Huelva Informacion

LA IMAGEN QUE DAMOS

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NO será la primera vez ni la última que ref lexionemos sobre el concepto que se tiene de los cofrades desde fuera. Dicho de otro modo: qué piensan de nosotros aquellos que no pertenecen a las cofradías.

Desde mi punto de vista, se trata de una de las grandes asignatura­s pendientes de las hermandade­s, ya que hemos de asumir que la representa­ción que tienen de nuestro colectivo es, en general, negativa. Por ello, sería interesant­e pensar en las posibles causas.

Por un lado, se trata de una imagen i njusta. Conozco a muchas personas, creyentes, que no pisan nuestros templos porque no sé qué creen que hacemos en ellos. Jamás vendrán a misa a la capilla de una hermandad pensando que quizá el Señor que está en el sagrario no es el mismo que el que se encuentra en cualquier parroquia.

Hay también una costumbre muy dañina de mirarnos por encima del hombro, desde una superiorid­ad moral que no sé quién la otorga. Las cofradías están formadas por personas, y, como tal, sujetas a todos los vicios y virtudes de cualquier colectivo. Tomando prestadas las palabras de Terencio, nada humano les resulta ajeno. Pero claro, es muy cómodo censurarla­s desconocie­ndo la complejida­d que conlleva la gestión de un grupo movido por pasiones y voluntades (ojo con esto) totalmente altruistas. Aquí todos estamos por amor al arte; es más, nos cuesta el dinero.

“Qué mal están las hermandade­s”, nos dicen. ¿Y qué está bien hoy? ¿Miramos el mundo de la política? ¿Y el de la empresa? ¿Cómo está la sociedad, en general, pandemia aparte? Pongan un informativ­o y díganme qué funciona en el panorama que nos presentan. Las hermandade­s no dejan de ser un ref lejo más de la sociedad actual. Un mundo que a veces parece que se desmorona.

Ahora bien: hemos de ser autocrític­os y no conformarn­os con irnos al traste porque f lotamos en un gran barco que se hunde sin remedio. En ocasiones, parece que nos esforzamos por dar una imagen que no es real de las hermandade­s. Esto, que quizá provenga de otra virtud (la de ser colectivos abiertos a todos, sin distinción), desvirtúa la imagen que ofrecemos a la sociedad y carga de razones a aquellos que no quieren nada con nosotros.

Este año tenemos una oportunida­d de oro. Dentro de la enorme tristeza que supone no ver a nuestros titulares por las calles, cosa de la que no debemos avergonzar­nos jamás, podemos con nuestro testimonio dar la altura real del colectivo. Durante estos meses, las cofradías han sido un ejemplo de prudencia al no entrar en el juego de qué pasará la próxima Semana Santa. Todos, o casi todos, sabíamos que este año l as hermandade­s no saldrían.

Hagamos de la necesidad virtud y estemos en los templos, dentro del orden que establecen las autoridade­s, primero adorando al Señor en estos días tan importante­s, y luego acompañand­o a nuestros titulares. Sin aspaviento­s. Con madurez y desde la fe. De verdad.

Las cámaras buscarán la imagen del hermano que llora desconsola­damente, pero hemos tenido todo un año para saber que este año sería así. Nuestra historia se escribe en siglos y las hermandade­s han superado episodios peores. Más pronto que tarde, las puertas de San Pedro se abrirán y Jesús saldrá del templo para entrar triunfalme­nte en la Jerusalén onubense. Mientras tanto, ánimo a todos y que aprovechem­os estos días.

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JOSUÉ CORREA
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MIGUEL LÓPEZ VERDEJO

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