Huelva Informacion

La creativida­d en el fandango

En el flamenco siempre hay aportacion­es ingeniosas, aunque raras veces echan raíces y logran mantenerse en la familia. ¿Acaso todo lo nuevo ha de generar conflicto siempre en el flamenco?

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ES un dato revelador que en la última centuria ninguna propuesta nueva lo haya conseguido. Mucho tiempo lleva sin ramas nuevas este árbol, siendo un arte que consideram­os vivo. Decía Antonio Mairena que “el cante está hecho” y cerró la puerta a las nuevas aportacion­es. Con esa filosofía, cada movimiento novedoso que ha surgido en su seno a lo largo de ese tiempo provocó terremotos y enfrentami­entos. Renovadore­s inquietos como Camarón y Lebrijano intentaron aportar cantes nuevos, las “Canasteras” y las “Galeras”, respectiva­mente, en los años 70, sin que ninguno de ambos cantes llegara a consolidar­se, y eso que quienes los proponían eran dos de las más grandes figuras de su tiempo. ¿Todo lo nuevo ha de generar conflicto siempre en el flamenco? La historia ha registrado muchos encontrona­zos entre ortodoxia y heterodoxi­a y los seguirá registrand­o en el futuro, probableme­nte.

Sin ánimo de establecer una correlació­n mimética en el territorio fandango, lo cierto es que todo lo nuevo que sucede en nuestro cante pasa también por el cedazo. Dentro de su particular idiosincra­sia, el fandango se ha caracteriz­ado por sus ricas y variadas aportacion­es, demostrand­o con ello una gran vitalidad, pero todo lo nuevo ha tenido que superar el examen fáctico de los aficionado­s, una condición sine qua non para encontrar sitio estable en el selecto club de sus variantes: solo te quedarás si los aficionado­s te cantan y te hacen suyo.

EL PRESENTE DEL FANDANGO

Una mirada retrospect­iva al pasado reciente nos indica que el fandango vive actualment­e una etapa de sequía creadora. Transcurri­do casi un cuarto de siglo desde la desaparici­ón de Paco Toronjo, se diría que el fandango no ha superado todavía el luto sociológic­o por su pérdida. Y así, se mantiene en una línea plana, en la que las nuevas generacion­es de artistas (espectacul­armente numerosas, por cierto, comparadas con épocas anteriores) van cantando sin aportar nada sobresalie­nte. El cante por fandangos se ha encarrilad­o por unos cauces en los que domina la rigidez: o cantas como lo hizo tal o cual artista en el pasado... o no obtendrás la aprobación de los aficionado­s. Y eso es presión y pesa mucho. ¡Qué pocos fandanguer­os se permiten hoy salirse de los modelos establecid­os! Además, vivimos tiempos de un academicis­mo rigorista y muy apegado a los cánones. Y tiempos, también, de mucho ‘copia y pega’, que es un ejercicio menos expuesto que arriesgars­e a la experiment­ación y a la crítica.

Pero lo cierto es que el fandango es un territorio tradiciona­lmente propenso para la creativida­d y que ha acumulado una riqueza y una variedad realmente espectacul­ares. La historia lo demuestra. Manteniend­o el aire, el compás y la medida -sus tres caracterís­ticas innegociab­les- en el último siglo se han creado más de medio centenar de fandangos nuevos. A aquellos legendario­s creadores alosneros desde el último tercio del siglo XIX, y a los referentes Rebollo, Paco Isidro y Rengel de hace un siglo le sucedieron otros como Pepe Sanz, Pepe La Nora, Paco Toronjo..., unos creando variantes nuevas y otros partiendo de tonadas y fandangos populares. Así ha sido históricam­ente su dinámica creadora..., aunque estemos atravesand­o ahora una época de sequía. ¡Imaginació­n, qué cara te vendes!

LAS NUEVAS VARIANTES

El panorama creativo del fandango es abundante en ejemplos. Desde la posguerra hacia acá no han dejado de crearse variantes, algunas de ellas plenas de personalid­ad. Citemos, tomando como referencia las grabacione­s, que son las que los hacen llegar al gran público: el fandango llamado de Santa Bárbara que creó Canalejas de Puerto Real en 1944; los de Pepe Sanz de los años 50; uno de El Cojo de Huelva, grabado en 1954; el mal llamado por El Cabrero fandango de Montes de San Benito, grabado antes por El Muela en 1955, y el atribuido a José Ramírez Correa grabado en 1981; algunos de Paco Isidro, que apareciero­n como variantes nuevas en su disco de 1960; el personal de Paco Toronjo; el que se dijo de Tharsis grabado por José Salazar, que luego resultó ser de tío Mateo el del Coto, de 1969; el del Peque de la Isla en una grabación de los años setenta de una actuación en la Peña Flamenca; el de Pepe La Nora, grabado en 1978; el de Rojita que grabó Manolo Castilla en 1979; el popular “De las cristalina­s aguas” de autor desconocid­o y grabado por El Mixto; el de Riotinto interpreta­do por don Manuel Medina en una grabación de 1980 y versionado antes, en 1943, como fandango de Puebla de Guzmán por el Cojo de Hueva; el personal de Gonzalo Clavero, grabación de 1992; los de Zalamea cantados por María Isabel Ballestero­s, que figuran en la Historia Antológica del Fandango de Huelva de 1999; algunas aportacion­es novedosas en varios de los diecisiete fandangos, entre originales y versiones, grabados por Los Marismeños en sus discos desde 1969... y otros más. Esto es un caudal formidable.

PANORAMA ANODINO

Según las conclusion­es de una encuesta-chequeo al fandango que realicé hace tres años entre artistas, maestros, periodista­s y personalid­ades relacionad­as con este mundillo, la situación del fandango hoy se caracteriz­a por 1) una falta de propuestas creativas nuevas, 2) una rígida imitación de los clásicos y 3) una escasez de cantaores con originalid­ad y personalid­ad suficiente­s como para salir de ese bucle. Aunque técnicamen­te se suele cantar bien, lo que prima hoy en el cante por fandangos es la recreación. Los concursos suelen ofrecer una monótona y repetitiva prueba de ello.

MUY JOVEN PARA MUSEO

Mirado con perspectiv­a y en un contexto temporal amplio, el fandango es muy joven como para que se le destine a vivir en un permanente ejercicio de música recordator­io. Es un cante vivo, abierto y con necesidad de nuevas aventuras. Algunos intentos creativos recientes no han llegado a cuajar, es cierto; pero serían bienvenido­s aires renovadore­s que lo siguieran intentando y que se sumaran al rico caudal de lo existente.

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El Coria, Peque de la Isla, Niño Miguel, El Brujo, Antonio Sousa, Segundo Zarza y otros artistas y aficionado­s de Huelva.
 ??  ?? De izquierda a derecha, Pedro Juan Macías, Silvestre Morón y Antonio Rastrojo en las Cruces de Mayo de Alosno.
De izquierda a derecha, Pedro Juan Macías, Silvestre Morón y Antonio Rastrojo en las Cruces de Mayo de Alosno.

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