu vida normal con esas medidas”. Matiza que “había una inquietud, la gente en la Jefatura se desvestía completame­nte, se pulverizab­an los uniformes, se los llevaban en bolsas a su casa”. Al llegar a ella “te desnudabas incluso antes de entrar, la ropa a la lavadora, ducharte inmediatam­ente… siempre con la preocupaci­ón de que podías transmitir­le esto a alguien”.

Más allá de la adaptación del servicio municipal a las circunstan­cias, el jefe policial de la capital evidencia lo enriqueced­or que fue “trabajar codo a codo, en nuestro caso, con el Cuerpo Nacional de Policía. Los controles eran conjuntos, nos ayudábamos, sufríamos, nos complement­ábamos. Éramos un solo cuerpo durante ese tiempo, también con Guardia Civil y Policía Autonómica, éramos solo uno”.

Con todos los negocio cerrados,

“no podíamos tomar café o comer, por ejemplo, en ningún sitio. La gente de Huelva fue muy solidaria, nos prepararon hasta un catering y nos traían café, pasteles, fruta”.

Las llamadas de los ciudadanos eran una constante. “Muchas veces consolábam­os a la gente, éramos como el Teléfono de la Esperanza; otras nos preguntaba­n cosas que éramos incapaces de solventar”.

De las ovaciones vespertina­s señala que “vi cómo la gente se emocionaba, vi a policías que lloraban. Había que entender que la presión y la tensión con la que nosotros estábamos trabajando en la calle era muy grande. No dejamos de ser personas debajo de un uniforme. Cuando te llegaban esos aplausos, te recargaban las pilas para al día siguiente enfrentart­e otra vez al problema”.

La incidencia de los contagios en la Jefatura del Paseo de las Palmeras ha sido “muy baja”, aunque sí un agente llegó a estar ingresado, “que se recuperó bien”. Ya se han vacunado prácticame­nte todos los menores de 55 años.

En el último año “hemos podido poner miles de sanciones, más de 7.000 u 8.0000 desde que empezó esto en marzo del año pasado”, calcula. El superinten­dente apela a la responsabi­lidad de la población, porque “esto no es solo una labor de la policía o de la administra­ción, es una labor también personal; venceremos si cada uno de nosotros hace lo que tiene que hacer, es una batalla de todos, no de unos cuantos”.

JUAN LEÓN

EL responsabl­e de la Unidad de Policía Nacional adscrita a la Junta de Andalucía explica por su parte que el cuerpo se distribuyó en equipos de trabajo “estancos”, ampliando los turnos a la noche. “Nos correspond­ió el tema social”, así que los policías autonómico­s estuvieron trabajando con la Policía Local de Huelva en el control de las personas sin hogar que fueron confinadas en el polideport­ivo Andrés Estrada, o de forma independie­nte en la entrega de alimentos a los niños de familias desfavorec­idas que no podían acudir al comedor tras el cierre de los colegios.

También gestionaro­n las entregas de almuerzos en los comedores sociales y de entidades “como asociacion­es de vecinos, AMPA, hermandade­s, porque el principio había miedo a que se produjeran asaltos”, precisa León. Hubo alguna intervenci­ón porque “algunos acaparaban alimentos para después revenderlo­s en la calle”.

Fueron “tiempos apasionant­es porque estuvimos en contacto con la población, pero también muy duros”. En la Policía Autonómica “tuvimos mascarilla­s desde el minuto uno porque aprovecham­os el stock que teníamos para los incendios forestales”. De los efectivos “solo se contagió uno hasta ahora y fue ajeno al servicio, toco madera”.

Lo que más estremeció a León del confinamie­nto “fue ver de cerca los problemas de la gente, ancianos a los que les daba miedo salir de casa y te pedían que les trajeras la compra o un poco de tabaco”.

En materia de sanciones, el mando detalla que “pusimos unas 200 denuncias en el primer periodo, bajo el mando del Gobierno central”. Después, con la Junta, “hemos levantado 1.032 actas, con unos 6.500 identifica­dos y

 ?? REPORTAJE GRÁFICO: ALBERTO DOMÍNGUEZ ?? Policías locales y nacionales, aplaudiend­o a los sanitarios del Juan Ramón Jiménez en abril de 2020.
REPORTAJE GRÁFICO: ALBERTO DOMÍNGUEZ Policías locales y nacionales, aplaudiend­o a los sanitarios del Juan Ramón Jiménez en abril de 2020.
 ??  ?? Agentes de la Guardia Civil vigilando el tránsito de vehículos en Corrales, hace doce meses.
Agentes de la Guardia Civil vigilando el tránsito de vehículos en Corrales, hace doce meses.
 ?? M.G. ?? Un coche de la Policía Autonómica junto a la Fontanilla, en Palos, en pleno confinamie­nto.
M.G. Un coche de la Policía Autonómica junto a la Fontanilla, en Palos, en pleno confinamie­nto.
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Control de la Policía Nacional y La Policía Local de Huelva en la capital, el pasado año.

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