FRACASO CON NOMBRES PROPIOS
SOLO falta calibrar el fracaso. Conocer las dimensiones de la caída y la medida del despropósito. Pero, con cualquier desenlace, será un fracaso. El Recreativo ha naufragado estrepitósamente en una temporada en la que ni siquiera el formato de la competición y las condiciones sanitarias derivadas de la pandemia rebajan sus preocupantes defectos.
Es evidente que no será lo mismo jugar en Tercera División en unos meses que hacerlo en Segunda B, que pasará a ser el cuarto nivel nacional. Y lo que queda de equipo deberá afanarse en defender una honra que está muy lejos de la historia del Decano. Pero será un rotundo fracaso de todas formas. Nunca antes se había podido emitir una sentencia tan clara antes de acabar el ejercicio.
Tanto es así que ya se pueden hasta buscar la causas, es decir, los culpables. Es un fracaso del proyecto en sí, por lo que hay que pedir explicaciones a los creadores del mismo. Cuanto más nos alejemos de la cocina y más nos acerquemos a los despachos más engañados estaremos, porque ni el Tamaraceite ni el filial del Cádiz, por citar a los dos últimos rivales de los albiazules, han tenido más recursos que el club onubense. Ni mejores condiciones. Y así, más de una decena de entidades del subgrupo A del grupo IV. Y me quedo corto.
El Recre no ha funcionado nunca en la actual campaña, por lo que hay que mirar al que o a los que mantuvieron en el cargo a Claudio Barragán, al que o a los que dieron el puesto a Antonio Calle. Y a ellos mismos. Y al que eligió o a los que eligieron a los que tenían que elegir, al entrenador o a los jugadores. Identificar la coyuntura deportiva actual con la situación institucional y económica de la última década es taparse los ojos. El club ha tenido la estabilidad suficiente como para crear un proyecto, como mínimo, competitivo. Cierto que sigue cogido con alfileres como entidad. Y que las limitaciones siguen ahí. No obstante, ningún responsable con competencias en el ámbito deportivo puede esconderse tras la cortina de la singularidad en la que habita el club desde que descendió de Primera, aquella categoría que ahora está tan lejos.