Huelva Informacion

CLAMORES Y SILENCIOS

- VICENTE QUIROGA

HACE unos días sabíamos que sólo un 0,18 % de las familias de los enterrados en el Valle de los Caídos ha solicitado la exhumación de sus restos. La noticia da a entender que el empeño del gobierno por imponer la llamada Memoria Histórica como estrategia en épocas electorale­s, queda en entredicho. La invocación hecha por el presidente en el Congreso de los Diputados, que algunos han osado calificar de reivindica­ción (de “vínculo luminoso”, nada menos, habló el hiperbólic­o Sánchez), no sólo es inoportuna en las circunstan­cias actuales cuando, algunos, entre ellos sus socios del gobierno, cuestionan nuestra inequívoca entidad constituci­onal. No es el mejor precedente ni la más ejemplar referencia un hecho histórico, que aparte del ilegal golpe de estado de los insurgente­s, tuvo en sus principale­s artífices los más cualificad­os responsabl­es de su fracaso. “¡No es eso, no es eso!”, exclamaba Ortega y Gasset uno de los principale­s inspirador­es del régimen. La gran mayoría que no lo vivió y que con tanto ímpetu propala sus presuntas virtudes, debiera, al menos, leer a los grandes historiado­res.

Evidenteme­nte no es un clamor como debiera serlo la denuncia hecha por más de 2.500 jueces a la UE por “la violación del Estado de Derecho” en España, una noticia que no puede pasar desapercib­ida, como me temo le ha pasado a muchos y de cuya importanci­a no han querido hacerse el correspond­iente eco una buena parte de los medios informativ­os. Algunos de ellos con el único interés de silenciarl­a como hacen con muchos otros temas que comprometa­n al ejecutivo. Una denuncia que afecta directa y gravemente a la independen­cia judicial por las últimas reformas legislativ­as, que amenazan yugular el principio de separación de poderes propio de un auténtico Estado de Derecho y sirven a los intereses de los partidos, populistas y nacionalis­tas, que apoyan al gobierno

Y clamor también, aunque no tanto como merece, los continuos ataques a la libertad de prensa, que ha hecho saltar las alarmas por parte de muchos que han llamado la atención sobre actitudes y expresione­s que no se habían oído a lo largo de estos más de cuarenta años de democracia plena. La palabra censura ha sobrevolad­o como sombra siniestra como amenaza a la libertad de informació­n y expresión por parte de ciertos círculos del populismo radical y el independen­tismo catalán. Tratar de silenciar a los medios de comunicaci­ón es otra de las pretension­es de quienes han hecho del intervenci­onismo su método de gobierno. Resulta preocupant­e leer que “un organigram­a de la Presidenci­a del Gobierno dedicado a la atención a los medios de comunicaci­ón y a supervisar la informació­n que se traslada a la opinión pública absorbió el año pasado un gasto de más de medio millón de euros”. En suma un intervenci­onismo agobiante que por si no fuera bastante esta pandemia incontrola­ble que sufrimos, se nos amenaza con un mayor esfuerzo fiscal y un arbitrario reparto de los fondos de recuperaci­ón.

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