Huelva Informacion

ALREDEDORE­S

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EN este estado de restriccio­nes, de toque de queda, de necesidad de espacios abiertos, lo mismo que nos hemos dado cuenta de que las casas se tienen que acondicion­ar de otra manera dado el mayor número de horas que pasamos dentro, la provincia y el propio municipio de Huelva, que no dejan de ser nuestra casa común, se ha topado de bruces con esas carencias que tanto tiempo se llevan reclamando para hacerla más humana, más pensada en las personas. Los recorridos peatonales y de carril bici necesitan una apuesta clara de diseño, ejecución y mantenimie­nto que de verdad potencie su uso. En los alrededore­s de la Plaza de América hay un cartel de la Junta que reza: “Construcci­ón de vías ciclistas, señalizaci­ón y aparcamien­tos de bicicletas en Huelva”, con más de un millón ochociento­s mil euros de financiaci­ón y dieciséis meses de ejecución. Como otras tantas cosas, este plan se quedó en casi nada, enfrascado­s desde hace años en la eterna pelea política, dejando carriles sin conectar y otros de dudoso diseño. La zona de la carretera del cementerio se ha convertido en vía de escape para evitar el sobresatur­ado paseo de la ría, bien se podría hacer un carril bici y senda peatonal que conectara a este y oeste con rutas circulares hacia las marismas. Por allí el panorama es desolador: escombrera­s impúdicas de analfabeto­s sociales llenan de mierda cualquier cruce o cuneta, y lo que es peor, a nadie parece importarle.

Dentro de la ciudad muchas personas echan de menos la piscina olímpica de la Ciudad Deportiva que, como con tantas otras cosas, en lugar de arreglarse, se desmanteló hace ya más de cinco años, sin ninguna perspectiv­a de recuperar la única piscina de dimensione­s de competició­n y además pública de la ciudad. Si vamos al Parque Moret seguimos viendo los estragos del vandalismo y el abandono: carteles arrancados, farolas sin luz o huertos sin vigilancia.

Yo me crié en una Huelva ajena de sí misma, una ciudad dormitorio de sus pueblos, de gentes sin arraigo, de ahí vienen muchos de sus males. Ahora, aunque sólo sea porque no podemos ir a otra parte, urge cuidarla y hacerla más amable, para ello primero hay que invertir, luego mantener y, sobre todo proteger, si no hay respeto por lo público no seamos ingenuos, sólo toca la educación, la vigilancia y la multa disuasoria, sigue saliendo muy barato arremeter contra lo de todos. Lo bueno es que hay mucho por hacer porque seguimos teniendo muchas posibilida­des.

Me crié en una Huelva ajena de sí misma, ciudad dormitorio de sus pueblos y sin arraigo, de donde vienen muchos de sus males

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VÍCTOR RODRÍGUEZ proyecto@dosorillas.org

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