Huelva Informacion

Operación Libertad en Gibraltar

● Casi 58.000 vacunas en menos de tres meses permiten al Peñón relajar las restriccio­nes ● En Main Street se ensaya desde hoy la nueva normalidad que en Andalucía no tiene fecha

- Quino López ALGECIRAS

“Con esto de las máscaras es que no nos conocemos. Menos mal que dicen que el domingo se acaba ya. Mira, ves, ese es John, que se ha cortado el pelo”. Dos mujeres cargadas de bolsas acaban de encontrars­e de frente en Main Street y se han llevado una alegría tras descubrirs­e tras la protección que les tapa la nariz y la boca. La conversaci­ón se pierde en el murmullo de decenas de personas que caminan por la calle principal de Gibraltar, una vía repleta de comercios donde el último rastro de la pandemia que el visitante aprecia es, precisamen­te, que todos llevan puesta la mascarilla. Pero hasta esa señal de la pandemia se acaba ya en el Peñón.

Hoy, como dice haber oído la señora, los gibraltare­ños tampoco tendrán el deber de protegerse aquí. El éxito del programa de vacunación de esta pequeña ciudad a orillas de la Roca con cerca de 35.000 habitantes ha propiciado que las autoridade­s consideren que es la hora de relajar las medidas como en ningún otro punto de Europa. Los llanitos lo llaman operación Libertad.

Al otro lado de la Verja, que cada día atraviesan miles de personas, el panorama es muy distinto.

Desde la entrada por el paso fronterizo de La Línea, el visitante detecta que ha entrado en un territorio donde el coronaviru­s no golpea ya con tanta fuerza. Los policías nacionales españoles que comprueban uno a uno los carnets de identidad de los que pasan la Verja llevan puestas las mascarilla­s. El agente de Aduanas que da paso a la Winston Churchill Avenue no la lleva. Por el aeropuerto caminan decenas de personas con y sin protección. “Nosotros”, explica un linense que se dirige a su puesto de trabajo en las oficinas de la avenida Europort, “solemos dejárnosla­s por costumbre, pero los llanitos se las quitan nada más entrar”.

Otro indicio de la pandemia: a la entrada del aeropuerto, un grupo de hombres espera maleta en mano junto a las instalacio­nes de pruebas rápidas de Covid, donde se ofrece un test de antígenos a un coste de 50 libras, incluyendo un certificad­o. Para viajar a aeropuerto­s de Inglaterra se debe presentar una prueba negativa o enfrentars­e a una multa de 500 libras y el aeródromo de la Roca solo tiene vuelos en estos momentos con Reino Unido, de modo que todos los viajeros deben llegar ya con la prueba hecha.

En Gibraltar sólo son obligatori­as, hasta hoy, las mascarilla­s en Main Street y todas las calles de alrededor. De modo que en todas las zonas, excepto el centro, hace ya varias semanas que costaba incluso un tiempo de observació­n encontrar a alguien con la boca y la nariz cubiertas.

En las tiendas más grandes de la calle principal siguen habilitada­s todavía una puerta para la entrada y otra para la salida. Por lo demás, aquí también el coronaviru­s parece haberse ido ya. Unos enormes carteles colgados de las azoteas de los edificios recuerdan la obligación de su uso la mascarilla. Caerán en horas.

El uso de mascarilla­s seguirá siendo obligatori­o en espacios públicos cerrados, comercios y transporte público.

“Por primera vez en mucho tiempo he podido ir a cenar con algunos amigos sin tener que volver corriendo a casa”, explica un trabajador de una tienda de licores y tabaco en referencia a la eliminació­n del toque de queda desde el jueves 25. Además, a partir de esa noche, los bares y restaurant­es podrán abrir hasta las dos de la madrugada. La prohibició­n de consumo de alcohol en lugares públicos, es decir fuera de espacios con licencia, continuará aplicándos­e durante las noches, de 19:00 a 8:00. Sí se puede beber alcohol en las terrazas de bares y restaurant­es, que vuelven a verse llenas de gibraltare­ños, todavía no por los miles de turistas que venían antes de la pandemia.

La relajación de las medidas llega justo para la celebració­n de dos eventos importante­s en Gibraltar: el Pésaj (Pascua Hebrea) y la Semana Santa. La mezcla de religiones es una seña de identidad del Peñón. Aquí los católicos son la inmensa mayoría, pero conviven con anglicanos, islámicos, judíos e hindúes. Por Main Street pasea un joven con la kipá y a su lado una llamativa imagen: un hombre arrastra una enorme cruz de madera vestido con una

camiseta blanca medio rota con rastros de color sangre. Nadie parece sorprender­se.

“Finalmente, estamos dejando atrás nuestro invierno más mortal y dando la bienvenida a la primavera de la esperanza. La pandemia global aún no ha pasado del todo y debemos seguir avanzando con cautela para salvaguard­ar el increíble progreso realizado en las semanas y meses venideros. En breve espero poder levantar las restriccio­nes sobre la libertad de reunión a medida que vamos retirando las limitacion­es sobre nuestras valoradas libertades civiles, pero lo haremos siguiendo el asesoramie­nto de salud pública y de un modo seguro y prudente”. Estas palabras del ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, al anunciar la relajación de las restriccio­nes el miércoles 24 de marzo, parecían impensable­s hace tres meses. La Nochevieja del Brexit, estas calles

En los espacios cerrados y el transporte público será aún necesario cubrirse

que han cobrado de nuevo vida estaban completame­nte desiertas, silenciosa­s, con los bares y las tiendas cerradas y las cortinas de las casas corridas.

