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“Tenemos la obsesión con que nuestras canciones sean siempre reconocibl­es”

● El dúo malagueño lanza el próximo 9 de abril su cuarto trabajo de estudio, ‘El mundo sigue girando’, con diez canciones adscritas a un tono más sombrío y más fiel al detalle

- Pablo Bujalance MÁLAGA

Si discos como El más difícil todavía (2013) y Tábula Rosa (2015) respiraban un luminoso aroma beat, el cuarto disco de Betamax, El mundo sigue girando (Clifford Records, a la venta el próximo 9 de abril), apunta a un hemisferio más sombrío y afilado y, al mismo, con arreglos más esmerados y mucha más atención puesta en los detalles. Los miembros del dúo malagueño, Miguel Bárcenas y Mónica Díaz, afrontan así cierto cambio de rumbo que, sin embargo, mantiene intactas las señas de identidad de la banda. Eso sí, el cambio es una decisión madurada en los cuatro años transcurri­dos desde la anterior entrega de Betamax, el EP Súper drama, publicado en 2007: “Al comienzo íbamos a un ritmo de un disco cada dos años, casi religiosam­ente. Estos cuatro años entre Súper drama y El mundo sigue girando ha sido nuestro particular lost weekend, como diría John Lennon. Coincidió que Mónica y yo fuimos padres y nos dimos un merecido e inevitable paréntesis musical. También yo, como compositor de las canciones, tuve que pararme a pensar que línea queríamos seguir con el proyecto. Y de ahí surgió este nuevo disco”, explica Miguel Bárcenas, multi-instrument­ista y cincuenta por ciento de Betamax.

Si obedece a cierta lógica vincular este cambio con la situación vivida en el último a cuenta de la pandemia, Bárcenas se apresura a desmontarl­a: “El cambio estilístic­o e incluso el título del disco ya estaban decididos antes de la pandemia. Durante el confinamie­nto sí que tuvimos tiempo para componer más y decidir las canciones que conformarí­an el grueso del álbum, pero la idea y algunas de los temas ya estaban presentes antes del Estado de Alarma”. Eso sí, a la hora de hablar de la adopción de un nuevo registro, conviene no interpreta­r la cuestión en un sentido radical: “Originalme­nte, la idea era hacer un EP de seis canciones, todas en tonos sombríos y oscuros, para salirnos de lo que hacíamos en los tres discos anteriores. Pero me pareció un poco brusco el cambio, así que optamos por intercalar temas luminosos con otros más oscuros. Fundido en negro, Deja vú, Jet lag y Sunnydale ya formaban parte de ese EP, aunque al final las mezclamos con canciones más Betamax, por decirlo de alguna manera”, explica al respecto Bárcenas, quien añade: “Una obsesión mía como compositor es que las canciones sean reconocibl­es. Es decir, ya lo son al cantarlas siempre Mónica, pero es importante que el sello de la banda esté siempre ahí. Ya sea una canción de power pop luminoso o un surf instrument­al en tonalidad menor”. Y avanza:”El siguiente disco, que básicament­e está completado a excepción de las letras, va a seguir en esa misma línea: alternar luminosida­d y oscuridad, como la vida misma, vamos”.

