QUE NO QUEDE NI UNO EN EL RECRE
PENA, dolor y vergüenza. Pongan el orden que quieran. El mayor fracaso deportivo de la historia del Decano del fútbol español no puede quedar impune. Los responsables de semejante bochorno deportivo tienen que asumir su responsabilidad. Y con ellos quienes toman las decisiones. No hay excusa. De este Recreativo no debe quedar ni uno cuando termine la temporada. No lo merecen. Aquella pancarta tras el humillante paso por Canarias de hace unas semanas fue un grito blanco sobre azul de la afición.
La reforma que exige este Recre debe suponer una tabla rasa absoluta en el ámbito deportivo, pero tiene que ser mucho más profunda. Del desastre no se libra nada ni nadie. Es un naufragio colectivo que afecta a todas y cada una de las parcelas de la sociedad. Es un fracaso de modelo, de planificación y de ejecución. Hasta el cuello naranja de la camiseta hay que desterrarlo para siempre. Y por lo tanto exige una revolución absoluta de la SAD. Nada de parches ni medias soluciones.
El Recre caerá a la cuarta categoría sin descartar una debacle en la quinta. Porque la única certeza que tenemos después de un año horroroso es que todavía puede ser peor. Lo más bajo en 131 años de historia. A nivel deportivo los resultados son obvios. La reforma será inevitable para adaptarse a la triste categoría que le espera pero fundamentalmente debe serlo para reconstruir una estructura fracasada. Partir de cero implica eliminar cualquier rastro del pasado, sentar unas bases y trazar un camino con un destino fijo. Sin bandazos ni peajes, pero tampoco oportunistas ni salvapatrias de redes sociales que asomen en la crisis.
La responsabilidad no puede quedar solo en el verde. El sistema está agotado. El Recre de interinidad que salió del proceso de salvación/expropiación quedó amortizado hace mucho. El club necesita un modelo, planificación y trabajo, mucho trabajo. La venta es una alternativa irreal con la deuda y las circunstancias actuales. Seamos realistas. No van a llegar soluciones externas. Los últimos procesos solo generaron más inestabilidad. Hay que superar ese escenario y plantear uno nuevo a medio plazo para avanzar. El paréntesis de la pandemia y la paralización de la liga pasada posiblemente dieron a la entidad un año de vida extra antes de reventar. Un aviso que generó un debate interno entre quienes apostaban por la continuidad y aquellos que avisaron del desastre en ciernes. Un año perdido.
Del agujero actual tardará años en salir. El Recre necesita una estrategia definida que lo saque del vadear problemas y parchear dificultades. Sentar una base, poner cada parcela en manos preparadas, construir desde la estabilidad y olvidar el cortoplacismo que solo alimenta más errores. Es una responsabilidad del consejo, quienes quieran que sean los que formen parte de él tras la próxima junta, y de la propiedad.