Luis Suárez y Oblak sostienen al líder
El uruguayo desatasca al Atlético con un gol de ariete y el portero le para un penalti a Joselu en el minuto 84
En un momento de inseguridad, alejado como equipo de la versión que propuso en el primer trimestre del curso, Luis Suárez y Jan Oblak son unos recursos incalculables, cuya dimensión cobra una transcendencia indispensable para el Atlético de Madrid ganador contra el Alavés por el goleador uruguayo, certero en un cabezazo, y por el portero esloveno, salvador de penalti (1-0).
Son los dos instantes del partido. El primero, en el minuto 54, con el centro de Trippier, sensacional por potencia, efecto y dirección, desde la banda derecha para el imparable remate del nueve, goleador por decimonovena vez esta Liga, definitivo para el Atlético, como en ocho de las últimas doce victorias del equipo.
Tan definitivo como lo fue Oblak después, en el minuto 84, con un 1-0 en el marcador, frente a Joselu, en el filo de un empate que habría sido una concesión de impensables consecuencias ante la persecución del Real Madrid y del Barcelona, como lo fue la falta de Savic que provocó ese lanzamiento, repelido por el guardameta, uno de los mejores del mundo, reivindicado con una parada concluyente.
Dos protagonistas, dos jugadas, que marcaron la diferencia de un partido que dominó el Atlético, con una posesión improductiva casi siempre, transformada en nada en los últimos metros, contenido y frustrado por el buen hacer defensivo del Alavés, superado en un momento puntual que sólo hubiera sido eso, quizá, si enfrente no hubiera estado Luis Suárez, el mejor argumento ayer del líder.
El actual equipo rojiblanco transmite vulnerabilidad. Incluso con el 5-3-2 al que regresó este domingo y que tanto lo reforzó hace unos meses. La descubre más que nunca en los últimos tiempos. Es una de las fisuras del líder. Comparativamente con septiembre, octubre o noviembre, hay más en la estructura del conjunto rojiblanco, que ya no juega ni una parte de lo que jugaba antes, que ya no desborda como lo hacía y que ni crea las ocasiones con constancia como antes.
Cuando Suárez disfrutó con su primera opción, con un tiro raso que se perdió cerca del poste, allá por el minuto 40, el partido había cambiado, el Alavés ya sentía la imposibilidad de estar siempre en el momento y el sitio justo frente a la insistencia local en la misma medida que el Atlético lo empujaba hacia su área.
Y, cuando eso sucede es un riesgo; estás al filo de cualquier instante de inspiración de uno de los tantos recursos de los que dispone el Atlético. De Trippier, por ejemplo, con su estupendo centro de primeras desde la banda derecha... Y, sobre todo, de Luis Suárez, cuyo cabezazo fue de esos que no admiten duda ni respuesta.
Un alivio para Simeone, una explosión de júbilo para el Atlético, consciente del embrollo en el que estaba, seguro de que estos tres puntos eran esenciales en el esprint por ser campeón, y un impulso para el equipo, que opositó al 20 en un remate de Llorente, al que no se le había visto como siempre, con esa llegada hasta entonces, frustrado por la parada de Pacheco, cuyo desvío fue al larguero.
Desde el 1-0, quizá unos instantes antes, había sido otra historia diferente, para el Atlético y para el Alavés, que se encontró con algo que ni intuía; un penalti imprudente de Savic, que soltó el codo con la posesión en su poder, perseguido por Luis Rioja. Avisado por el VAR, lo revisó el árbitro. Y lo señaló. Joselu lanzó y Oblak lo despejó entre el sufrimiento de un líder apurado.
Diego Pablo Simeone
Entrenador del At. Madrid
Los grandes equipos tienen a uno que hace muchos goles y otro que ataja muy bien”