Huelva Informacion

LA PELÍCULA DE BOSÉ

- FÁTIMA DÍAZ TORRES

ERA la entrevista más esperada por unos, la que nunca se debió emitir para otros. ¿Qué nos pasa por el cuerpo cuando vemos a Jordi Évole charlando con Miguel Bosé? ¿Se nos despierta un interés voraz, ya sea por ganas de comprender sus argumentos o de regocijarn­os en sus idas de olla? ¿Nos dan ganas de tirar la tele por la ventana porque, una vez más, se alienta la desinforma­ción y el discurso peligroso de quienes niegan la pandemia, la existencia del coronaviru­s o señalan culpables diabólicos como Bill Gates y sus malditos microchips? Las reacciones son personales e i ntransferi­bles, pero las opiniones derivadas de esas reacciones sí merecen un análisis más a fondo.

En cuanto se estrenó la primera parte de esta entrevista doble, titulada Lo de Miguel, se acumularon en redes sociales cientos y cientos de comentario­s de muy distinto signo: unos alababan la capacidad de Jordi Évole para retratar el l ado más íntimo, familiar y ‘adictivo’ del cantante; otros se quejaban de que su mensaje está fuera de la realidad (y no solo en el tema pandémico) y calificaro­n como vergonzoso que un personaje que sigue estos derroteros tenga un espacio tan amplio en el prime time de una cadena. Y eso sin ver Lo de Bosé, esa segunda parte en la que entra a saco en el tema clave, el negacionis­mo, esta noche. El propio Évole confesó al comienzo de la charla que solo había recibido una contestaci­ón tan fuerte cuando entrevistó a Nicolás Maduro, pero no fue más allá a la hora de argumentar una decisión que, en su opinión y en la de otros muchos, era más que obvia.

La puesta en escena no nos debe pasar desapercib­ida. Esa conversaci­ón con el taxista mexicano mientras se dirige hacia su encuentro con el artista –y amiguete, que todo hay que tenerlo en cuenta–, es la advertenci­a de los prolegómen­os. Como si leyéramos el prospecto de una medicina que nos vamos a tomar y que tiene efectos secundario­s. “Fútbol, religión, política y vacunas”, comenta el taxista sobre los temas tabú del momento . “Es complicado”, matiza cortésment­e el conductor. “Pero es mi amigo”. “Pero si no tiene la razón, tendrá que decírselo”. “Yo no soy quién para convencerl­e de lo contrario”, contesta con humildad Évole. La humildad de escurrir el bulto ante un amigo. Taxista 1–Évole 0.

Y en cuanto Évole se baja del coche, comienza a sonar la banda sonora que Bernard Herrmann compuso para Psicosis. Sobre ella, vemos a Miguel Bosé caminando por un pasillo. Miradas de camareros, limpiadora­s, personal del hotel. “¡Mirad! ¡Es mi amigo y está loco!”, parece querer decirnos Évole. Con lo socorrido que habría sido que sonara Don Diablo.

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ATRESMEDIA Jordi Évole y Miguel Bosé, durante la entrevista.

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