Huelva Informacion

ASTRAZENEC­A

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EL miércoles pasado me pusieron la primera dosis de la vacuna AstraZenec­a en mi centro de salud. Todo fue sobre ruedas: me llamaron al móvil y me dieron cita para el día siguiente. Cuando llegué al centro de salud, tuve que esperar diez minutos (¡diez minutos!) y luego un sanitario afable y atento me puso la vacuna. Rapidísimo y facilísimo. Tanto, que ni un carísimo seguro privado podría haberlo hecho mejor. Es cierto que la Unión Europea se equivocó al hacer las compras de las vacunas y que hemos tardado demasiado tiempo en empezar a vacunar a gran es

cala, pero una vez que están llegando las dosis las cosas se están haciendo muy bien.

De todos modos, los que nos hemos vacunado con la Astrazenec­a hemos pasado unos días intolerabl­es de angustia por culpa de los rumores y de las decisiones contradict­orias que se han tomado al tuntún. ¿Tan difícil era salir a informar sobre la incidencia pequeñísim­a de los posibles trombos? ¿Tan difícil era explicar con fundamento los beneficios incuestion­ables de la vacuna? ¿Y tan difícil era atajar los rumores histéricos que siempre acaban en manos de todos esos chiflados que difunden teorías conspirano­icas contra las vacunas? Pues se ve que sí. Y ha sido una vergüenza que el Gobierno central y las administra­ciones hayan ido cada una

por su lado, lo que demuestra que este sistema autonómico no es nada eficiente en cuestiones de emergencia nacional. En algunas comunidade­s se ha decidido no vacunar con Astrazenec­a a los menores de 60 años. En otras sí se les vacuna. En algunas se interrumpe la vacunación. Y en algunas otras no se sabe qué va a pasar con la segunda tanda. Se mire como se mire, un desastre. ¿Es admisible que se esté jugando así con la confianza y la tranquilid­ad de las personas vacunadas? Y más aún cuando todos sabemos que la incidencia de los posibles trombos causados por la vacuna es pequeñísim­a y que no hay ninguna razón para crear un alarmismo infundado.

Sea como sea, estoy muy contento con mi vacuna Astrazenec­a. Es evidente que puede tener efectos secundario­s. Y es evidente que hay una posibilida­d entre un millón de que esos efectos no deseados me toquen a mí. Sí, de acuerdo, pero las probabilid­ades de contraer el Covid son mucho más elevadas y mucho más peligrosas. Así pues, bienvenida sea la Astrazenec­a. Y que nadie se atreva a tocar nuestra sanidad pública.

Los que nos hemos vacunado con la Astrazenec­a hemos pasado unos días de angustia por culpa de los rumores

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EDUARDO JORDÁ

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