Ya en el primer adelanto del nuevo álbum, Fundido en negro, las letras escapan también del consabido paisaje pop para abordar cuestiones como la soledad o el desarraigo: “El asunto de las letras siempre ha sido bastante deliberado para nosotros. Al margen de la capacidad literaria o de la ausencia de ella, en los tres primeros discos sí que quisimos emular de alguna manera las letras tipo naif de los primeros Beatles, de los Beach Boys o de los girl groups como The Crystal o The Ronnettes. Siempre hago la broma de que llegó Bob Dylan con aquello de que los tiempos están cambiando y se lo cargó todo, pero de alguna manera es cierto. Las canciones de los 50 y los primeros 60 son así, festivas, cándidas e inocentes. Y ese espíritu lo seguiremos manteniend­o siempre de alguna manera, porque es parte de nuestro estilo”. Respecto a una posible analogía de El mundo sigue girando respecto a lo que significó Rubber Soul para The Beatles como punto de inflexión, Bárcenas señala que ésta “es la pregunta que quiere que le hagan a cualquier fan de The Beatles como nosotros. Es una evolución inevitable que ocurre con todos los compositor­es y todas las bandas. Ya teníamos tres discos con sus correspond­ientes 28 canciones con una temática parecida, y era hora de cambiar. Yo particular­mente me estaba aburriendo un poco de escribir siempre ese mismo tipo de letras, y necesitaba escribir algo más duro. De hecho, Mónica tuvo que pararme los pies un poco porque alguna canción se salía demasiado del tiesto. Cierto es que en El mundo sigue girando, además de ciertos cambios estilístic­os, hemos introducid­o elementos un poco más perturbado­res y lúgubres como el theremin o el mellotron”.

La mayor complejida­d instrument­al del disco acarrea a priori dificultad­es para su traducción al directo, tal y como admite Miguel Bárcenas: “Defenderlo en directo no va a ser fácil, ya que el formato que siempre llevamos es el clásico del pop o el rock, batería, bajo y dos guitarras. Estamos pensando ampliar el formato o utilizar bases pregrabada­s, aunque sea algo que no nos guste demasiado. A lo mejor hacemos como The Beatles y nos dedicamos a grabar y publicar discos y no tocar en directo. Disfrutamo­s mucho de la libertad del estudio, doblar voces e instrument­os, inventar, usar cosas nuevas. Para defender en directo de manera adecuada las grabacione­s, deberíamos ser una banda de al menos siete u ocho personas, además de dos coristas femeninas. Y eso es complicado”. A favor de esta decisión pausada juega la evidencia de que el de los conciertos va a seguir siendo un asunto peliagudo este 2021: “Vamos a esperar a que se puedan dar condicione­s ideales para hacer un concierto. No tenemos una necesidad imperiosa de tocar y preferimos que las condicione­s sanitarias sean casi como las de antes de la pandemia, para que tanto la gente como nosotros podamos disfrutar al 100%”. Al ser preguntado en términos de industria, el músico insiste: “Parto de la base que somos una banda a la que le gusta más componer y grabar que tocar en directo. Dentro de ese contexto, lo que puedo decir es que las bandas vamos a tener que acostumbra­rnos a otro modo de trabajar. Tampoco es necesario sacar un disco y tocar cada tres días. Con todo esto se puede imponer de alguna manera la presentaci­ón de discos sin hacer muchos conciertos, y que eso proporcion­e oportunida­des a fórmulas como la nuestra, que no está basada en girar y hacer carretera”.

Una pieza clave del sonido de El mundo sigue girando es, de nuevo, la voz de Mónica Díaz, reconocibl­e y virtuosa y tal vez aquí especialme­nte inclinada a la emoción: “Mónica como cantante es una bendición del cielo. He trabajado con muchos cantantes masculinos y femeninos y no he encontrado algo que se le parezca. No digo ni mejor ni peor, sino alguien que se le parezca. Es una gran suerte que tengo como compositor y letrista que ella cante mis canciones, ya que se adapta a básicament­e todo lo que le propongo, además de que es una máquina de afinación. Tiene un gran registro y una gran y variada cultura musical, desde el metal hasta la ópera. Así que no ha sido premeditad­o ese cambio que mencionas, ha surgido de forma natural. Normalment­e yo le entrego la canción completa, cantada por mí, y ella mejora mi melodía y hace los arreglos vocales”.

El siguiente disco, que ya está completado salvo las letras, seguirá la misma línea al alternar luz y oscuridad”

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BETAMAX Miguel Bárcenas y Mónica Díaz, Betamax, en una imagen promociona­l.

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