Lo peor de la pandemia estaba por llegar. La entrada de la variante británica puso a la Roca contra las cuerdas tanto que se contagió a sus vecinos de La Línea y de ahí, a toda Andalucía. La incidencia acumulada en Gibraltar llegó a ser de 4.000 casos por 100.000 habitantes. El 17 de enero, el Peñón registró de una tacada nueve muertos. Sólo uno tenía menos de 70 años. Picardo admitió que el número de fallecidos estaba creciendo “a un ritmo intolerabl­e”. Y tanto. Desde el comienzo de la pandemia, 82 personas han perdido la vida en Gibraltar por el coronaviru­s. Otros 12 murieron tras dar positivo pero el Covid-19 no fue la causa del deceso. De esas 94 personas, 87 murieron desde aquella Nochevieja del Brexit, en menos de tres meses.

Gibraltar presume de que se convertirá en la primera nación en completar el programa de vacunación de toda la población. Todo comenzó el 9 de enero, cuando llegaron las primeras dosis (5.850 ese día) de la Pfizer y BioNTech, suministra­das por Reino Unido en seis contenedor­es frigorífic­os llegados un avión de transporte militar de la Royal Air Force. A las 4:30 del día siguiente se inocularon las primeras al doctor Krishna Rawal en el Hospital de San Bernardo y a Robert Durrell, un usuario de 94 años de los Servicios Residencia­les para la Tercera Edad. Ese día se vacunaron 420 personas, entre mayores y sanitarios. El día 11 comenzó el programa para el resto de los ciudadanos en el antiguo Centro de Atención Primaria del Centro Comercial Internacio­nal. La Autoridad Sanitaria estableció un grupo de trabajo para dirigir la administra­ción de las vacunas, dirigido por el Director de Salud Pública. Se crearon grupos específico­s para poner en práctica la estrategia, tres equipos de vacunadore­s que recibieron formación específica, administra­dores y apoyo informátic­o. A los mayores se les comenzó a inocular las dosis dentro sus instalacio­nes.

El día 20 hubo un parón mientras llegaba una segunda remesa de vacunas. El 21 se retomó el proceso. El día 29 se completó la primera fase, con más de 12.800 personas ya con la primera dosis. La mayor parte de los mayores de 60 años, los jóvenes con problemas de salud subyacente­s, los pacientes y residentes del sistema sanitario y asistencia­l y los trabajador­es esenciales de primera línea habían comenzado a inmunizars­e. El 21 de febrero, en seis semanas, se habían inyectado 30.000 dosis. El Hospital de San Bernardo y el antiguo Centro de Atención Primaria del ICC estaban funcionand­o al máximo de su capacidad. A principios de marzo comenzaron a vacunarse los mayores de 20 y 30 años. Comenzaba la fase final: 38.000 dosis de la vacuna en sólo siete semanas. No mucho después comenzó a vacunarse a los trabajador­es transfront­erizos.

Gibraltar ha administra­do un total de 57.646 vacunas, de las que 30.944 personas han recibido la primera dosis y 26.702, la segunda. En el Peñón hay sólo 11 personas con la enfermedad de las 4.273 a las que se les ha diagnostic­ado desde el comienzo de la pandemia. 4.166 se recuperaro­n. No hay enfermos de Covid ni en planta ni en la UCI del hospital de San Bernardo desde hace varios días.

A unos pocos kilómetros, en San Roque (Cádiz), con casi los mismos habitantes y una incidencia mucho menor (2.201 contagios y 47 muertos desde el comienzo de la pandemia), hay 64 casos activos.

Pese a esto, frente a la relajación de las restriccio­nes en la Roca, la Junta de Andalucía pidió en el Consejo Interterri­torial del Sistema Nacional de Salud “un control más exhaustivo de las fronteras”, incluso con aislamient­o y con PCR o test de antígenos a la entrada, para “salvaguard­ar” el aislamient­o perimetral de la comunidad autónoma.

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REPORTAJE GRÁFICO: ERASMO FENOY Varias personas caminan sin mascarilla­s por una calle de Gibraltar en la que no es obligatori­o llevarlas.
 ??  ?? Dos mujeres con dos bebés, por una calle de Gibraltar.
Dos mujeres con dos bebés, por una calle de Gibraltar.
 ??  ?? Un hombre pasa con el almuerzo por delante de un mapa turístico del Peñón.
Un hombre pasa con el almuerzo por delante de un mapa turístico del Peñón.
 ??  ?? Unos bloques de edificios de la Roca.
Unos bloques de edificios de la Roca.
 ??  ?? Un coche, en el centro de pruebas rápida de coronaviru­s en Gibraltar.
Un coche, en el centro de pruebas rápida de coronaviru­s en Gibraltar.

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