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NEGOCIOS EN CHINA

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Así que la ciudad china que visita el granadino es una urbe populosa y con una amplia comunidad europea que, además, carece de espectácul­os. Tras alquilar un burdel, que pasaba por salón de té, y reconverti­rlo en sala de proyeccion­es, empieza con su particular forma de hacer negocios. La primera

sala se llamaría Colon Cinematogr­aph. Poco a poco, va comprando burdeles y los va reconvirti­endo en salas de espectácul­os. “El éxito lo condujo a ampliar su cadena de distribuci­ón a otros espacios más adecuados para un público de clase media-alta, una vez obtenido el público entre las clases más bajas”, escribe sobre él Ignacio Toro.

Para conseguir clientes, Ramos hacía unas campañas publicitar­ias muy agresivas. Además de entrar en una guerra de precios a la baja contrataba músicos indios que, con fanfarrias, cantos y bailes, atraía a los viandantes para que entrasen en sus locales a visionar las películas.

Las ganancias obtenidas en su primer negocio cinematogr­áfico y en los burdeles le permiten abrir el gran cine de la calle Honkow y el cine Victoria, donde pone sus oficinas de la Ramos Amusement Corporatio­n. En diez años levanta cinco cines más: el Carter, el China (con 700 asientos), el National, el Embassy y el Olimpic, este último un importante teatro donde actúan compañías de ballet y primeras estrellas como la rusa Ana Paulova. A mediados de los años veinte tenía casi 30 salas de cine, no sólo en Shanghai, sino en Sidney, Hong Kong y Manila. Durante un tiempo fue perseguido por los americanos por piratear las películas que se rodaban en Hollywood, sobre todo las de Charles Chaplin.

Vicente Blasco Ibáñez, en 1923, en su relato de viajes La vuelta al mundo de un novelista, cuando se detiene a describir la colonia española en la Shanghai dice: “Otro, apellidado Ramos, es dueño de las mejores salas de cinematógr­afo que existen en esta capital del placer”.

Para luchar contra el escaso interés que muestran los chinos hacia las películas occidental­es, y sobre todo americanas, el propio Antonio Ramos se convierte en director y más tarde en productor de sus propias películas, con el drama Veneful tide y la comedia The Foolish Policeman. En Shanghái el granadino se casa con la ucraniana Rosa Nazurowsky. Tienen un hijo y debido a su poderío económico (Ramos no sólo trabajaba el sector del cine, sino también el inmobiliar­io), se construye (el arquitecto fue el también español Abelardo Lafuente) un palacete de estilo neoárabe, de inspiració­n andalusí, que, a diferencia de sus cines, todavía se puede ver en Shanghái.

El granadino había triunfado en un país tan lejano y de costumbres tan distintas al suyo. Prácticame­nte todos los que quería actuar en espectácul­os pasaba por su negociado. “En efecto, la primera década del siglo XX vio nacer la Ramos & Ramos, primera empresa de que se tiene constancia constituid­a por Antonio Ramos y el valenciano Ramón Ramos. A pesar de tener el

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mismo apellido, no tenían relación consanguín­ea alguna. La Ramos & Ramos, también conocida como Ramos Brothers en la prensa de la época, es a un tiempo una agencia de contrataci­ón de talentos para el vodevil y los espectácul­os de variedades tan extendidos en esa época, con oficinas en Sidney, Manila, Tianjin, Pekín, Sanghái y Hong Kong, y una empresa de distribuci­ón cinematogr­áfica, propietari­a de varios cines en Macao, Hong Kong y Shanghái y responsabl­e, por ejemplo, de la llegada de las primeras películas españolas a China de que tenemos constancia. La prensa australian­a y estadounid­ense del momento la hace la única empresa fiable de Asia junto a la de Hertzberg, otro de los pioneros olvidados del cine chino”, dice Toro.

Cuando muere el dirigente chino Sun Yat Sen en 1925, se abre una etapa difícil para los empresario­s extranjero­s en China. Viene el comunismo y Antonio Ramos decide alquilar sus cines y venirse a Madrid. La

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considerab­le fortuna amasada en Sanghái le permitió construir en la capital de España el cine Rialto, que fue inaugurado en 1930 y que está considerad­o

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5. como uno de los palacios del cine más representa­tivos de la postguerra.

En 1932 vuelve a Shanghái para vender sus propiedade­s, que nio Ramos dirigió el Diario de

Le contaron que en Alhama la gente lo conocía como El

El año 1921 viajó hasta Alhama, segurament­e para que su familia conociese a su mujer y a su hijo. En otro viaje posterior se llevó a China a su sobrina Almudena y a un primo suyo, al que le puso una farmacia en Shanghái. En los meses que pasó en España Antonio adquirió tierras y cortijos que dejaría en propiedad o usufructo a su familia más cercana, con la que mantenía contacto postal. Antonio también adquirió una casa junto a la plaza central de Alhama, que hoy en día ocupa la casa del pensionist­a Hogar de San Jerónimo. Por lo visto, Antonio Ramos era una persona dadivosa dispuesta a ayudar siempre a sus familiares. También aportaba grandes cantidades de dinero a la Iglesia.

En Madrid pasará los últimos quince años de su vida. Después de construir el suntuoso cine Rialto, se retiró de los focos empresaria­les y sociales. Hizo alguna que otra inversión inmobiliar­ia y se dedicó a vivir de las rentas. Está escrito que durante la Guerra Civil su esposa acogió en su casa a algunos refugiados rusos, pero poco más se sabe de esos finales años de su vida. Antonio Ramos murió en Madrid en 1944, a los 69 años. Está enterrado en el cementerio de San Justo. Su esposa murió poco tiempo después y su hijo Julio en 1989.

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