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“Considero que mi profesión es como la de un artista”

- R. Navas

–¿Cómo pasó de ser tonelero a ser venenciado­r? –La primera imagen que tengo del venenciado­r fue la de Agustín Coro, el venenciado­r de las bodegas Sánchez Romate. Me llamó mucho la atención en un evento en el que le vi venenciar. Mi sueldo era de aprendiz y vi en la venencia la opción de buscarme algo extra. Tanto me cautivó que decidí vivir de ello a tiempo completo.

–Con su propio estilo.

–Iba en el coche siempre con traje y corbata, con mi ropa en el portatraje­s, como si fuera un artista, para darle el respeto y la categoría a mi profesión. En aquella época, los años 90, me pusieron el apodo del Dandy porque iba muy bien arreglado a la hora de prestar mis servicios.

–¿Qué cualidades debe tener un buen venenciado­r?

–Conocer el producto que estás dando, simpatía, agrado con el público, tener buena presencia... Lograr que esa copa de jerez sea la primera que se tome un invitado tanto en un acto público como privado, buscando el rincón más idóneo para destacar y no pasar inadvertid­o.

–¿Ese es el éxito?

–Cuanto más vino de Jerez dé en un servicio, tendré la mejor publicidad que puede tener un venenciado­r. Más éxito habré tenido. No somos como un puesto más. Somos la primera sonrisa que te va a recibir con una copa. Jamás me verán serio en ningún acto. –¿Cómo lleva la pandemia con el parón en su sector?

–Uf, con mucha incertidum­bre. También con mucho optimismo y ganas de comerme el mundo cuando vuelva a hacer lo que más me gusta. Cuando trabajo no me preocupa ni el tiempo, es como si fuera al sitio más bonito del mundo. Es como si fuera una actuación, cada evento mío es diferente, intento buscar el mejor sitio para ser protagonis­ta, porque siempre tiene que serlo el venenciado­r en cualquier acto.

–Está dando a entender que no se valora su trabajo suficiente­mente.

–Por supuesto que no. Y para mí es mi vida. Si yo no me preocupo de que el venenciado­r deslumbre con una copa de jerez en cualquier acto, estoy muerto. Cuanto más vino me lleve de vuelta, no gano, para mí son pérdidas. Cuanto más se beba, es que han disfrutado.

–¿De quién es la culpa? –Los primeros venenciado­res siempre fueron figuras importante­s porque eran los embajadore­s de las bodegas y mandaban al venenciado­r porque era la persona que sabía y sacaba las muestras. Era una representa­ción de la bodega en cualquier parte del mundo. Lo enviaba la bodega a su cliente para promociona­r determinad­a marca. En mi caso fue diferente porque vendía el trabajo de venenciar en cualquier parte del mundo elevándolo a la categoría de arte, no representa­ba ninguna marca de vino. Me siento orgulloso de llevar el vino de Jerez como un generoso genérico. Insisto, para mí el venenciado­r siempre ha sido un artista.

–¿Es importante el origen?

–Desde otras partes de España me han preguntado a veces si conocía venenciado­res de jerez por su zona para ahorrar costes y yo les he dicho siempre que el venenciado­r parte de nuestra tierra y siempre con acento jerezano.

–¿Dónde le han tratado mejor?

–Sinceramen­te, en todos los pueblos de Andalucía donde empecé. Cuanto más pequeños, más cariño me han dado. Me he cambiado el traje corto en casas particular­es que me han ofrecido los vecinos.

–¿Qué le parece la afición que existe a la venencia en Japón?

–Me parece que fue una buena idea del Consejo Regulador crear escuela y afición a este arte, pero si por ya haber allí venenciado­res japoneses y por el ahorro en costes deja de estar la figura autóctona, la del venenciado­r de aquí, entonces me parece muy mala idea. Defendamos nuestra denominaci­ón de origen como venenciado­res. No se trata solo de ser el que más levanta la venencia, sino otra historia.

–¿Qué futuro le ve al jerez? ¿Sabe consumirse? –En grandes celebracio­nes no lo veo a no ser que haya un buen venenciado­r que potencie la figura del vino de Jerez. En bodas se ven lambruscos, riojas, vinos blancos... Como el venenciado­r no esté anticipánd­ose a otros servicios, no da vino. El venenciado­r tiene que implicarse más, por lo menos en esa primera copa.

–¿Por qué quiso tener un récord Guinness?

–Porque 2005 era una época con mucho trabajo y mi idea fue proponerle a un cliente que podría potenciar una feria inmobiliar­ia en Sevilla haciendo un récord Guinness bajo mi marca, Venenciado­res, SL. Compré mil litros de vino de Jerez y contraté a 61 venenciado­res. Este fue el primer récord Guinness de venenciado­res y hasta ahora. –¿Y por qué Chiquito de la Calzada de padrino? –Como empresa de servicios en un stand, llevábamos un cuadro flamenco y él iba con ellos. Le pedí que participas­e como testigo y padrino y ni se lo pensó. Me firmó una bota y comió con mi familia un día antes. Le conozco de programas de Antena 3 y Canal Sur en los que he participad­o. Hice mucha amistad con él. –¿Cree que se puede perder el oficio de venenciado­r?

–Mientras yo esté vivo no se va a perder, je, je, je. Siempre me esforzaré en elevar esta actividad a la categoría de arte, cuidando hasta el último detalle y la calidad, y transmitir­les a los que vengan detrás la misma pasión y el mismo tesón. –¿Qué es lo que más le gustaría hacer como venenciado­r?

–Me encantaría volver a inaugurar la Feria de Jerez venenciand­o vino en todas las puertas de acceso, qué mejor manera de dar la bienvenida. Eso es como lanzar fuegos artificial­es. Y batir mi propio récord Guinness, esta vez en mi ciudad, Jerez.

La mayor publicidad y éxito que puede tener un venenciado­r es no llevarse vino de vuelta en la bota”

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